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𝓥𝓲𝓿𝓪𝓶𝓸𝓼 𝔂 𝓺𝓾𝓮 𝓹𝓪𝓼𝓮 𝓵𝓸 𝓺𝓾𝓮 𝓽𝓮𝓷𝓰𝓪 𝓺𝓾𝓮 𝓹𝓪𝓼𝓪𝓻 ∞

Siento como el agua caliente de la ducha recorre todo mi cuerpo.
Mis pezones se endurecen, y empiezo a tocarme sin desenfreno.
No puedo llegar tarde a mí cita, así que termino con mis tocamientos.
Estoy completamente segura de lo que voy hacer hoy, sin miedo al que dirán.
Me aclaro el pelo y salgo de la ducha.
Miro la hora mientras me arreglo, aún es temprano.
Pinto los labios de rojo pasión, rojo cereza, un rojo triunfante a juego con mi ropa interior de encaje.
Escojo unos pendientes preciosos que combinan con mis ojos color miel, y me los resalta aún más.
Aliso toda mi larga melena negra azabache y por último me acicalo con mi perfume favorito con fragancia a jazmín.
Hoy será un día para dejarme llevar, sin remordimientos ni culpas.
Hoy empezará mi venganza.
He citado a Karim en el río, ese mismo lugar en donde me acosté por primera vez con Omar.
Quiero dejar de pensar en él, pero es inevitable.
No quiero que su recuerdo interrumpa los planes que tengo con Karim.
Mi vida amorosa es un desastre, siento que va de mal en peor.
¿Porque habiendo tantos brasileños en el mundo me tengo que fijar en un árabe de otro pais?
Quiero dejar de pensar por un momento en todo lo que me atormenta, y dejarme llevar por el deseo.

Otra vez aquí, otra vez en el río.
En este mismo lugar hice el amor por primera vez con Omar.
Dicen que uno siempre vuelve al lugar donde fue feliz, pero está vez es diferente.
Esta vez no es por amor , si no por venganza.
Otra vez la cascada, donde cae el agua con mucha fuerza y tan bello el paisaje.
-Amanda, estoy aquí - siento la voz de Karim llamándome a mis espaldas
Me doy la vuelta y está el, con una sonrisa de oreja a oreja y esos ojos color aceituna mirándome.
El sol alumbra su piel de ébano, y su torso bien tonificado.
Nos abrazamos, y me besa con pasión sin desenfreno.
Nuestras bocas se rozan como si se estuviesen esperando una vida.
No quiero pensar en Omar, y simplemente me dejo llevar por las ganas y el deseo.
Le arranco la camisa sin dejar de besarlo.
El saca con delicadeza mi vestido blanco, color de la inocencia.
Sus manos se pierden en mi pecho, y sus dedos juegan con mis pezones, acariciándolos.
Me desabrocha el sujetador rojo de encaje dejando mi piel bajo la luz del sol.
Sus ojos se pierden en mi tanga rojo, y lo arranca con su boca.
Sus labios gruesos recorren cada centímetro de mi piel.
Nos metemos en el río, completamente desnudos, y lo abrazo.
Mis piernas se abren y lo rodean en la espada.
Su miembro roza mi intimidad y me penetra con fuerza.
Acaricio su espalda mientras el sale y entra dentro de mí.
Es tan placentero como me toca y como me hace el amor.
Grito de placer, sin importar si alguien nos escucha.
Su miembro cada vez está más duro y grueso.
Nos venimos casi a la vez, y mis ojos se encuentran con los suyos.
Parecen dos soles negros.

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