Soledad ingrata

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Mi libro de amores fragmentarios
comienza con la soledad que me devora,
y un desierto inmenso entre mis manos;
fiel reflejo de la siniestra quietud
que acompaña mis lánguidos días.

Ante mí, una vida deshabitada
que sólo da cobijo al adyacente vacío
adherido a mi ensimismada existencia,
y que rehúsa a otra lucha encarnizada
para liberarse de esta desesperanza.

Nadie me espera detrás de esa puerta,
tan sólo me aguarda el afanoso silencio;
un silencio desmedido, ensordecedor
y esa sensación fría de eterno vacío ,
de los que no puedo deshacerme.

La nada, insaciable, respira satisfecha,
convive con un puñado de viejos recuerdos
y un cajón colmado de deseos incumplidos.
No quedan vestigios de ilusiones ni de felicidad,
la esperanza, hastiada, se marchó hace tiempo.

Sueños que naufragaron junto a centenares de besos,
sentimientos que se ahogaron a la deriva.
A veces, el oleaje trae pequeños recuerdos,
amargas reminiscencias clandestinas
que acercan a la memoria amores ya pasados.

Soñé besar hasta el desaliento,
bocas que ardían con un solo roce,
cuerpos desnudos ahogándose entre caricias,
hervideros de pasiones desinhibidas
que se propagaban entre cálidas pieles.

Soñé afecto en los momentos de flaqueza,
delegar el insostenible dolor venidero
al abrigo de otros brazos que me amparasen.
La levedad del sufrimiento compartido,
ya que la vida es más digerible en compañía.

Soñé hasta la saciedad con un porvenir que no llegó;
a mi puerta tan sólo llamó la desagradable ausencia.
La ausencia más absoluta de todo lo que existe
y que se expande como una enfermedad cruel
encadenándome a un presente eternamente petrificado.

El futuro se hizo presente, con su margen descompuesto,
trozos de cielo desmoronados cayeron ante mis ojos
trayendo largas tardes desbordadas de hastío.
Engaño conveniente forcejea en la incoherencia,
el amor era necesario pero no indispensable.

Ahora cuando cierro la puerta detrás de mí,
me invade la añoranza de los amores rancios
mientras me adentro en el desánimo residente.
Oscuro mutismo detrás de cada estancia,
nadie me espera ni me echa de menos en esta vida desierta.

Palabras enmohecidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora