Cuando veo el mensaje de WhatsApp un sentimiento de ira absoluta me recorre desde los dedos de las manos hasta la punta de los pies. Brat borra el mensaje prácticamente sobre la marcha, pero, aun así, he tenido tiempo más que suficiente para leer cada letra. Ellos juegan con la poca paciencia que tengo y sin darse cuenta comienzan a mezclarse en un juego peligroso; donde serán los más perjudicados, sobre todo Brat.
Cuando subo a mi coche estoy totalmente concentrado en lo que debo hacer, tengo que pillarlos infraganti, y demostrarle a Brat que haber hecho caso omiso a mis advertencias le va a salir muy caro. Él no conoce mi verdadera naturaleza, pero si es lo que busca, quizás es el momento de demostrárselo. Poco me importan los ínfimos lazos sanguíneos que nos unen, me encuentro deseoso de enseñarle la oscuridad más profunda del abismo de mi interior, para hacerlo caer en el pozo más absoluto de miseria, dónde siempre ha debido estar.
Por una vez me permito poner música para relajarme mientras llego a mi destino: «Into The Darkness de The Phantoms» suena a todo volumen y muestro mi sonrisa más lasciva, disfrutando de esa canción que representa todo lo que tengo en mente.
Con respecto a Rachel, parece que mis últimas advertencias no han sido lo suficientemente claras, se empeña en seguir actuando sin tener en cuenta sus actos. Me reta continuamente y juega conmigo sin ningún tipo de miramiento, me pone furioso su actitud y, también debo hacer algo con ella, pero sé que mi mente me va a jugar una mala pasada, no puedo ser objetivo porque me gusta demasiado, jamás ninguna mujer me ha hecho dudar de mi propia voluntad para tomar decisiones.
Golpeo el volante y empiezo a pensar en lo que voy a encontrarme cuando llegue al hotel, los pensamientos vuelan de aquí para allá por mi mente. Revivo mi sueño de Brat tocando el cuerpo de Rachel y empiezo a rechinar los dientes sin darme cuenta, mordiéndome la lengua tan fuerte que el sabor a sangre me recorre el paladar. Al sentir ese líquido dentro de mi boca esbozo otra sonrisa, esta vez más lujuriosa que la anterior; sin deseo, solo llena de ansia voraz por sentir después de mucho tiempo la sangre recorrer una parte de mi cuerpo.
—Brat, escóndete donde puedas, porque cuando te encuentre, será tu sangre la que va a bañar mi cuerpo —digo en voz alta, solo para mí, disfrutando de cada una de aquellas palabras.
Conduzco de manera violenta por la autopista haciendo caso omiso incluso a los radares que encuentro por mi paso. La rabia que siento ahora mismo nubla mis sentidos y hace que mi conducción sea aún más temeraria todavía. Muevo mis dedos sobre el volante al ritmo de la música para intentar disipar la tensión que me encoge los hombres. En el coche suena «Hightway to hell» y sonrío al pensar que Brat va a preferir estar en el infierno que entre mis manos cuando lo encuentre.
Llego al aparcamiento del hotel que marcaba la ubicación que me ha mandado Hannah antes de salir del despacho de la editorial. Que bien me siento dándole órdenes a esa puta. Si Rachel no estuviese ocupando mi obsesionada mente, ya me la habría vuelto a tirar. Alguna ventaja tendría que tener ser su jefe. Una risa se escapa de mi garganta al ver que el rol jefe-trabajador me pone demasiado. El coche de Rachel está fuera aparcado con prisas, vaya, el calentón no les dio para más. Entro al recinto y analizo con la mirada el recibidor. Un botones con el carro lleno de maletas tropieza conmigo y, tras fundirlo con la mirada, me recoloco el traje.
Me acerco al bar y pido un whiskey doble con hielo. La camarera me sonríe de forma amable y le entrego con cierta sorna la tarjeta de la editorial.
—Si quieres escribir tu propia historia, llámame. —Dejo los billetes sobre la mesa que hace de barra. Lo que para ella va a ser una buena propina para mí no es más que calderilla. Con el alcohol combinándose con la ira que aún bulle en mis vasos sanguíneos, me levanto y camino hacia mi próximo destino: la recepción. Me planteo la posibilidad de pasar la noche. Los voy a encontrar aunque tenga que pasar toda la noche yendo puerta por puerta.
Voy hasta la recepción para pedir una habitación para dormir. La mujer que me atiende me dice que no tiene habitaciones libres esta noche, está visto que hoy no es mi día de suerte. Decido ir hasta el coche para volver a las oficinas, he salido tan deprisa que me he dejado todos los papeles encima de la mesa, creando un caos que no es normal en mí, alguien puede sospechar o ver papeles que no quiero que vean.
Me subo al coche y arranco, la noche está malditamente oscura y con estas carreteras infinitas voy a tener que poner las largas si quiero llegar vivo.
Conduzco a una velocidad inferior a la que suelo ir, pongo la radio, estoy muy cabreado, el cabrón de Brat se está follando a Rachel, él sabe que es mía, quiere quitarme todo lo que me pertenece, pero no voy a dejar que me la arrebate.
Acciono el mando del parking y entro, aparco mi deportivo cerca del ascensor, no me gusta andar por aquí a oscuras, nunca se sabe quién puede aparecer sin esperarlo, pienso. Apago el motor y salgo del coche, voy hacia el ascensor, llamo, pero el botón no se ilumina, está parado o con las puertas abiertas, lo que me faltaba ya para rematar la noche, que el puto ascensor este parado. Aporreo la puerta con el puño.
—¿Hay alguien? —grito. Pongo la oreja en la puerta del ascensor y oigo voces dentro—. Quienquiera que sea que esté ahí, que salga del puto ascensor y más vale que sea pronto... —Putos subnormales.
Decido que llamar al técnico del ascensor es perder el tiempo, por lo que vuelvo sobre mis pasos hasta el coche, abro el maletero olvidándome la delicadeza en casa y saco una herramienta de hierro que me servirá para hacer palanca. Como alma que lleva el diablo me remango la camisa y desabrocho los botones que se encuentran más próximos a mi cuello para dejar a mis pectorales más libertad de movimiento. En ese mismo instante un recuerdo invade mi mente:
[...]
—¡Tenemos que salir ya! —comenta mi acompañante a mis espaldas. —Forcejeo con la cerradura de la puerta mientras veo cómo las llamas devoran el edificio en el que nos encontramos.
—Nos han tendido una trampa —admito tras encajar el golpe de que la operación no ha salido como esperábamos.
Miro a mi alrededor y entre el humo negro que ha provocado el incendio vislumbro una palanca de metal. Corro hacia ella y me aseguro de que su temperatura no haya aumentado demasiado. Vuelvo hacia la puerta y conseguimos salir a tiempo. Una estruendosa explosión acompaña nuestra salida. Miramos el edificio ya desde el coche, antes de acelerar a fondo para dejarlo atrás.
—Lo hemos conseguido Michael, la mercancía de los cobra ha sido destruida —lanzo las palabras más para mí mismo que para el acompañante que se encuentra ahora mismo al volante del monovolumen.
[...]
Hago presión entre ambas puertas del ascensor para conseguir abrir las puertas. Para sorpresa de nadie y siguiendo con la racha de mala fortuna que seguro mi horóscopo auguraba el ascensor no está en esta planta. Observo con detenimiento el cubículo y observo que los cables son lo suficientemente fuertes como para soportar mi peso. Estoy maquinando cómo alcanzar mi objetivo de un salto, cuando de pronto el ascensor recobra la marcha. No puedo evitar la sorpresa cuando se abre.
—Buenas noches, Dereck, te estábamos esperando. —La sonrisa de Rachel se ensancha al verme y mi rostro rueda hacia Brat que me apunta con una pistola.
Siento un escalofrío que me recorre toda la espalda. ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué este gilipollas tiene una pistola? Y lo peor, ¿por qué está Rachel con él?
—¿Qué quieres de mí, idiota? —digo intentando no perder los nervios.
Miro a Rachel unos segundos, veo que me está mirando, disfrutando con la situación, ya que esboza una pequeña sonrisa malvada, tanto que parece perversa. Tiene la mano apoyada en su barbilla. De repente, avanza unos pasos en mi dirección y se para frente a mí, está tan cerca que puedo sentir su calor, su respiración, y al revés de lo que puedan pensar, esta situación, este poder que está ejerciendo sobre mí, y esa mirada fuerte, me provoca excitación. Casi se me olvida que el otro idiota es el que me está apuntando con la pistola.
—¡Vamos a hablar un ratito, mi amor! Creo que vamos a pasarlo de maravilla juntos —dice Rachel mientras me pasa los dedos por la cara.
ESTÁS LEYENDO
Pulso a la lujuria
RomancePulso, véase como la onda de presión que recibe el corazón de Rachel con cada bombeo extra que le provoca Dereck. Lujuria, entiéndase como la corriente eléctrica que recorre el cuerpo de Rachel cada vez que se acerca Brat. Pulso a la lujuria, fuego...