Reunión con la hija de Lucifer.

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Adam estaba camino a su reunión con la líder de los ángeles exorcistas.
Lute le había dicho que no confiara demasiado en ellos, los angeles podían ser engañosos, falsos, incluso sádicos, pero era difícil recordar eso cuándo todo aquí parecía brillar por sí mismo. Las paredes eran azúl cielo con adornos dorados y transmitía paz y tranquilidad.

- ¡Adelante! - Canturreó una voz aguda y angelical al otro lado dela puerta.

Al abrir la puerta, se encontró con una chica de cabello largo y dorado, atado con algunas ligas. Tenía los ojos azules, la piel increíblemente pálida y las mejillas rojas, sus alas eran grandes y blancas y su ropa era un vestido azúl corto y botas negras hasta arriba de las rodillas.
Y una aureola flotaba sobre su cabeza.

Si le pidieras describir cómo pensaba él que decía verse un ángel, describiría a la chica.

- ¡Hola! Es un gusto conocerte, Adam. Mi nombre es Charlie. Charlie Morningstar.

El ángel levantó una mano hacia él, Pero en el momento en que Adam iba a estrecharla, su mano traspasó la de Charlie.

- ¡Uy! ¡Lo siento! Había olvidado eso.

- Espera, ¿Ésto es un holograma?

- Sí, papá no me deja bajar si no es el día del exterminio, además no es como que quisiera ir ahí de todos modos... ¡No me mal entiendas! Tu pueblo es... Pintoresco, pero... No.

A Adam le costaba creer que en verdad esa chica pudiera ser la líder de unos angeles tan sádicos como los exorcistas.
Parecía que no podría matar ni a una mosca.

Un momento.
¿Había dicho Morningstar?

- Espera, ¿Dijiste Charlie Morningstar?

- Sí, así es - Sonrió orgullosa - Hija de Lucifer, el ángel más leal y puro, mejor amigo del mismísimo Dios.

- ¿Eres hija de Lilith?

- ¡Ah sí! Tú salías con mamá, ¿Verdad? Claro que ella no me lo contó porque nunca en la vida la escuché hablar de tí, ella piensa que el tiempo contigo fué el peor de su existencia. ¡En fin! ¿Dónde están mis modales? ¿Quieres una dona?

Adam volteó hacia las manos del ángel que habían tomado el plato de donas de chocolate de la mesa.

- Hm, sí, supongo que podría...

Su mano traspasó el plato y parte de la mano de Charlie, quién soltó una carcajada volviendo a tomar asiento.

- ¡Ay lo siento! Última vez, lo prometo.

- ... Claro.

Si bien éste Ángel no era el más agradable, tampoco lo veía capaz de matar un demonio con sus propias manos.
Aún así, debía guardar la compostura, debía intentar ser amable o de otra forma no tendría oportunidad alguna para convencerla.

Charlie parecía ser alguien a quién podría convencer de encontrar la bondad en los pecadores.

Antes de que pudiera volver a hablar, la puerta detrás de Charlie se abrió. Y entonces entró uno de los ángeles exorcistas, su uniforme aún cubierto de sangre de pecadores y con la máscara puesta.

- Señora.

- ¡Vaggie! - Charlie dijo con los ojos iluminados - Llegas justo a tiempo, Adam acaba de llegar.

- Un gust-

Adam retrocedió cuándo el ángel exorcista levantó su lanza hacia él.

- Mantente alejado de ella.

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