Capítulo 24 - Falsos Recuerdos y síndrome de Takotsubo | Rachel

20 5 1
                                    

Bajo en el ascensor del hospital, pienso en Brat y en la nota que le he dejado, en lo guapo que estaba durmiendo, necesita descansar y poder procesar todo lo que ha pasado; lo de Richard, que soy policía y las duras palabras y acusaciones de la madre de este.

Me dirijo como una autómata al coche, dirección a la comisaría. Las palabras de esa mujer resuenan en mi cabeza constantemente, pienso averiguar qué es lo que sabe, que nos está ocultando.

Me meto en el coche y conduzco hasta la comisaría, entro en el parking y apago el motor, pero me quedo sentada y apoyo la cabeza en el volante. Pienso en lo que tengo que hacer, en no perder el control cuando la interrogue. «Mente fría Rachel»; me digo a misma, aprieto los ojos y recuerdo a Brat cuando me contempló con esa cara y esa mirada que podría haber derretido un polo...

Salgo del coche decidida a descubrir toda la verdad. Me meto en el ascensor y presiono la planta 3. Cuando las puertas se abren, mis ojos van directamente a la sala de interrogatorios. Camino con paso firme, más deprisa de lo normal. Llego delante de la puerta, miro a mi izquierda y veo cómo Andrew me da el visto bueno con la cabeza, giro el pomo de la puerta y la veo ahí. La miro como un animal mira a su presa.

-Bienvenida, señora Graham. -Cojo la carpeta que mis compañeros han dejado preparada previamente y me siento en frente. La mujer aprieta los labios con fuerza. Una mezcla de rabia y compasión me nubla el pensamiento. Siempre he pensado que no hay nada más doloroso que perder a un hijo. Ver cómo el ritmo natural de la vida se invierte para arrancarte de los brazos lo que has albergado en tus entrañas. Respiro. Y vuelvo a hablar, espero que esto no se convierta en un monólogo.

-Actualmente, se le acusa de intento de agresión, entiendo que atraviesa una situación complicada... pero pagar su frustración no va a ayudar a su hijo, a Richard.

-Tú no entiendes nada, ese desgraciado es el culpable de que mi hijo esté luchando por su vida. -Observo como su mandíbula se tensa. En un interrogatorio es primordial fijarse bien en las señales corporales.

-¿Qué le hace pensar eso? -Sigo con la mirada como lanza su mano hacia el bolsillo y extrae una carta escrita a mano. Palidezco al momento, lo noto porque unas gotas de sudor rebelde mojan mis sienes. Es la letra de Brat. La misma con la que adorna los manuscritos que recibimos casi a diario en la editorial, aquellos de los autores que aún eligen el papel como medio de transmisión.

La señora Graham la extiende sobre la mesa de metal y leo su contenido en voz baja:

"Has ido demasiado lejos. Te dije que confiaras en mí. No tendrías que haber seguido mis pasos. Ahora no puedo dejarte ir. Lamento mucho que todo vaya a terminar así amigo, pero no puedo dejarte ir con lo que sabes o mi vida también correrá peligro. Eres tú o yo."

Salgo apurada de la sala de interrogatorios. Mando a unos agentes a tomar las huellas dactilares de la señora Graham y corro hacia el laboratorio de Melissa.

-Coge guantes, tenemos algo. -No se molesta en contestar, obedece y me sigue.

Coge la nota y la deposita en una bolsa de plástico para transportarla a su laboratorio. Pese a que es una distancia corta, Melissa es la persona más protocolaria que conozco. De verdad espero que si alguna vez me matan, que espero que no, sea ella quien se encargue de meter entre rejas a la persona que lo haga.

-Rachel, necesito contrastar. -Me acuerdo repentinamente de que justo uno de los manuscritos de la editorial está en mi bolso. Se lo entrego a mi amiga y rezo, yo, atea, para que pueda demostrar que esto no es real. Quiero pensar que no es posible, hemos dormido juntos... bueno, yo me dormí, pero con el estado de embriaguez que llevaba es difícil asegurar nada.

Pasan unos 30 minutos cuando Melissa grita emocionada.

-¡Bingo! Es falsa. Ven. -Con una especie de monóculo de efecto lupa pasa por las letras-. Mira el brazo de la "t", en la carta es ligeramente más alargado en el lado derecho, mientras que en el manuscrito aparece centrada casi a la perfección pero con una leve inclinación descendente. Mira también el bucle de la "p", aquí podemos ver cómo es ovalado, mientras que en la muestra de Brat es totalmente redonda. Qué más... ¡Ah sí! La más llamativa. La letra "g" que tenemos aquí contiene un ojal casi cerrado por completo al estar muy próximo al asta descendente. Por el contrario, en la que sabemos que es original, el ojal es prácticamente inexistente. Me parece una copia bastante barata, ni AliExpress se atreve a tanto.

Beso a Melissa con la emoción y el miedo contenido. Dereck sigue intentando manipular la información a su antojo, pero yo cuento con la mejor científica forense y amiga de todo el distrito. Esto va a ser divertido.

-¿Desde cuándo eres grafóloga? -No puedo ocultar el brillo de orgullo que lanzan mis ojos a mi mejor amiga.

-No lo soy, pero sí que reconozco los rasgos grafológicos básicos. Aunque no necesito ser grafóloga para decir que, si ha sido Dereck quien lo ha escrito... estamos ante un psicópata de manual...

Salgo del laboratorio y me dirijo de nuevo a la sala de interrogatorios.

La señora Graham tiene la cabeza ladeada, apoyada sobre sus brazos encima de la mesa. Mira en dirección a la gran ventana de un lado de la sala; ese de vidrio especial de perspectiva unidireccional que se usa para la observación encubierta. Sabe perfectamente que la están observando. Pero, no le importa lo más mínimo. Incluso ahora que he entrado en la sala, su posición no cambia en absoluto.

-¿Señora Graham? -Utilizo un tono de voz suave. Si algo he aprendido en mis años de profesión es a tener empatía.

Ella no responde.

Cuando escucho los espasmos de su sollozo me estremezco.

Doy la vuelta a la mesa para ponerme a su lado y calmarla, pero lo que veo me estremece aún más.

La cara de la señora Graham se ha puesto de un tono pálido. Por sus ojos no se derrama ni una sola lágrima y sus pupilas están totalmente dilatadas. Su mirada está totalmente perdida, mirando al mismo punto que hace unos minutos, y no reacciona. Sus labios están azulados. Pongo mis dedos en su cuello, su pulso es débil. Su piel está fría y húmeda, está helada.

-¡Señora Graham! Reaccione por favor. -La zarandeo, intentando que responda.

Su estado de shock continúa.

-¡Andrew! -grito, mirando en dirección al ventanal-, ¡Llama a una ambulancia! -mi voz tiembla y sale ronca desde mi garganta.

Andrew entra a la sala como alma que lleva el diablo. Pero, cuando ve mi rostro, sus facciones cambian y el temor aparece en sus ojos. Aunque es un hombre con muchos años de experiencia como comisario, puedo sentir su miedo escapando por cada poro de su piel.

-¿Qué está pasando? -pregunta con apenas un hilo de voz. Las palabras se le han quedado atascadas en la garganta.

-¿Por qué la habéis dejado sola? -Hago caso omiso a su pregunta y respondo con otra.

Me mira un segundo y agacha la cabeza.

-¡Andrew!, ¡te he hecho una maldita pregunta! -vuelvo a gritarle. En este momento me da igual que sea mi superior.

Él sigue sin responder. Pero, yo sé la respuesta, porque ya ha pasado otras veces; estaría teniendo sexo con una de las chicas de la comisaria, con cualquiera de ellas. La única que aún no ha caído en su juego es Melissa, cosa que agradezco. Prefiero su silencio, porque no hay peor decepción que te mientan cuando ya sabes la verdad.

-No voy a perder tiempo discutiendo contigo. -Aspiro aire exterior hacia mis pulmones. Me he quedado sin aire por el pánico-. Ayúdame a moverla y acostarla bocarriba. Hay que iniciar con la RCP en lo que llega la ambulancia. Ha ingerido drogas, posiblemente LSD. -Busco con la mirada algún empaque o frasco de píldoras que esté a la vista.

Andrew sale corriendo de la sala y yo maldigo por lo bajo. ¿Esta mujer ha entrado en la comisaría con drogas y no nos hemos percatado? ¿O alguien la ha drogado? Maldita sea.

Pulso a la lujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora