O19.

4 0 0
                                    

— Yongbok

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Yongbok.

Una voz familiar hablaba desde la distancia. No conseguía ver con nitidez, sus ojos se sentían pesados, siendo imposible para el chico abrirlos. Tenía frío, probablemente se le había caído la sábana mientras dormía, como muchas otras noches le pasaba.

— Yongbok, despierta.

Alguien zarandeaba su hombro, muy probablemente el dueño de la voz. Le hablaba en un susurro, haciendo que fuera incluso más difícil el recobrar la consciencia. La insistencia hizo que poco a poco mirara a su alrededor, tratando de ubicarse.

Felix se sentó en su cama. Changbin tenía la sábana caída en su mano, y se dedicaba a echársela por encima con una sonrisa.

— ¿Qué...? —el mayor puso uno el dedo índice sobre los labios del menor, haciendo que se callara.

— Habla bajo, o despertaremos a tu amigo —señaló por encima de su hombro al chico castaño tendido sobre su cama, durmiendo como un ángel.

— ¿Qué hora es? —preguntó el pecoso, adormilado.

— No lo sé. No tengo reloj.

— ¿Y qué haces aquí? Ya casi nunca apareces, y nunca lo habías hecho a altas horas de la noche.

La oscuridad los envolvía, pero aún así pudo distinguir el rostro del mayor, de pie junto a su cama, mirándole sonriente. Felix se frotó uno de los ojos. Todo estaba siendo muy extraño.

— Espera, ¿cómo me has llamado?

Changbin apoyó el peso en la otra pierna, cruzándose de brazos aparentando seguridad.

— Yongbok.

— Para.

— ¿Por qué? Es bonito.

— No. Lo odio, es horrible.

— Pues a mi me gusta —la cabeza de Felix estaba a punto de explotar.

— ¿Y por qué me llamas así?

— Por que es tu nombre real, ¿no es obvio?

— No se lo he dicho a nadie. Nunca —el menor se sentó con las piernas cruzadas sobre la cama, algo molesto—. Nadie me llama así.

— Yo sí lo hago.

— No. De hecho, no deberías saberlo. Solo lo conocen mis padres.

— Me lo dijiste tú.

— Imposible.

— ¿No lo recuerdas?

— Déjate de juegos, Changbin. No me hace nada de gracia.

— Oh, vamos, ¿no te acuerdas? —tomó asiento junto al chico, quien lo juzgaba con la mirada sin creer lo que estaba sucediendo.— Me lo dijiste cuando nos conocimos.

ALGUIEN QUE NUNCA EXISTIÓ ︙ changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora