Un trato para conveniencia mutua | Lucifer x Alastor

La verdad oculta detrás de tu mirada

Se levantó de su escritorio frente a las decenas de pantallas en la habitación y fue a la cocina por un café mientras esperaba el momento en el que llegaran Valentino y Velvette discutiendo respecto a la falta de modelos para la joven a causa de los arrebatos violentos de Valentino que terminaban con muchos de ellos despedidos en el mejor de los casos. Quince minutos más tarde, los gritos de dicha discusión inundaban la sala en la que bebía su café.

—¡No es necesario que despidas a mis modelos! ¡La sesión de fotos de esta mañana fue un completo fracaso por tu culpa!

—Te las arreglaste, nena, y tus modelos fueron muy molestos el día de ayer, agradece que siguen con vida. —Sopló el humo de su puro al aire sin prestarle atención.

—¡Si vuelves a despedir a mis chicas, me aseguraré de tirar tus armas a la basura! —La más joven se sentó a un lado de Vox mientras revisaba su smartphone.

—¡¿Oye, qué mierda?! No lo harías —Apagó su puro y lo dejó a un lado, enderezándose en su asiento de la molestia al otro extremo del sofá.

—¡¿Quieres averiguarlo, perra?! —Velvette dejó su teléfono a un lado y lo miró con ojos entrecerrados, si la desafiaban lo haría en ese mismo momento.

—¡¡Basta los dos!!—Intervino Vox completamente irritado por la actitud infantil de sus compañeros poniéndose de pie para no tener que seguir soportando los gritos de ambos, cuando los otros dos vieron el estado de malhumor del televisor decidieron terminar la discusión por las buenas—. He estado todo el puto día lidiando con la maldita prensa para ofrecerles los contratos de VoxTech: seguridad contra ángeles y con Carmine para conseguir las armas que necesitaremos, tenemos decenas de idiotas listos para firmar en todas partes ahora que el exterminio se acerca, pero si ese estúpido hotel resulta funcionar, toda nuestra inversión se irá a la mierda.

—¿Oh, de verdad crees en el cuento de hadas de la princesita de redimir a los pecadores? —Preguntó Valentino incrédulo, le parecía una idea absurda y le parecía aún más absurdo que Vox pensara que era posible.

—¡Por supuesto que no! Pero hay alguien que puede arruinar todo lo que hemos construido hasta ahora.

Mostró desde la pantalla de su celular una de las cámaras que usaba para vigilar a la ciudad pentagrama, en ella se apreciaba la figura del rey del infierno junto a su hija justo frente a la gran estatua de dragón en la entrada de su hotel.

—¿Y qué te hace pensar que Lucifer metería sus narices en nuestros asuntos? Él permitió el exterminio, lo que menos le importa son los pecadores. —Velvette se acostó en el sofá colocando los pies sobre el regazo de Valentino que la miró con molestia, pero no la apartó.

—Él no lo haría, no por él mismo. —En la cámara ahora aparecía el demonio de la radio a un lado de la princesa del infierno, la cámara estaba demasiado lejos como para captar el sonido de lo que estaban diciendo—. ¡Pero si ese hijo de perra de Alastor usa algún truco sucio podría hacerlo!

Y ahí estaba la razón de la irritabilidad de Vox, una mirada cómplice entre Velvette y Valentino fue suficiente para que ambos asumieran que la razón de la irritabilidad de Vox era que había estado observando al demonio de la radio toda la tarde.

—Es verdad, tal vez el rey si pueda hacer algo respecto a la redención que tanto proclama la princesita, pero eso no va a ser nuestro fin, Voxy, deberías relajarte.

—¡Hablamos de Alastor, Val! Ese hijo de perra no se va a detener hasta acabar con todos y cada uno de nosotros— Observó la pantalla de su celular que mostraba al demonio venado, al aparato explotó en su mano tras una sobrecarga de energía, odiaba simplemente ver a Alastor, quería matarlo al hijo de perra—. Si logramos hacer que rompan su contrato estaremos en ventaja cuando Alastor pierda ese poder, la última vez nos hizo frente a los tres y nos defendimos ¡pero me las va a pagar! Voy a aplastar su maldita sonrisa-