Capítulo 4 - La araña 🕷️

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Al ver a esa morena allí, me sentí extraño, le grité, fui grosero, últimamente no me soporto ni a mí mismo, cómo me he vuelto así, un aburrido, un gruñón. La vi volver a su casa, asustada. Pero espera, no era el rancho de una pareja joven, ¿lo había comprado ella? Pensé en irme y disculparme por mi descortesía, pero también en que ella tenía que entrar y acercarse a mi lago. Respiré hondo y volví a lo que había planeado, ese día tenía que estar de guardia en el hospital de la Villa.

[...]

Pasaron unos días, Victoria se estaba adaptando bien a su nueva realidad, Cléo se había adaptado muy bien con ella y Liza en el rancho, claro que había días en que el llanto era inevitable, la bebé extrañaba a su mamá y a su papá. Algo que a veces entristecía a Victoria, que un ser tan pequeño estuviera solo. Pero Victoria satisfacía las necesidades de Cléo, creando un vínculo increíble con ella. Las dos dormían juntas, Victoria bañaba a la niña en la bañera grande y se quedaba con ella en el agua. En algunas ocasiones, cuando Cléo dormía con Victoria, se despertaba y buscaba el pecho, queriendo mamar, y Victoria lloraba un poco de impotencia, pero Cléo se quedaba callada y acababa durmiendo de nuevo.

- ¡Ay, Dios! - Vi que ese bichito corría hacia Cléo después de haberme picado, así que cogí un cacharrito y atrapé la araña, como no sabía si era peligrosa o no, la guardé. - Cariño, vamos a tener que irnos.

La senté en su sillita y cogí mis maletas, ya era una experta en esto de salir sola con mi niña, un bolso y una mochila, a veces incluso llevábamos dos, una que se quedaba en el coche. Cogí mi bolsa y nos fuimos al hospital local. Vivir en un rancho tenía sus desventajas, el centro de salud era el del pueblo más cercano.

- Señora, sólo tenemos un médico de guardia, ¡hasta pronto! - la enfermera me miró y sonrió a Cléo, que estaba en el carrito. Asentí y me senté, la zona donde me había picado la araña ya empezaba a ponerse roja y a picarme.

Victoria Sandoval, oí que me llamaba una voz gruesa, cogí mi bolso y con Cléo en el cochecito me acerqué a una puerta abierta.

- ¡No atendo, bebes! - siseó y yo me reí.

- No es su paciente, mi hija vino conmigo, yo sí, mire la edad de la paciente. Buenas noches a ti también.

- Antonia, ¿dónde está el pre-servicio aquí? - Oí decir a una joven que iba a dar a luz. Se sentó y me miró, señalando la silla que tenía delante. - ¿Qué le pasa?

- ¡Me ha picado una araña! - me miró con curiosidad. - Era pequeña, mediana, marrón, no como las que comen insectos, era un poco más grande. - Le enseñé mi brazo, estaba casi a la altura del codo, lo miró y se levantó.

- ¿Cómo sabes que era una araña? - Odio las arañas, pero tenía razón, era una araña. La vi poner los ojos en blanco y esbozar una corta sonrisa, Dios mío la hubiera besado en ese mismo instante.

Me di cuenta de que mi información estaba siendo cuestionada, cómo que si estaba segura de que era una araña, me di la vuelta, cogí mi bolso y saqué la cosita que aún estaba en el tarro.

- Sí, así es -saltó sobre mí y luego corrió hacia mi hija, ya sabes, instinto de madre protectora-.

- Vaya, ¡has cogido la araña tú sola! - Me reí y la miré, qué mirada más bonita tenía. - Bueno, enhorabuena por su hazaña, señora Sandoval.

- Señorita Sandoval por favor, bien Solo Victoria, sí la atrapé, me dan miedo las arañas, pero como iba cerca de mi hija, no le di mucha importancia.

- Bien, vamos a mirarla más de cerca, le aplicaré un antídoto que tenemos disponible, pero tendrá que venir más a menudo para que la revise, esta araña no es mortal, pero puede dejar secuelas en la piel. - Abrí el armario, preparé la inyección, preparé el suero y llamé a Antonia para que me ayudara, ya que tendría que aplicarle la pomada y ponerle la vena de acceso para ello y le pedí que llamara a alguien del veterinario para que me ayudara, para saber realmente qué era esa araña.

Algo Inesperado - EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora