Molestia, intolerancia, orgullo, excitación, tensión y taquicardia ¿Qué sentir era más fuerte, cuando se encontraban el uno con el otro?
Jimin era un hombre hostil. No había algo que le importara además de su hijo, mientras Yoongi solo era un hombre...
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Un suspiro escapó de los labios de Yoongi, debajo de la mascarilla, mientras giraba lentamente el cucharón en la olla de guiso; sacando un poco de este mismo, colocándolo en la bandeja que se le era extendida. Admitía que era un trabajo muy fastidioso, el estar todo el día haciendo deberes de cocina, era algo poco cómodo, sin embargo, prefería aquello mil veces a estar en el campo de entrenamiento arrastrándose por el suelo o estar lavando los uniformes
-Gracias- agradeció un hombre de baja estatura, en el momento donde Yoongi depósito el guiso en su bandeja
-No hay de que- respondió con cortesía, volviendo a revolver el comestible en la olla, observando de reojo a sus compañeros y como discutían por no encontrar el saco de arroz
-Te dije que los buscaras en el almacén- hablo con un tono molesto, empujando bruscamente al chico frente a él- estaremos en problemas por tu mala memoria
-no es tan importante- elevo la voz, devolviendo el empujón, haciendo que el más alto chocara contra unas ollas, creando un sonido estruendoso
-Claro que lo es, el arroz es importante- abrió de más sus ojos, mostrando la indignación que sintió por las palabras ajenas
-si tanto lo es, búscalo tú- le señalo con un movimiento de su barbilla
-guarden silencio- pidió el castaño, dejando un poco de guiso en otra charola- están haciendo una escena
- ¿Qué dijiste? - frunció su ceño
- ¿acaso quieres que el sargento Park venga por ti? - preguntó con completa obviedad, sabiendo muy bien la rigidez que se apoderó del cuerpo del chico altanero... todos temían del pelirrojo como para permitir que este se los llevara arrastras al campo o al mismísimo bosque
-Min tiene razon idiota- insulto, golpeando la parte trasera de la cabeza ajena, nadie deseaba que el mismo demonio apareciera en cualquier momento- pero, nada de esto resuelve el problema del arroz- volvió al tema inicial
-Yo puedo ir por él- se ofreció, dejando el cucharón en la olla, solo deseando un poco de aire fresco y no el olor de ese guiso, sentía náuseas- ¿el mismo almacén de los vegetales? - descubrió su boca, guardando el pañuelo en su bolsillo, observando el asentimiento- no tardare- aseguro quitándose el mandil y dejándolo en las manos del más alto- cúbreme
Sin esperar más, se giró iniciando su nueva tarea, lo cual era un motivo para salir de aquel lugar tan lleno de ruido y personas; coloco su mano en la puerta y la empujo, abriéndola un poco, el espacio suficiente como para que su cuerpo saliera; siendo consciente ahora de la nueva tormenta que inundaba la base entera; ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿tres días? Habían transcurrido tres días desde el pronóstico de imparables tormentas
