Capítulo 3: Hilos de destinos en el castillo.

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Ideth se quedó quieta escuchando con atención lo que sucedía al otro lado de la puerta. Las órdenes del caballero de mayor jerarquía a Kayden resonaban en el pasillo, llenando el aire con un aura de misterio y peligro.

Ideth se preguntó que significaban esas órdenes y qué papel desempeñaba Kayden en todo esto. Una sensación de inquietud se apoderó de ella, no podía escuchar con claridad lo que hablaban los caballeros.

Ideth permaneció inmóvil junto a la puerta, con la esperanza de captar más fragmentos de la conversación y desentrañar el enigma que rodeaba al misterioso caballero y su obediente subordinado.

Con su cabeza aún ocupada en desentrañar las órdenes que Kayden había recibido, Ideth observó con sorpresa cómo la puerta de su pequeña habitación se abría lentamente. Tres mujeres entraron llevando elementos de aseo, y entre ellas, Ideth pudo ver fugazmente el rostro de Kayden. Era un joven alto, de cabello castaño, piel bronceada y ojos azul claro. Su figura fornida estaba cubierta por una armadura que parecía ajustarse perfectamente a él.

Mientras Kayden cerraba la enorme puerta de madera, sus ojos se encontraron brevemente con los de Ideth, y en ese fugaz instante, ella pudo percibir una chispa de curiosidad o tal vez de compasión en su mirada. Guardando en su mente la imagen del caballero amable que le habría brindado un destello de humanidad en medio de la opresión del castillo, Ideth se prometió a sí misma no olvidar esa mirada.

En el momento en que la puerta quedó totalmente cerrada, las tres mujeres le explicaron a Ideth que antes de conocer al rey tenían que asearla, siguiendo una orden real, aunque no sabían cuándo Ideth iba a estar en presencia de él, era mejor estar listas. Ideth se miró el vestido gastado de mangas acampanadas rosado y se dio cuenta de que estaba cubierto de lodo. Una sensación de vergüenza y desamparo la invadió al percatarse de su estado desaliñado.

Con resignación, Ideth, se dispuso a someterse al proceso de aseo.

Después de un proceso de aseo meticuloso, las mujeres vistieron a Ideth con un hermoso vestido verde que realzaba su belleza natural. Le peinaron el cabello con delicadeza, dejándolo caer en suaves ondas alrededor de su rostro, y le aplicaron un maquillaje muy discreto que resaltaba sus rasgos sin ocultar su autenticidad.

Mientras la ayudaban con el aseo, las mujeres le hablaban con amabilidad y complicidad, dándole consejos sobre cómo comportarse adecuadamente frente al rey y explicándole cómo era la reina Leonor. Le contaron historias sobre su elegancia y gracia, y le transmitieron la importancia de mostrar respeto y cortesía en su encuentro con el monarca.

Con cada palabra, las mujeres intentaban infundir confianza en Ideth y prepararla para el momento crucial que se avecinaba. Le recordaron la importancia de mantener la compostura y la calma, y le ofrecieron palabras de ánimo para enfrentar lo que fuera que le aguardara.

Ideth se miró al espejo y apenas reconoció a la joven que le devolvía la mirada. Con el vestido verde y el cabello peinado con esmero, se sentía como si estuviera lista para enfrentar cualquier desafío que le deparara su encuentro con el rey.

Después de que las órdenes a Kayden se desvanecieron, y las mujeres se retiraron, Ideth se encontró nuevamente a solas en su cuarto. Fue entonces cuando Kayden le transmitió la noticia de que el rey ordenaba conocer a las doncellas al día siguiente, una por una. La anticipación y el nerviosismo se apoderaron de ella. Antes de poder asentir con la cabeza, el caballero cerró la puerta.

Consciente de los peligros que enfrentarían si intentaban escapar, Ideth decidió renunciar a cualquier pensamiento de huida. Su deseo de proteger a su familia superaba cualquier otro impulso.

Después de un rato, una mujer llegó para avisar a Kayden que aproximadamente en una hora debería escoltar a su doncella a cargo al gran salón para un banquete de bienvenida. El rey no estaría presente en la reunión, pero sí las otras siete doncellas.

Ideth Valdamir. El espíritu de la Reina Leonor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora