Hospital.
Llegué a París hace dos horas y no hay señales de mis padres en el aeropuerto.
Se que no iban a venir no les comenté que venía, porque se perfectamente que no me iban a dejar venir, pero ellos saben como soy de impulsiva y desobediente.
Pedí un taxi hace media hora y no ha llegado. No me importa parecer una estúpida sentada en un escalón, la gente me mira de arriba abajo, piensan que soy una cualquiera, una indigente, pero cuando me visualizan bien, y detallan mi vestuario se dan cuenta que no lo soy.
Me duele mucho la cabeza, tengo unas ojeras horribles, y mi cabello es un desastre. Estar aquí me trae muchos recuerdos, me da una presión en el pecho, es como un dolor que no voy a olvidar nunca, quiero llorar. Pero no. Debo de controlarme, tengo que hacerlo, no quiero volver a mi estado de depresión, no quiero volver con mis ataques de pánico. Solo quiero estar felíz y, ver felíz a mi hermana.
-Señorita Curie-Una voz que reconozco al instante se hace presente detrás de mi.
Me levanto rápidamente y me volteo.
Gonzalo, el chófer de mi papá. Aquel señor serio, pero a la vez gracioso, aquel que me llevaba al colegio y me traía a casa, aquel que me contaba cuentos y chistes, aquel que me cantaba músicas y tangos graciosos. Aquel señor con bolsas bajo de sus ojos, con su cabello repleto de canas, sus ojos negros y ese bastón que yo agarraba y jugaba, Su típico uniforme de chófer y mayordomo, ese señor es muy importante para mí.
Esta igual como lo recordaba pero más envejecido y su mirada está triste, cansada, pero a la vez felíz.
No lo pienso dos veces y salto hacia el a darle un abrazo fuerte y el me corresponde enseguida, sobando mi cabeza, y acariciando mi cabello.
-Hueles a caramelo de vainilla-susurré
Se separó de mi y se limpió una lágrima que bajaba por su mejilla.
-Caramelo de chocolate—. Extiende, su mano y me da un caramelo de chocolate que tanto me gusta.
Sonrío ampliamente. Tenía años que no probaba uno de esos caramelos que me daba cada vez que me buscaba al colegio.
-Sus padres me mandaron a recogerla-dice finalmente.
-¿Cómo sabe mi padre de la hora qué llegaba?.
-Sabe como es su padre. Le llegó una llamada del aeropuerto de España, diciendo que una de sus hijas tomo un vuelo a París.
Elevé ambas cejas. Me olvidé que mi padre tiene contactos en todos lados.
-Es hora de irnos. Su familia está en el hospital-mencionó ayudándome con mi bolso
-¿Sabes lo que ocurrió?-le pregunté caminando hacia el auto grande y lujoso de mi padre.
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Una Melodía©
Novela JuvenilKimberly Curie es una chica francesa, talentosa bailarina y estudiante de medicina que busca su lugar en la vida. En su primer día trabajando en un bar, se siente atrapada por una melodía hipnotizante que emana del piano. Allí conoce a Brad, un pian...