El solo pensamiento de ti

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Lucifer se encontraba frente al emporio de Rosie, había pasado tiempo desde la última vez que habló con la dama, le parecía sumamente animada y afable. El lugar se veía en buen estado si ignorabas que el kiosco al frente del emporio parecía haber sufrido un derrumbe, había varios demonios que estaban reconstruyéndolo pero por el estado en el que estaba, debía haber sido reciente. Entró a la tienda y caminó hasta la recepción mientras varios pecadores se hacían a un lado dándole paso al rey.

—Lo siento, cariño, pero no puedo darte mucho más que eso, tenemos un reglamento estricto respecto a la sangre angelical—La mirada de Rosie se posó en el rey que se acercaba a un lado y su sonrisa se acrecentó—. ¡Oh, su majestad! Que gusto volver a verlo por aquí. Un momento—Rosie volvió a mirar al demonio con el que había hablado primero—. Es todo lo que conseguirás aquí, pero si necesitas cualquier otra cosa, no dudes en decirme, cielo.

La dama despidió al cliente y llamó a una de sus trabajadoras para que siguiera atendiendo el local mientras ella se inclinaba ante el rey quien, dándole en beso en la palma de la mano como la primera vez, la saludó de buen humor. Rosie lo guio hacia la parte trasera de su tienda esta vez, sabiendo que si la charla se extendía mucho como la ocasión anterior, sería mucho más cómodo su sillón. Invitó a Lucifer a sentarse mientras ella traía una botella de vino. Le preguntó si le apetecía algo para comer a lo que el rey negó amablemente y la chica rio para irse a sentar a su lado, sirviendo ambas copas y ofreciéndole a rubio la suya.

—Ha pasado un tiempo, querido, ¡Cuéntame! ¿Cuáles son los chismes que abundan entre la realeza?

—Bueno, antes que nada me gustaría saber qué le sucedió al quiosco de afuera—Lucifer dio un trago recargándose contra el sofá.

—¡Oh, eso! Solo un grupo de impertinentes que quisieron robar más de la carne angelical de la que tenía permitido, tuve que hacerme cargo y hubo un par de daños colaterales, nada de qué preocuparse—La mujer se rio como si se tratara de un buen chiste.

—¿Ha habido problemas con eso?

—Los mínimos, mi método para regular cantidades es eficaz. Algunos se van molestos pero es mejor que irse con las manos vacías o enfrentarse conmigo, en un par de semanas, debería volver todo a la normalidad y la carne de los exterminadores se habrá terminado también.

—Es un alivio ver que lo manejas tan bien—Aunque no lo pareciera, era una preocupación menos, los últimos días había comenzado a retomar sus tareas como rey y había muchas cosas que poner en orden, al menos eso era un problema menos.

—A eso me dedico. Pero es suficiente de eso, quiero saber que ha pasado con usted, amigo mío. ¿Pensaste en lo que te dije?—Finalmente dio su primer trago a su copa como una invitación al rey para explayarse.

—Más de lo que crees. Pero... hay algo que no me permite estar tranquilo. Es una larga historia.

—Tenemos todo el día—La dama se acomodó en el sofá lista para escuchar la historia completa.

Mientras Lucifer le contaba todo lo que había sucedido desde que su última visita con la dama, excluyendo los detalles de su trato y el nombre de Alastor de la ecuación evidentemente, ella hacía uno que otro comentario cómico al respecto que alegraban el humor del rey mientras narraba la historia. Hasta llegar a los sucesos de esa última semana.

—Hace una semana desde eso y, debo admitir que él cambió su actitud a una un poco... menos desinteresada, pero no sé si haya sido por el cambio en el trato. Pienso que hay algo que no sé y sé no debe ser de mi incumbencia, pero aún así quisiera saberlo.

—El joven del que hablas no suena como el tipo al que le gusta que se metan en sus asuntos. Si lo haces, probablemente solo lo vas a alejar.

—Eso no es el problema, esto solo es un acuerdo para beneficio mutuo. Pero no me siento a gusto de avanzar más si siento que estoy forzándolo o si lo hace porque no tiene otra opción. Ya sabes. libre albedrío.

Un trato para conveniencia mutua | Lucifer x AlastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora