CAPÍTULO 4:LOS PANTANOS NUMELLE

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Pov Roy

Muy bien, Satotz había dicho que nos mantuviéramos cerca de él en todo momento, sin embargo no era tan fácil. Le densa niebla dificultaba bastante las cosas, apenas podía ver más allá de mi nariz. Agradecía tener la presencia de Killua y Gon a mi lado mientras corríamos al mismo tiempo. Sorprendentemente, a pesar de la enorme distancia que habíamos estado corriendo, ninguno de los tres parecía cansado.

De repente Killua frunció el ceño, mirando un poco detrás nuestra.
—Gon, Roy, adelantémonos. —aconsejó.

Ambos asentimos. Era lo ideal, de ese modo no perderíamos de vista al examinador.

—¡Kurapika, Leorio! —chilló Gon, haciendo que por consecuente el resto de participantes también le escuchase. —¡Killua dice que nos adelantemos!

—¡Idiota! —escuché decir a Leorio a unos metros detrás nuestra. —¡Si pudiéramos seríamos los primeros!

—¡Adelántense ustedes! —indicó Kurapika.

A pesar de que no podíamos verlos y viceversa, asentimos, acelerando el paso.
No tardó mucho para que el lugar empezase a llenarse de gritos de dolor, angustia y desesperación. Al parecer, muchos habían sucumbido ya a las trampas de los pantanos Numelle. Era inquietante, porque veías sombras a tu alrededor desaparecer de la nada, gritando y sin saber si tu ibas a ser el próximo en gritar. Emepcé a inquietarme más cuando de pronto me vi solo con Gon y Killua, corriendo sin nadie adelante ni detrás nuestro.

—Se escuchan muchos gritos... —comentó Gon preocupado mirando a su alrededor.

—Por eso tenemos que tener cuidado. —indicó con su temple calmado Killua.

—Por lo menos me conozco algunos rezos a los dioses. Digo, por si hace falta. —comenté, nervioso.

—¿Tu eres tonto o te lo haces? —Killua rodó los ojos medio fastidiado.

De no haber sido porque estaba más ocupado de no intentar morirme, le habría dado una bofetada. Me gustaba pensar que de tonto no tenía ni un solo pelo.

—Me pregunto si Leorio y Kurapika estarán bien... —siguió Gon, comentando sus preocupaciones y cambiando el tema de discusión.

De pronto, paramos de correr. Algo había cambiado. El suelo parecía mucho más blando que antes, pero no sabíamos porqué. Bajamos la mirada, y antes de siquiera reaccionar, el suelo se levantó a nuestro alrededor. No, el suelo no, era una boca. Al parecer una rana gigante que se escondía en el suelo con su boca abierta a la espera de una presa nos engulló al completo.
Solo diré, que ser tragado por un sapo gigante ha sido la peor experiencia de mi vida. Y ser vomitado de vuelta ya ni te cuento. Estar apretujada entre vísceras, Gon y Killua, en posiciones poco cómodas y todo mojado por culpa de las babas era vomitivo. Y cuando nos escupió y volvimos a los Pantanos Numelle, estuve a punto de vomitar entre unos arbustos.

Mis mejillas estaban coloradas de la vergüenza. Estando apretujados en el sapo había provocado unas posiciones un poco comprometedoras. Para empezar, tuve el culo de Gon al lado de mi cara. Pero Killua y yo terminamos tan apretujados que puse sentir su aliento en mi rostro, poniéndome nervioso; sus manos también habían terminado cerca de mi cintura, y se que no había ninguna doble intención por ello más que evitar que las paredes del intestino no nos aplastasen, pero la idea de que hubiera estado tan cerca de descubrir mi secreto... me inquietaba.
Por eso me alivié cuando nos alejamos al ser vomitados.

—Creo que no le gustó nuestro sabor... —intentó bromear Gon.

—Yo creo que fue por esto. —comentó Killua sacando de su bolsillo una de las latas de Tompa.

—Huelo a vomito. —me olí la manga haciendo una mueca de asco absoluto. —Quiero ducharme.

—Dudo que tengamos una ducha hasta que termine el examen. —opinó Gon, sin borrar su sonrisa incómoda.

—Hey, no os quedéis allí quietos, vamos, aún podemos encontrar de nuevo al grupo si nos damos prisa. —indicó Killua.

Gon y yo asentimos, empezando a correr y a seguir a Killua. Poco sabía que solamente fui yo quien empezó a correr, Gon había tomado otro camino distinto.
Killua tenía razón, después de quince minutos de estar corriendo, conseguimos ver a lo lejos el grupo. Ambos nos miramos con una sonrisa un poco aliviados.

—Vamos Roy, Gon... —Killua se giró a vernos. —¿Eh? ¿Y Gon?

—¿Eh? —yo también me giré, Gon no estaba. —No lo se.

—¿¡No iba detrás de ti?! ¿¡Cómo es posible que le hayas perdido de vista?! —me recriminó el albino

—¡Tu tampoco te diste cuenta! —le recriminé de vuelta.

Ambos sabíamos que había pocas posibilidades de que Gon llegase, pero aún así ambos guardamos una pizca de esperanza de que se integrase en el grupo principal. Nosotros lo hicimos, uniéndonos al grupo y corriendo justo detrás de Satotz. Casi media hora después, llegamos finalmente al final del pantano. La niebla se disipó completamente, dejándonos afuera de un edificio amurallado con las puertas cerradas. La preocupación aumentó más cuando me di cuenta que entre el grupo de los llegados, unos ciento cuarenta y ocho aspirantes, no había ni rastro de Leorio ni Kurapika. Me quedé cerca del camino de llegada, a la espera de ver a mis amigos. Killua ya estaba diciendo cosas de que ahora que Gon no estaba, todo esto iba a ser aburrido siendo solo dos.
Entonces Hisoka apareció, caminando a paso calmado. Lo extraño era que sobre su hombro, cargado como saco de patatas, estaba Leorio inconsciente. Preocupado, me acerqué corriendo a él, seguido por el paso tranquilo de Killua, cuando Hisoka le dejó a la sombra de un árbol. Tenía el rostro golpeado.

—Que buen chico, preocupándose por su amigo. —comentó Hisoka, clavando sus ojos dorados sobre mi.

Sentí un enorme escalofrío recorrer mi cuerpo y mi piel volverse de gallina. Este hombre era aún más espeluznante visto de cerca. Tenía un aura extraña.
No dijo nada, solo sonrió con excitación y se marchó. Yo me encargué de atender la herida de Leorio inconsciente. Justo cuando empezó a recobrar la consciencia, Gon y Kurapika llegaron. Fue justo a tiempo. Inmediatamente ambos se acercaron a nosotros.

—Roy, ¿Leorio está bien? —preguntó Gon.

—Si, pero, ¿que diablos ha pasado? —pregunté.

Mientras terminaba de transcurrir el tiempo para que los que seguían atrasados llegasen, Gon y Kurapika nos relataron lo que había ocurrido. Al parecer Kurapika y Leorio se habían encontrado con uno de los encuentros de lucha clandestina de Hisoka cuando se perdieron por culpa de la niebla y, percibiendo que estaban en peligro, Gon se separó de Killua y de mi para ir a ayudar a sus amigos. Al final terminó con un Leorio intentando pegar a Hisoka con un palo pero que terminó siendo él el golpeado. De verdad, Leorio tenía un problema con darle a la gente con palos. Gon temrinó casi medio ahorcado y al final Hisoka se llevó a Leorio y Gon encontró el camino de vuelta gracias a la colonia del mayor, guiándoles a él y a Kurapika.
Solté un suspiro. ¿Cómo habían podido liarla tanto? Pero de inmediato sonreí un poco, aliviado de que estuvieran bien.

Una vez concluyó el tiempo de llegada, Satotz se encaminó a las puertas amuralladas del lugar y llamó la atención de todo.
—Felicidades a todos los que han llegado hasta aquí, el parque forestal de Biska, lugar donde se desarrollará la segunda fase del examen del cazador. Les deseo las mayores de las suertes, van a necesitarlas.

Oh, vamos, la segunda fase no podía ser peor que la primera. ¿Verdad?

Una vez Satotz se marchó, las puertas se abrieron. Sonreí emocionado, la segunda fase empezaba.

-----------------fin del capítulo 4----------------

Hoy ha sido un capítulo corto, pero espero que os haya gustado. ¿Cuál es el secreto de Roy?
Pronto lo sabremos.
Espero que os haya gustado este capítulo y nos leeremos en el próximo. ¡Bye!

HUNTER X HUNTER (Killua x oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora