Capítulo 10 - Un ojo morado, una dulce venganza y un secreto a gritos | Brat

91 19 24
                                    

Me miro al espejo del vestuario y maldigo a Dereck, como pude bajar la guardia y dejar que me pusiese un ojo morado... Lo que él no sabe es qué pienso devolvérsela.

Me quito la ropa sudada tras la sesión matutina de gimnasio antes de ir a la oficina y me meto en la ducha. El agua cae sobre mi cuerpo e inevitablemente pienso en ella, en sus caderas, en su culo, en sus pechos, en el masaje que le di la noche anterior en mi casa y mi polla se pone como una piedra. Me apoyo con la mano en la pared de la ducha, el agua cada vez está más caliente y yo también lo estoy. Paso mi mano por mi frente, por mi cara, diciéndome a mí mismo que deje de pensar en ella, pero mi cerebro y mi cuerpo tiene otro plan para mí. Mi mano baja instintivamente por mi abdomen y me agarro la base de la polla. Muevo la mano, despacio y me doy placer. El agua sigue cayendo encima de mi cuerpo y en mi mente solo está ella, mis manos por su cuerpo, mis labios por su espalda... me doy placer cada vez más rápido, no me puedo creer que esté haciendo esto en la ducha del gimnasio. Bombeo la polla más rápido, sé que estoy a punto y empiezo a abrir la boca de placer deseando que en lugar de mi mano fuera la boca de Rachel y ese último pensamiento es el que me hace estallar contra la pared de la ducha. Abro los ojos y veo cómo mi semen cae por la pared, estoy perdiendo la cordura. Cojo la manguera de la ducha y lo limpio. Ahora mismo prefiero no pensar en esto, así que termino de ducharme y salgo.

Me visto y me pongo el traje para ir a la oficina directo, necesito verla y aclarar unos temas con Dereck.

Antes de salir vuelvo a verme en el espejo y mi ojo se ve realmente mal, el cabrón tiene un buen gancho.

Salgo y bajo al garaje del gimnasio, me subo al coche y arranco. Conduzco hasta la oficina. Estoy dispuesto a enfrentarme a él, a luchar por lo que es mío, por muy difícil que sea, un día alguien me dijo; Las cosas imposibles solo son un poco más difíciles.

Y yo estoy dispuesto a luchar hasta el final.

Llego a la oficina y ahí está mi corderita, me quedo mirándola perplejo «¿Que cojones lleva puesto?» pienso. Esto es obra de Dereck, no tengo pruebas, pero tampoco dudas. Agradezco haber madrugado para ir al gimnasio. Por lo menos ahora mis músculos tensos y endurecidos por el ejercicio quitarán algo de atención a mi ojo violáceo magullado.

Quiero hablar con ella, pero no debo acercarme, no ahora con el ojo como lo tengo, no tengo ganas de responder a sus preguntas y menos vestida con la chaqueta de mi hermano. De verdad, no puedo creer que vaya así por la oficina y menos notándose descaradamente que todo está relacionado con Dereck.

Intento dirigirme hacía mi mesa, pasando a su lado de forma sigilosa, pero es inútil, ella me ve y me llama.

—Brat, buenos días, cuando tengas un momento me gustaría hablar contigo —dice ella con voz amable y profesional.

Me paro en seco, me quedo de espaldas unos segundos, hasta que entiendo que es mejor contestar.

—Rachel, tengo mucha prisa. ¡Luego hablamos!

—¿Me puedes por lo menos mirar mientras me hablas, Brat? —dice casi furiosa mientras escucho sus pasos detrás de mí.

—Ehh... Esto, buenos días. —saludo mientras me giro y bajo la cabeza.

—¡¿Pero qué coño te ha pasado?! —grita tan alto que toda la oficina se nos queda mirando.

—Shhh... calla, por favor, Rachel. No es necesario que grites como una animadora de instituto en el partido de su ligue —desliza su mirada encendida por lo que parece ¿curiosidad? ¿Preocupación? No lo tengo claro.

—Ya puedes soltar por qué tienes el ojo de esa forma. Abstente de decir tonterías como las del pomo de la puerta, ya sabes que no me chupo el dedo...aunque te puedo enseñar cómo chupo otras cosas — La intensidad de su mirada se suaviza con la broma que rompe la tensión el ambiente. Cada vez me impresiona más esta chica. Tan sugerente y enigmática que es capaz de desestabilizarme en segundos.

Pulso a la lujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora