Extermination Day

396 40 10
                                    

♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡

La mañana se acercaba, poco a poco los rayos del sol iban tocando cada rincón del cielo, desplazando a la oscuridad de la noche. Las habitaciones de las exorcistas estaban llenas de ruido, la emoción por el día del exterminio se sentía en el aire, todas corrían en búsqueda de sus uniformes y armas, ansiando estar listas y a tiempo cuando la hora llegara. Se sentían revitalizadas luego de un buen día de descanso, seguido de una noche tranquila y completa, cada una asegurándose de cumplir con su ciclo nocturno, todas menos una.

Entre ellas había un ángel que no había compartido su suerte. Lejos de sentir emoción, el terror la inundaba cuando la fecha se acercaba, el pánico y la soledad siendo sus únicos aliados. Un miedo que no era causado por la idea del infierno, ni por el asesinato. Se cimentaba en la propia crueldad humana.

Ella era testigo de los oscuros deseos del ser humano, lo que siempre estaban cubiertos por una manta de pureza; ella entendía mejor que nadie por qué Lilith había preferido huir a tierras llenas de monstruos, que quedarse con Adam. Después de todo, aquellas bestias parecían tener más humanidad que el propio padre de la especie.

Ella era prueba de los estragos que causaba la obediencia ciega a la que las exorcistas eran sometidas. Ella estaba herida, toda su mente estaba quebrada, su espíritu estaba muriendo lentamente, pero no sangraba... Y si no hay sangre, no existe emergencia.

Aquella ángel era dueña de la única habitación del edificio que se encontraba en silencio. O eso parecía, pues, si escuchaban con atención, podrían notar el sonido de la regadera, dejando caer sus gotas con furia. Cómo algo parecía estar siendo tallado con brusquedad, y, si se concentraban lo suficiente, podrían escuchar quejidos lastimeros, una liberación muda de todo el dolor que acarreaba su pequeño y frágil cuerpo.

Vagatha había cumplido con su actividad previa al exterminio a pocos minutos del amanecer. Adam había dejado que volviera a su cuarto para que se alistara para realizar su labor, tampoco sería conveniente para él que vieran a su subordinada salir de sus aposentos tan entrada la noche.

Su mente estaba en blanco, totalmente alejada de su realidad, su cuerpo se movía en automático, dirigiéndola a su habitación, el único lugar relativamente seguro que tenía.

Una vez entró, su mente volvió a conectarse con su presente, haciéndola extremadamente consciente de su situación. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus ojos, el disgusto hacia su cuerpo tomando cada parte de él. Se sentía pegajosa, asqueada.

Fue directamente al baño, despojándose de su ropa y tomando lugar bajo la fuerte lluvia producida por la regadera. Quería borrar todo rastro de lo ocurrido esa noche, quería inducirse amnesia para olvidar cada evento desde que salió de la biblioteca. Pero era un poder que, desgraciadamente, no tenía.

Vagatha tomó una esponja, llenándola completamente de jabón, y comenzó a pasarla desesperadamente por su cuerpo, necesitaba algo que le quitara la sensacion de suciedad. La esponja recorría cada centímetro de su cuerpo, dejando levemente irritada cada zona por la que pasaba.

Los fantasmas de cada uno de los toques parecían renuentes a irse, acechandola siempre que cerraba los ojos. Los recuerdos y la sensación de esa boca sobre su cuerpo fue su guía para saber dónde debía ejercer más presión con la esponja, tallando duramente la zona hasta borrar toda prueba de los hechos de la noche, hasta que el icor comenzaba a brotar de su piel, coloreando su blanca ducha con aquel brillante dorado.

El dolor no importa, no lo siente, solo continúa con su tarea hasta que la sensación desaparece, cuando los fantasmas se van, los recuerdos son bloqueados y su piel está lo suficientemente irreconocible por las marcas de la esponja como para notar las demás.

Sweet Icor [Chaggie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora