03

827 49 9
                                    

(...)

Me duche y me cambié, me puse la zapatillas, me maquille natural y salí.
Cinco no estaba y solo me quedé sentada esperando que llegará.
Unos veinte minutos después apareció. El ya se había duchado, se puso un traje negro con una camisa blanca y una corbata. Se veía demasiado bien, con él traía unas rosas y me las dio.

—Te vez hermosa. – Tomé las rosas y las dejé en la cama.

—No es como que me des unas rosas y olvide lo mierda que eres conmigo.

—No puedo solo darte unas maldita rosas sin que empieces con tus sermones?.

—No quiero tus estúpidas rosas. – Se las dí y las aventó contra la pared.

—Bueno. – Entre al baño y antes de que cerrará el entró conmigo.

—No puedo tener privacidad ahora?.

—No. – Dijo con una sonrisa.

—Sí es por las rosas no es como que seas el primero que me da unas. – Comencé a verme en el espejo acomodando mi cabello y el me jalo de la cintura.

—¿Quién más te ha dado rosas?

—¿Quién más te ha dado rosas?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Eso que importa?.

—Te pregunté algo.

—No voy a responder, tus estúpidas escenas de noviecito celoso ya no me asustan. – Cinco apretó mi cintura y me pego a la pared.

—¡Responde!.

—¡Ya, suelta me! – Lo empuje pero rápido volvió a tomarme del cabello.

—¡Responde maldita sea! – Gritó.

—Mi ex novio. – Respondí sin más y comenzó a reír.

—Cada día caes más bajo.

—Bajo caí el día que acepte ser tu novia. – Me jalo aún más y con su mano desocupada me apretó del cuello.

—Pero bien que lo disfrutabas. – Me dio un beso en los labios y sonrió.

Me soltó y acomodé mi cabello de nuevo.

—Apúrate, ya nos tenemos que ir. - Salí del baño y se acercó a mí para teletrasportarnos al auto.

Cinco encendió el auto y me volteó a ver.

—Ponte el cinturón. – Me lo puse y comenzó a conducir.

Unos treinta minutos después llegamos al estacionamiento del lugar, era un salón muy grande y las personas se veían muy refinadas.
Me bajé y cinco igual, se acercó a mí y tomó mi mano.

—Ya sabes las reglas. – Comenzamos a caminar.

—Este vestido es horrible y las zapatillas más, que feos gustos tienes en ropa.

La Obsesión De Cinco Hargreeves. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora