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𝓓𝓮𝓳𝓪𝓻 𝓺𝓾𝓮 𝓵𝓪 𝓹𝓲𝓮𝓵 𝓬𝓾𝓶𝓹𝓵𝓪 𝓹𝓸𝓬𝓸 𝓪 𝓹𝓸𝓬𝓸 𝓽𝓸𝓭𝓸𝓼 𝓼𝓾𝓼 𝓭𝓮𝓼𝓮𝓸𝓼 ∞
𝘔𝘦𝘴𝘦𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴

Es la primera vez que quedo a solas con Omar, después de varios meses chateando con él por teléfono.
La verdad estoy un poco nerviosa, no me planteo tener nada con él, para mí es solo un buen amigo que parece guapo y ya.
No quiero cometer un error que pueda echar a perder esta amistad.
Yo ya sufrí mucho en el amor por Miguel y por Brais y no quiero volver a enamorarme de alguien y que vuelva a salirme rana.
No quiero pasar por lo mismo dos veces.
Omar es musulman, creo que será lo correcto que vaya un poco recatada a nuestra primera cita.
¿Cita? Es solo quedar con un buen amigo, no creo que deba llamarse "cita".
Omar ya me conoce de sobra, hemos trabajado juntos, así que paso de vestirme como una monja.
Está clarísimo, voy a ser yo misma.
Salgo de la ducha, y me pongo ropa interior de encaje azul a juego con un vestido azul cómodo y fresco de verano con demasiado escote.
Me echo mi perfume favorito de jazmín, y me maquillo un poco, pero soy más de ir a lo natural.
Me hago un par de selfies para colgar en Instagram y ya estoy lista para salir de casa.
El corazón me late más rápido que de costumbre y no sé porqué.
No lo entiendo.
Estoy junto al río, el sonido del agua calma mi mente y me relaja.
Siento como el agua fluye y van fluyendo mis pensamientos poco a poco.
Siento unos pasos detrás mía, y de pronto unas manos me tapan los ojos.
El corazón me late deprisa.
Acaricio sus largos y gruesos dedos.
Su tacto es demasiado suave, su piel es como si fuese de lana.
Me echo a reír y digo que es Omar.
Me deja ver, me doy la vuelta y lo veo riendo frente a mí.
Amo su sonrisa, unos dientes impecables y blancos como si fuesen perlas, y unos ojos grandes, luminosos y negros como si fuesen rocas del mar.
Caminamos por el paseo del río, y sin previo aviso me coge la mano.
Siento como unas mariposas revolotear por mi estómago.
Una sensación rara, que hace mucho no sentía.
Me habla de Egipto, su país, de las pirámides, del Nilo y de que echa mucho de menos a su familia ya que hace tiempo que no los ve.
Me cuenta que su padre murió cuando el era un niño, y me dolió mucho imaginarme esa escena.
Lo mal que lo tuvo que pasar Omar.
Yo le pregunto si le está gustando Brasil, y que es lo que más le gusta de mi país, me responde con una sonrisa en los labios que le encanta el amazonas, y los diversos animalitos que se encuentran en la fauna de mi tierra, y me habla de su continente, de África, de todos sus antepasados, de todos sus ancestros y me habla de sus creencias religiosas, del islam.
Me dice que el alcohol es haram, mal camino y que el en su vida nunca probó una gota de alcohol, yo le confieso mi verdad, que cuando salgo de fiesta me bebo tres o cuatro cubatas.
Me vuelve a decir lo mismo que hace dos años me dijo en la finca, que aún estaba a tiempo de cambiar e ir por el camino de Allah, de Dios.
Me fijo por primera vez en su cuello, tiene un colgante de acero, con una medalla de tentagrama, de la estrella de cinco puntas, más conocida como la estrella de David, un símbolo del judaísmo.
Me llama la atención porque Omar es musulman y de los radicales, ¿ Como es posible que lleve algo de la religión judía?
Prefiero pasar por alto este detalle y no preguntarle.
A lo mejor lleva ese colgante desconociendo su significado, y no quiero que pase un momento incómodo si se lo pregunto.
Me confiesa que lleva enamorado de mí desde la primera vez que me vió y que es virgen, nunca tuvo relaciones con nadie.
Esa confesión me pilla por sorpresa, no sé muy bien cómo reaccionar.
Le pregunto que como es posible que sea virgen a su edad, puesto a que es cuatro años más mayor que yo y me responde que ellos no son como nosotros.
¿A que refiere? Yo soy cristiana y el es musulman, se supone que adoramos al mismo Dios, o eso al menos creo.
¿Que nos hace diferentes?
-Amanda, nosotros no somos como vosotros. Nuestra cultura es distinta. El sexo antes del matrimonio está prohibido, pero tú me gustas de verdad y quiero hacer el amor contigo.
Me quedo sin saber muy bien que decir, las mejillas me arden y se ponen coloradas.
Siento un sofocón de repente.
Me besa sin previo aviso.
Un beso apasionado, lleno de lujuria y de deseo , y también robado.
Es como si su boca estuviese esperando una eternidad a la mía.
Cierro los ojos y me dejo llevar.
Lo beso con ganas, con demasiadas ganas de él.
En teoría los amigos no deben besarse en la boca, pero yo ya no puedo ser su amiga después de esto.
Su mano se pierde por mi espalda y baja más abajo, me levanta el vestido y aprieta fuerte mis nalgas.
Sigo besándolo excitada.
Dejó escapar un gemido cerca de su oreja, y me arranca el vestido, y me besa sin desenfreno.
Le saco su camiseta blanca y puedo ver su cuerpo de ébano bien formado.
Su mano se desliza en mi intimidad y me acaricia el clítoris.
Introduce un dedo, y después el otro.
Le suplico mirándole a esos ojos azabache que me haga suya de una vez.
Me acuesta sobre la hierva y se pone encima de mí y mete todo su miembro erecto en mi intimidad.
Me penetra con fuerza, y estallo de placer.

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