Nanami Kento se deslizó entre la multitud, sumergido en la monotonía de su vida diaria. Como cada mañana, se encontraba en camino hacia su aburrido trabajo como contador en una empresa sin rostro. La ciudad parecía envuelta en un manto de gris, reflejando perfectamente su propio estado de ánimo.
Decidió hacer una pequeña pausa en su rutina y dirigirse a su cafetería favorita, que por desgracia estaba cerrada, así que siguió caminando, esperando encontrar otra de paso a su trabajo. Necesitaba ese reconfortante sabor de su sándwich de jamón y queso para al menos darle algo de vida a su día.
Encontró una, genial, una cualquiera, da lo mismo. Total debe haber sándwich en todas las cafeterías.
La campanilla sobre la puerta sonó cuando entró, y el aroma a café recién hecho llenó sus sentidos. Se dirigió a la barra y ordenó su habitual. Mientras esperaba, su mirada se desvió hacia la joven detrás del mostrador.
Ella era diferente.
Akami, así lo leyó en su placa de identificación. Era como un rayo de sol en medio de la grisácea realidad que lo rodeaba. Con su delantal blanco y sonrisa radiante, parecía iluminar la habitación entera. Sus ojos centelleaban con una chispa de alegría genuina mientras atendía a los clientes con gracia.
Nanami se sorprendió al notar algo más. Una pequeña maldición se retorcía en el hombro de Akami, apenas perceptible para el ojo no entrenado. Era una sombra oscura que se deslizaba furtivamente.
El corazón de Nanami dio un vuelco. Desde que era niño, tenía la habilidad de ver estas maldiciones. Aunque no era raro encontrar a alguien más que estuviera marcado por ellas. Normalmente, se mantenía alejado de involucrarse. Las maldiciones eran asuntos peligrosos y perturbadores que prefería dejar en paz, aunque esa no parecía ser de una alta categoría.
Sin embargo, algo en Akami lo intrigaba. Tal vez era su brillo, su calidez, o la manera en que parecía llevar su carga con gracia.
Cuando Akami le entregó su sándwich con una sonrisa, Nanami se encontró hablando antes de que pudiera detenerse.
— Gracias... — dijo, su voz sonando un poco más ronca de lo normal.
Ella levantó la mirada, sus ojos encontrando los suyos con curiosidad.
— ¿Algo más en lo que pueda ayudarte? — preguntó con amabilidad.
Nanami vaciló por un momento, luchando con sus propios pensamientos. Pero finalmente, sacudió la cabeza.
— No, nada más. Gracias de nuevo — respondió, tratando de mantener la calma.
Mientras salía de la cafetería, Nanami no pudo evitar sentir que algo había cambiado en su tranquila existencia. Akami y esa pequeña maldición en su hombro habían insinuado un cambio en su vida, uno que no podía ignorar fácilmente.
Nanami Kento se encontraba atrapado en una rutina desesperante. Cada día, la misma oficina gris, los mismos números monótonos, el mismo tedio que amenazaba con consumirlo por completo. Sin embargo, una pequeña chispa de emoción brillaba en su mente cada vez que se acercaba a la cafetería donde Akami trabajaba.
Mientras esperaba en la fila, su mirada buscaba automáticamente a la joven panadera. Akami estaba allí, como siempre, con su sonrisa brillante y sus ojos llenos de vida. Pero para Nanami, había algo más en esos ojos. Había una sombra de preocupación, un destello de melancolía que él solo podía percibir.
—Hola, Nanami. ¿El sándwich de jamón y queso de siempre? —preguntó Akami, su voz suave como un susurro reconfortante.
Era la tercera vez que veía al rubio esta semana, ya se había acostumbrado a su presencia y una parte de ella, de hecho, lo esperaba con ansias.
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La Luz de Mi Vida | Jujutsu Kaisen° Nanami Kento
Fiksi PenggemarEn un mundo donde las maldiciones acechan en las sombras, Nanami Kento, un hombre atrapado en una vida monótona y gris, encuentra un destello de esperanza en Akami Zaard, una panadera cuya presencia llena de luz y amor transforma su existencia. "Los...