CAPÍTULO 05.

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Estar tan cerca de Harper parece uno de mis sueños. Uno de tantos que tuve en estos siete años que no he podido acercarme a ella sin que huya de mí como si me tuviera miedo, pero ahora mismo es diferente y estoy seguro de que es gracias al alcohol que está en su sistema.

Harper me ha estado sonriendo durante la última hora y coqueteando conmigo como si lo que hemos estado viviendo haya desaparecido de su mente y eso me alegra mucho, ya que hace mi trabajo más fácil. En un par de horas la llevaré a esa capilla con ese Elvis donde ha querido casarse —aunque los documentos de nuestro matrimonio fueron firmados en la tarde gracias a sus hermanos—, le prometeré una vida entera y que estaré a su lado pase lo que pase.

— Ella debería parar ya, ha tomado suficiente —manifiesta Kelly su secretaria y niego.

No estoy pensando en ultrajar a Harper, pero quiero que esté lo suficientemente ebria para que pueda subirse a un auto conmigo y dar un sí cuando Elvis le pregunte si quiere ser mi esposa.

— Aún no, puedes irte si quieres.

— ¡No! —habla más fuerte de lo necesario—. No la dejaré sola, algo le puede pasar.

— No estará sola —digo acercándome a Harper—. Yo estoy con ella, además sus hermanos llegan en un rato.

No puedo hacer todo esto sin la presencia de Liam y Lucas, ya que sin ellos mi matrimonio con ella sería solo un sueño, además alguno o los dos me cortaría las pelotas si algo le llega a pasar a Harper.

— ¿Sus hermanos saben que ella está con usted?

— Sí, aunque te parezca extremadamente raro.

— Oh, Dios, esto es raro, la señorita lo odia y ellos lo saben.

— Ella no me odia, está disgustada que es algo muy diferente, pero eso cambiará a partir de hoy.

Es lo que debe pasar. Mañana cuando nos despertemos le haré saber que todo lo que ocurrió fue un malentendido que ella nunca me dejó explicar y por tal razón todo llegó hasta este extremo.

Cuando nos despertemos, las noticias y titulares de los periódicos y revistas hablarán de nuestro compromiso, que después de estar casi siete años separados contraemos nupcias en una ceremonia íntima en las vegas como ella siempre lo había querido.

Regresaremos a Wisconsin como el nuevo matrimonio entre dos de las familias más influyentes del estado de Wisconsin, aunque sé que Harper no aceptará esto tan rápido.

— No, estoy seguro de que ella lo odia, lo dice todo el tiempo —asegura.

— Entonces mi tesoro me recuerda día a día.

— Habla de usted todos los días, pero para insultar y más cuando recibe sus molestos correos —dice—. Palabras de ella, no mías.

— Tal vez me empiece a odiar después de esta noche, hemos hecho algo que la disgustara demasiado, pero no puedo deshacerlas.

Dos noches en las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora