Narración de Miguel (conocido como panafresco).Hola, me llamo Miguel. Soy un chico de clase baja, osea que no tengo plata, pero con ser basado me basta y sobra. Les contaré como es que he llegado hasta aquí, al castillo del Rey y la Reina.
Un día andaba caminando por mi pueblo llamado La Grasa (nombrado por el príncipe, y sí, es un nombre muy absurdo), resultó que ví varias personas juntadas en una especie de ronda mientras susurraban en un lenguaje para mí inentendible. Habían señoras en grupo, señoritas en otro. Los hombres solo estaban allí, llenando papeles en una especie de currículum.
No entendía qué mierda pasaba cuando pegué un salto al sentir a mi amigo Raúl (conocido como Shitposter) apoyándo su palma en mi hombro.
—¿Qué onda, panita? ¿Todo bien? —me dijo con exactitud.
—Sí, sí. — Corrí su mano de mi hombro, pues nunca me gustó el contacto físico. —no entiendo por qué tanto alboroto.
—¿No sabías? La realeza hizo un enunciado, dijo que se necesitaba un sirviente para el príncipe urgentemente... también se dice que es urgente porque el príncipe es muy caprichoso.
Me quedé pensativo ante sus palabras. Tal vez podría ser mi oportunidad también.
—Mmh... ¿qué dirías si lo intento? Digo, necesito money. — Dije, confianzudo como siempre.
—Intentalo, bro. Luego me dices que onda, eh. Me llama mi madre a cenar.
—¿Cómo que cenar si son las 6 de la tarde, bldo?
—Bueno, no sé, chau.
Me quedé solo, allí, pensando en cuál sería mi estrategia para hacer que me aceptaran a la 1ra o 2da vez. Me dio weba y confié en lo que salga de mí en el momento en que estuviera allí.
Me dirigí hacia donde estaban los machotes llenando currículum y los aparté de mi camino. Agarré un papel y empecé a llenarlo con mi letra de doctor. Si lo piensan bien, es algo estratégico ya que cuando lo lean no podrán entender que dice que no sé hacer nada. Escuchaba a los hombres reír detrás mío.
—¿Tú piensas que un niño pobre se puede comparar con alguien como nosotros? Es un debilucho, no podría ni ganar una pelea.
Sus palabras hicieron que me hierva la sangre y contraataque sin pensarlo demasiado.
—¿Me dijiste debilucho, viejo verde?
Me miró con unos ojos cafés tan penetrantes que me dieron escalofríos, tal vez sea un viejo verde, pero era bastante musculoso comparado conmigo, un flacucho.
—¿Estás retándome? — Me dijo el señor, a lo que todos lo alentaron a que se pare y me dé una paliza. Yo me coloqué en posición de alerta, como si fuera a ganar la batalla.
Me pegó tal puñetazo que me tiró al piso y me dejó sangrando la nariz, creo ver la mancha de sangre en el piso todavía cuando voy a ese lugar. Son tan chanchos que no se molestaron en limpiarlo.
Me levanté, tambaleandome, e intenté hacer lo mismo, pero a ese señor no lo movía ni un palo. Repetí la acción pero fue más rápido, agarró mi brazo y lo torció, haciendome chillar del dolor.
El dueño del lugar escuchó mis gritos y los de los demás hombres riendo, y los echó a todos de allí, incluyéndome.
Esos viejos se marcharon a sus casas, pues la pelea estaba más o menos aburrida, o eso me dijeron, para mí les dí miedito porque soy super basado y se fueron a esconder.(...)
Había llegado el día, precisamente ayer, en el que todos los postulantes nos reuníamos en el castillo para darle cara a cara al príncipe. Nadie sabía exactamente lo que pasaría, pero todos dispuestos. Había una fila enorme, pues estaban todos los hombres de mi pueblo, y yo estaba más o menos último.
Pasaban las horas esperando, aburrido, Raúl ni siquiera me volteó a ver cuando le pregunté si me acompañaba y me dijo que no. Veía como los hombres que pasaban se iban marchando del lugar a los 5 minutos. Veía a uno de los mejores guardaespaldas que podía imaginar marchandose, y así con varias profeciones más. Me empecé a poner nervioso ya que cuando me tocara a mí seguramente me echaría también, pues yo no era nada de eso ni más.
(...)
Había llegado mi turno, los guardias me empezaron a guiar al salón principal, conforme más me adentraba, más enorme se volvía esta especie de mansión. Llegué y lo ví, allí sentado en su trono como un presumido, ojalá yo fuera él.
—Saludos. —Dijo el muy mencionado príncipe Luis.
Los guardias me obligaron a hacer una reverencia antes de saludar.
—Hola.
—Dime, ¿cómo te llamas?
—Miguel.
—Mmh... ya veo. ¿Sabes cocinar, pelear, limpiar... —hizo una pequeña pausa para pensar. —...o alguna cosa con la que satisfacerme?~
Pensé lo mismo que ustedes, "wtf", pero traté de no pensar en eso.
—No.👍
Se quedó pensativo antes de dar una pequeña mueca direccionada hacia arriba. Me hizo un gesto con el dedo íncide para que me acerque, a lo que eso hice, un poco nervioso. No podía creer sus palabras cuando lo dijo.
—Ven, siéntate.
Miré de reojo a los guardias para ver si tenía chance de escapar, pero me decían "obedécelo o te pasaremos nuestras espadas por el cuello" con la mirada. Tuve que obedecer con una mueca de desaprobación.
Con una mano libre, apoyó sus dedos en el costado de mi mandíbula para separar mi cabeza de mi cuello y así inspeccionarlo. El muy descarado empezó a acercarse y me olió. ME OLIÓ.
Me paré de un salto.—Che, ¡¿qué te pasa-
Como mencioné anteriormente, no me gustaba el contacto físico, y menos ese tipo de contacto... por temas... personales.
Escuché a los guardias correr a la velocidad de la luz hacia mí, me amenazaron con sus espadas en mi pecho.
—Espéren. Les ordeno que retrocedan. Y tú... —los guardias retrocedieron mientras yo estaba aliviado y confundido. — quiero que sea él.
¿Qué? De todos los demás, ¿me había elegido a mí? Pues sí.
(...)
Hoy es mi primer día en el castillo y en mi nuevo trabajo como el sirviente inútil. Pero estoy satisfecho de que mi predicción de que podría hacerlo resultó cierta, aunque me preocupa Luis, ya que parece ser un poco joto y geiZzz, pero tendré precausiones.
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HOLAAA, espero que les haya gustado pq le puse mucho esfuerzo y cariño al 1er cap!! Gracias a las personas que lean tda la boludez que me acabo de sacar del ano pq estaba aburrida y las tqmmm ♡
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Mí señor...(Papulince x Panafresco)
FanfictionUn chico pobre llamado Miguel con falta de interacción social y de clase baja se entera un día, caminando por allí, los rumores de que la clase alta (osea, la realeza) busca desesperadamente a un sirviente para el caprichoso príncipe Luis. Si es que...