CAPÍTULO 2 - LA LLAVE BICOLOR

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En este mundo habitan monstruos y humanos, siempre existió esa diferencia hasta que nació la oveja negra de ambas razas. Un ser nacido de un monstruo...y una humana.

Se puede decir que el tener un hijo es una bendición que solo las mujeres más preparadas podrían cargar, pero ¿Qué hay de las que nunca pensaron en tener uno?

Todo empezó cuando Airi heredó la llave de la vida y la muerte, su vida hacia ese entonces era la que uno nunca esperaría, mucho menos siendo una portadora novata, miedo y discriminación de los pueblos que visitaba. Nadie la quería cerca, ella lo entendía un poco, el solo hecho de ser tocados por su mano izquierda significaba la muerte inmediata, lo tenía claro pero aun así no le parecía justo ese trato hacia ella. Y una noche, cuando se le volvió a prohibir el acceso a una posada, no le quedó de otra más que quedarse a la intemperie del bosque y mientras recogía ramas para su fogata ignoraba el hecho de que extrañas sombras la observaban y sin aviso, la raptaron. El momento fue confuso para ella, no sintió miedo, ni opuso resistencia, estaba cubierta de pies a cabeza en un saco sin posibilidad de ver a dónde la llevaban. Pasaron segundos, minutos, horas hasta que finalmente uno de ellos le quita el saco de encima y observa donde se encontraba, un castillo abandonado completamente rodeado de picos negros dónde el olor que predominaba era la ceniza. Al entrar, dos guardias encadenan sus manos y pies, para luego llevarla al interior del castillo donde estando adentro la lanzan bruscamente a una pila de monedas de oro que fácilmente llenaban todo el recibidor, ella con la mirada abajo intenta levantarse pero el hecho de estar encadenada se lo impedía. Hasta que siente la presencia de alguien más, ella eleva su mirada y ve un hombre con alas de dragón rojas como la sangre y una expresión disgustada por lo que observaba.

—Patética.— exclamó

Un año después, las personas se amontonaban en la plaza recibiendo y saludando a cada portador que iba llegando pues hoy, era la reunión anual de los portadores. Ya en los interiores del castillo 8 de 9 portadores hablaban entre ellos esperando en el salón principal. La única que faltaba era la portadora de la vida y la muerte, cosa que preocupaba a Markus el portador de lo sobrenatural. Este pide la ayuda de Frey para unir su llave con la de él y ubicar a su compañera.

El rey aceptó y juntos fusionaron sus llaves, siendo el espejo la parte dominante, cosa que se formó un anillo de luz en medio del salón.

—Llévanos con Airi.— dijo el portador de lo sobrenatural mientras llamaba a sus compañeros para que crucen con él y tras hacerlo el portal los absorbe.

En una recámara oscura, tanto Airi como sus compañeros estaban sorprendidos de verse pero más ellos al notar que en sus brazos cargaba un bebe, el rey intrigado preguntó por él y si era de ella, del cual Airi nerviosamente asintió con la cabeza confirmando que era suyo. Frey se alegró, la felicitó por la noticia y aunque los demás dudosos al inicio terminaron imitando al rey compartiendo la alegría también. Hasta que el portador de lo sobrenatural con un rostro serio preguntó por el padre, la portadora se quedó en silencio y con un nudo en la garganta dijo

—Su padre es... el rey de los dragones.—

Las sonrisas de sus compañeros se borraron inmediatamente, la indignación de aquel momento, manchando de esa manera la pureza de su llave teniendo un hijo con el enemigo, Frey no podía creerlo

—Airi eres la portadora de la vida y la muerte ¿Por qué no usaste tu poder de la muerte y te defendiste?—

—Yo...yo no quería iniciar una guerra, yo, yo, estuve pensando y tal vez mi hijo pueda ser el puente que logré unir a los monstruos y huma—

—Traidora.— exclamó Frey

Los portadores a su alrededor quedaron en silencio, el tiempo límite de la fusión de llaves había terminado regresando a todos nuevamente al castillo, Frey se notaba muy tenso y fue el primero en abandonar la sala dejando a todos con un mal sabor de boca lo que llevó a la cancelación de la reunión.

Tras aquella fallida conversación, Airi se sentó en su cama reflexiva recordando como fue el nacimiento de su hijo, el día en que nació su pequeño el rey solo se acercó a verlo y darle un nombre complicado de pronunciar, por lo que ella solo lo abrevió hasta formar el nombre de Zeta.

Mientras Zeta crecía con los años, la vida de madre e hijo estuvo rodeada de problemas, más aún cuando un día el rey de los dragones murió en una batalla contra el portador del sol, lo que llevó a que Airi huyera. Ahora no solo debía mantenerse alejada de las personas por haber mancillado la llave con el nacimiento de un híbrido humano-monstruo, sino que también era repudiada por estos últimos por haber pensado ingenuamente que su hijo sería un puente para unir a ambos bandos.

Y así vivió su vida muchos años más, huyendo, escondiéndose, hasta que un invierno se estableció en una abandonada casa de madera lejos de la gente y los monstruos. Allí un inocente Zeta de 13 años salía de casa para recoger algunos frutos con la idea de sorprender a su madre quien se encontraba cocinando.

Zeta era un niño curioso, este no podía entender porque la nieve se llevaba toda la vida de las plantas y las devolvía en la primavera como si nada, lo descubrió a las malas pues no encontró ningún fruto aunque cavara entre la espesa nieve. En eso oye la voz de unos leñadores con hachas y sogas en manos.

—Tal vez ellos sepan donde hay frutos— pensó en su inocente mente, pues él no sabía las verdaderas intenciones de aquellos hombres.

Por otra parte, su madre preocupada por la ausencia de su hijo lo llama en varias ocasiones hasta que ve por su ventana el humo de una hoguera a lo lejos, esta tuvo un mal presentimiento y corrió directo a esa dirección.

Grande fue su horror al ver a su hijo agonizando por notables cortes en su cara y garganta, ella rápidamente utiliza su mano derecha, el don de la vida del cual al tocarlo lo cura pero todo era parte de una trampa, ya que esas mismas personas que atacaron a su hijo, salieron de los arbustos y agarraron a su madre inmovilizando su cuerpo en el suelo nevoso. Uno de ellos señala la mano derecha de ella a lo que su compañero usando un hacha la corta limpiamente de un solo hachazo. El grito desgarrador resonó en todo el bosque espantando tanto a las aves como a Zeta mientras que aquellas personas los dejaban atrás sin decir una sola palabra.

El niño quien había presenciado todo, se acercó desesperadamente a su madre e intentó parar su sangrado colocando sus pequeñas manos en el corte. Al caer la noche, ambos no encontraron las fuerzas para volver a su hogar y durmieron juntos a los pies de un árbol con sus rostros escarchados por haber llorado en el frío invierno.

Con el amanecer del día siguiente, Zeta despierta primero notando que su madre hervía en fiebre, ella le pidió un favor, le dijo que fuera a un pueblo colina abajo y que pidiera ayuda de la gente, él temblando asiente la cabeza y corrió como nunca antes en su vida lo había hecho.

—Mamá es fuerte, mamá es fuerte— eran las palabras que Zeta repetía constantemente para no perder la esperanza.

Bajar del bosque no fue sencillo, en varios momentos se tropezaba, rasguñaba o golpeaba contra los árboles y vegetaciones secas pero no le importaba con tal de salvar a su madre. Y cuando finalmente llegó a la entrada del pueblo, noto que no habían adultos en las calles o en sus casas, solo los niños que jugaban en la plaza principal, Zeta le preguntó a uno de ellos sobre los adultos y todos le contestaron que estaban en la taberna.

Este dirigiéndose al lugar que le indicaron oye las voces de los adultos riendo y cantando, este silenciosamente abre la puerta y lo que ve...es algo completamente enfermo.

Todas las personas del pueblo festejando y haciendo filas para curarse de sus enfermedades con la mano cortada de su madre provocó que Zeta retrocediera y vomite del asco al ver aquel escenario. Es en ese momento cuando todos adentro se callan, el pequeño se limpia la boca y se vuelve a asomar, ve cómo uno afirma que la mano de su madre dejó de funcionar.

Tras eso las manos de Zeta empezaron a doler agonizando de dolor en el suelo y desde la distancia vio cómo la llave de su madre se acercaba rápidamente hacia él, ese fue el aviso de que su madre había perdido la vida.

Una ira indescriptible dentro de él emergió y entró a la taberna, el silencio desde afuera continuó por unos segundos para que luego todo tipo de gritos, golpes y llantos se oigan dentro de ese lugar...hasta que el silencio reinó nuevamente. 

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