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Felix salía de la Universidad ese lunes tan nublado de primavera

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Felix salía de la Universidad ese lunes tan nublado de primavera. Su última clase había terminado una media hora más tarde por gusto del profesor, y podía oír sus tripas rugir del hambre que tenía. Hacer clases al mediodía no era nada sano.

— ¿Qué es eso? —Changbin llamó la atención de Felix levantándose de uno de los bancos del paseo hacia la salida del campus. La chaqueta de cuero y los pantalones rotos no combinaban en absoluto con su personalidad.

— ¡Oh! ¿Qué haces aquí? —una enorme sonrisa tardó demasiado poco en adornar su cara.

— He venido a buscarte, como te prometí ayer.

— Cierto... No sé, no creí que lo hicieras —el mayor frunció el ceño, aparentando estar molesto.

— ¿No confías en mis palabras?

— Por supuesto que lo hago, pero no estoy acostumbrado a pasar el rato con alguien. Supongo que ese es el motivo, y mi cerebro no... lo asimila.

— Bueno, me encargaré de que eso cambie —sonrió con dulzura, iniciando el paso haciendo que ambos siguieran con el camino. Volvió a fijar su mirada en la tarjeta que Felix llevaba entre sus manos, admirando la imagen impresa en ella.

— ¿Qué, salgo bien?

— Sí, la verdad.

— ¿Y a que es un carnet bonito?

— Bastante. La combinación de colores es muy buena, es elegante pero sin ser demasiado aburrido, en mi opinión.

Felix no pudo evitar reír al recordar la conversación que tuvo con Chan y Hyunjin el fin de semana. Es que aún no entendía como podían haberle hecho una licencia tan fea. Pero bueno, era útil igual, que era lo realmente importante. Changbin lo miró preguntándose si había dicho algo fuera de lugar, o si se había tomado la pregunta demasiado en serio por la reacción del menor.

— Un amigo mío tiene un carnet horrible. Nos estuvimos riendo de él.

— Pobre.

— Te caería bien. Tanto Chan como Hyunjin. Son las únicas personas a las que puedo llamar amigos de verdad. Siempre se han preocupado por mi.

— Me alegro de que te hayan cuidado tan bien todo este tiempo.

— Espero poder presentártelos pronto. Podríamos quedar un día todos para comer.

— Suena bien, aunque me da un poco de vergüenza. Pero, hablando de comer... ¿Haces algo ahora?

Nop. Iba hacia mi casa.

— ¿Te apetece ir a algún sitio? Yo invito.

— No, nada de eso...

Tan sumergido estaba Felix en su conversación que no se dio cuenta de que un par de ojos lo observaban desde la distancia. El hijo de la directora de la Universidad lo juzgaba, tensando el agarre en las cuerdas de su mochila.

ALGUIEN QUE NUNCA EXISTIÓ ︙ changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora