Pov Reah
Los siguientes grilletes cayeron al suelo, dejando revelar el siguiente adversario. Se trataba de un hombre grande y musculoso, de piel azul y rostro muy desfigurado. Le faltaba la nariz, algunas partes de su oreja derecha, la izqueirda tenía un aparato de metal en su lugar. También le faltaban varios dientes. En uno de sus pectorales, se encontraban tatuados una serie de corazones, parecidos a los de los videojuegos para contabilizar la vida que tenías.
Para nada asustado de su aspecto desagradable, Kurapika se ofreció como el próximo participante en el tercer combate. Ambos se posicionaron en el cuadrilátero.—Al fin, mi víctima número veinte. —dijo, señalando los diecinueve corazones en su pectoral, riendo. —Solo haré esto si ponemos nuestras vidas en juego. Es todo o nada, así que espero me des un buen combate.
—Vale. —Kurapika actuaba con total normalidad. —Puedes decidir como nos enfrentaremos, no me importa realmente.
—Eres muy valiente... Propongo que peleemos en un combate de vida o muerte.
—Sin problema. —Kurapika se deshizo de su tabardo rojo y azul, quedando en una simple muda de ropa blanca.
—Espera, olvidé mencionar que no está permitido llevar armas. —dijo el prisionero, viendo las dos espadas de Kurapika. —Sería una clara desventaja, después de todo yo no tengo por ser un prisionero.
—Entendible. —Kurapika también se deshizo de sus armas. —¿Algo más que quieras añadir o podemos empezar ya?
El prisionero se quedó unos instantes antes de decir algo más, observando a Kurapika. ¿Porque le estaba observando tanto? Tomó aire, enseñando sus músculos flexionados después. Oh no, esto es peor de lo que me imaginaba, era un gym bro. Solo con esto me parecía ser uno de esos fanfarrones que lo que tenía de músculo le faltaba de cerebro.
Aquel hombre dio un salto y extendió su mano para golpear el suelo cuando cayó, Kurapika se apartó esquivando el golpe. Pero el ataque dejó un boquete en el suelo. Cuanto se levantó, se puso de espalda contra Kurapika. Una estupidez, dado que nunca debías darle la espalda a tu enemigo, era de las primeras lecciones que se impartían a los guardias del templo. También formaba parte del sentido común.
Hasta ahora Kurapika había mantenido la calma, pero cuando vio la espalda del sujeto, empezó a perder la compostura. En su omoplato derecho, se encontraba el tatuaje de una enorme araña.—Deja que me presente, soy Majitani, uno de los miembros de la Brigada Fantasma. —se presentó papá pitufo versión rata mamada de laboratorio.
Parecía muy a gusto en aquella situación, y sobretodo viendo como Kurapika le observaba con peculiar atención después de haber revelado su tatuaje. La brigada fantasma... ese era el grupo criminal que masacró a la familia de Kurapika y les robó sus ojos escarlatas. Aún me acordaba de la historia que nos contó cuando nos conocimos aquel día en el barco.
Por eso no nos sorprendió que los ojos de Kurapika se tornasen de un brillante color escarlata, revelando su odio e ira por la Brigada. Había visto colores rojos muy bonitos, mi cabello rojo era ciertamente bonito, pero no se podía comparar con el color escarlata de los ojos de Kurapika. Era ciertamente hermoso. Pero también significaba mucho peligro. En un parpadeo, Kurapika se movió a la bastante velocidad y se puso frente a Majitani, agarrándolo de la mandíbula y levantándolo del suelo.—E-Espera... alto, me.., me rind- —antes de que pudiera decir nada, Kurapika impactó su puño libre en el rostro del contrincante, dejándolo completamente k.o.
Killua soltó un silbido impresionado.
—Te haré una advertencia. —habló Kurapika, con voz pausada y calmada. — Primero, un auténtico miembro de la Brigada Fantasma tiene un número representativo en el tatuaje de la araña. Segundo, no les interesa decir ni enumerar a cuantos han matado, ni siquiera llevan la cuenta. Y tercero, no vuelvas a mencionar a la brigada fantasma en mi presencia. Si lo haces, te mataré.
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HUNTER X HUNTER (Killua x oc)
FanficCondescendencia, cuanto odiaba esa palabra. ¿Porqué siempre tenían que tratarla como una delicada flor? Especialmente cuando sabía que de delicada tenía poco. Era fuerte, lo sabía de sobra, solo necesitaba probarlo. Por eso se marchó, para trazar su...