Ausencia

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Recuerdo el día que la dama fría anunció que vendría a por ti,
oscuro caminante que pasea entre prolongadas lenguas de asfalto
alargando lentamente sus sinuosas y amoratadas manos afiladas
para al fin conseguir alcanzarte, devorando las brasas de la esperanza.

Un olor a muerte hay en la calle, un silencio sostenido se aproxima,
el aire desgastado se quiebra en pequeños fragmentos ingrávidos
que se esparcen lentamente como tenebrosas sombras de melancolía,
provocando una despiadada lluvia de gotas de tristeza desquiciadas.

El lado más lóbrego de la vida, me muestra el vacío del paisaje circundante
a través de los límpidos cristales por los que ya no atraviesa la luz del día.
Sábanas blancas devoradas por el polvo tapan los recuerdos de toda una vida,
pequeño diluvio de cenizas que acompañan las densas aguas de la infancia.

Las almas que dejaste atrás cohabitan inanimadas hacia el inigualable ocaso,
caminan desorientados pisando esos suelos con la falsa esencia de la madera.
Sonrisas cuarteadas que se dejan abrazar por el etéreo rumor del abandono,
miradas cansadas que deambulan hasta perderse en los umbrales de la locura.



Palabras enmohecidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora