Capítulo 8 - "Una noche como cualquiera"

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*Narración de Papulince.*

Pasó menos de una semana desde que Miguel se unió a mi familia. No voy a negarlo, lo extraño. En verdad lo hago.

No es como si se hubiera escapado o no hubiera podido soportar mis actitudes, hablo de que hace poco le trajeron la cama que yo mismo ordené. Es solo que extraño su piel...

Perdí la noción del tiempo sumergido en mis pensamientos. Solo soy consciente de que es de noche. No puedo dormirme, no puedo parar de recordar como nuestros brazos crearon una ligera fricción en los instantes en los que estuvo acostado a mi lado. Su chaqueta de cuero estaba colgada en un perchero, sus frágiles brazos expuestos. No entiendo cómo es que puedo hablar tan seriamente, ni el por qué siquiera me importa tanto. Solo puedo pensar en su tan suavecita piel.

No sé por qué mis hormonas están tan activas estos días, tal vez solo sea por su culpa. Se suponía que él debía caer primero, pero me estoy volviendo loco apenas el quinto día. No es justo.

-¿Qué me pasa...? -me pregunté a mí mismo susurrando en voz alta, como si supiera la respuesta.

*Fin de la narración.*

*Pov del narrador.*

El príncipe Luis se sentó en su cama y levantó ligeramente la mirada. En el otro lado de la habitación podía distinguir vagamente la silueta de una cama y una persona dormida plácidamente en ella entre la oscuridad.

Se levantó de su cama y caminó silenciosamente hasta el otro mueble. Se escabuyó sigilosamente, como ya sabía hacer desde los 4 años, dentro del lecho sin despertar al sirviente. Observó un poco su cara, dormía sin lentes, pero no era capaz de apreciar sus hermosos ojos cuando sus párpados y la oscuridad se lo impedían. Se preguntaba de qué color serían y el por qué los ocultaba con tanta insistencia.
De hecho ya le había preguntado varias veces sobre el tema pero Miguel siempre había evadido la pregunta muy directa y descaradamente. Tal vez podía aprovechar el sueño tan profundo del contrario y levantar un poco sus párpados, pero, ¿a quién iba a engañar? Con tanta oscuridad no sería capáz de diferenciar si eran marrones, o tal vez azules, o verdes, o quién sabe, color caca de unicornio. Vagamente podía diferenciar dónde estaban su boca, ojos y nariz.

El deseo empezó a invadirlo más rápidamente. Lo tenía a su alcance, ¿por qué no...?

Luis descansó su mano en el costado del contrario, en su cadera. Se sentía nervioso, ¿qué tal si justo se despertaba? Aunque claro, no podía hacerle ningún tipo de daño más que psicológico (lo que en verdad también estaría más o menos restringido), pero no podía evitar pensar en qué pasaría si llegara a odiarlo por un simple impulso. Sin embargo, seguía siendo un impulso, y una parte de su mente comandó seguir. Así que eso hizo; se animó a liberar sus dedos, dejar que recorrieran y acariciaran sutilmente la piel de su costado por debajo de su camiseta de pijama.

Tragó saliva, nervios a full pero aún así se sentía bien freaky. Su cuerpo se acercó voluntariamente, sus dedos dejandose llevar.

Sin embargo, mientras más empezaba a olvidarse de todas sus precausiones más hacía que Miguel empezara a recobrar la consciencia y salir de su sueño profundo.

El príncipe cada vez se iba tranquilizando más cuando se sobresaltó al escuchar un quejido. Se estaba despertando.

-Mmgh... ¿Luis? -Bostezó Miguel luego de haberse despertado. Su pregunta quedó en el aire, no había nadie a su lado y nadie había contestado a su llamado.

El príncipe se hallaba a un costado de la cama, tirado en el suelo y con la boca tapada para no ser percibido. Ni siquiera se había dado cuenta de que aguantaba la respiración inconscientemente. Escuchó como el campesino se daba la vuelta y conciliaba el sueño nuevamente y soltó la respiración sostenida, casi aliviado de volver a sentir el oxígeno entrando a su sistema.

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Soy solo yo o pasaron muchas cosas en solo 662 palabras?

Mí señor...(Papulince x Panafresco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora