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—Saya!!
—Pero mamá....
—Ya te dije, ¡Fuera de aquí!
La niña de solo 9 años, salió de aquella pequeña casa, entre lágrimas, muy muy triste. Su madre, su propia madre, había preferido echarla de casa a que pagar sus estudios.
Mientras caminaba sentía alguna presencia tras de ella, pero, cada que pasaba un auto la presencia desaparecía.
La luna se elevó más en el cielo, tirando una capa de frialdad por todo Japón, y nuestra peli-negra se sentó en un callejón a ver si pasaba la noche, o moría de frío.
En este momento le daba absolutamente igual.
—Entonces.... ¿Nos hecharon de casa?
—Eso creo...... Espera, quien.....
La luna, al haber salido de nuevo desapareció aquella voz que hablaba con ella. Saya achicó los ojos para tratar de divisar la figura pero, en vano.
No fue hasta que una nube pasajera tapo la luna, que pudo ver a esa figura oscura que le hablaba: Su sombra.
—Eres..... Mi quirk?
—Pues... Si....
—Hm.... No me servirá de mucho.... Vamos a morir.... Yo del frío y tú al amanecer....— dijo sin muchas ganas mientras se hacía bolita en un rincón—es ridículo.....
—Pss.... Eres muy pesimista.
Al decir esto, la sombra la cubrió el resto de la noche.
Saya, despertó dentro de un auto cubierta por un cobertor y su sombra no estaba. No sabía dónde se dirigía, pero en su situación no está en posición de elegir.
—Ey... Niña? Ya puedes bajar.
Frente a ella, una señora un poco obesa, vestida de maid, la miraba sonriente.
—Iba esta mañana por leche, y al pasar por el callejón, te ví hay tirada.... Te recojí y te monté en el auto. No te podía dejar sola.... Ahí.... —le contaba mientras entraban a la mansión.
—Ah— solo pudo decir.
La señora, que se llamaba Hinsu, la llevo con los dueños de la casa y les contó todo lo que había ocurrido con la pequeña.
Saya solo escuchaba mientras miraba a su alrededor, hasta que se percató de una niña, detrás de la mujer alta, la dueña de la casa.
—¿La adoptará???— escucho por fin Saya.
—Eso haremos.... Momo necesita una hermana en estos momentos... Está muy sola. — dijo el hombre alto de aspecto elegante.
Después de un tiempo, Saya y Momo se habían vuelto inseparables, hermanas gemelas. Y como tenían la misma edad asistían siempre a las mismas escuelas, mismos salones, y mismas mesas.
