CAPÍTULO 4 - MAESTRO

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—¿Por qué me eligió como su aprendiz?— dijo un joven Zeta de 18 años mientras organizaba los libros del portador Markus.

—La verdad es que...un joven como tú es más valioso que un anciano como yo.— respondió el viejo

El portador de lo sobrenatural mejor conocido como Markus acogió a Zeta como uno de sus aprendices y le dio toda la educación básica que un anciano como él podría darle. Aquel hombre que le obsequió esos guantes vivía solo, ciego y aislado en su casa como un ermitaño pero en el fondo era una persona muy sabia que acogió a dos niños como sus aprendices.

Una de ellas era Fei, su primera aprendiz e hija adoptiva, donde lo más llamativo era su pelo rojo y que compartía la misma edad que Zeta. Desde un inicio fue todo un desafío, las rabietas, las travesuras y el esfuerzo que él hacía para controlar al pequeño pelinegro fueron momentos que Markus más lo llenaban de nostalgia. Y sentir como ahora sus aprendices eran los que se hacían cargo de él dándole de comer o arroparlo cuando se quedaba en su estudio hasta altas horas de la noche lo llenaba de dicha.

—Esos fueron buenos tiempos...— pensó Markus estando en cama.

Un dia, el clima del verano era agradable, los pájaros cantaban y el viento era tranquilo, era el momento, al estar a solas con Zeta en su habitación el anciano confesó muchas cosas, este le contó la historia de cómo conoció a su madre y como se volvieron muy buenos amigos pero que al enterarse de su embarazo él no hizo nada y se quedó callado, tal vez el shock o tal vez los celos pues reveló que su llave lo hizo envejecer más rápido que sus compañeros contemporáneos por romper en varias ocasiones la única regla que su llave tenía. No alterar los sueños de las personas. Pues este siempre visitaba los sueños de Airi y al ver que comenzaba una pesadilla este los cambiaba por sueños felices, a ojos de él fue su manera de redimirse. Estaba arrepentido, no solo por desconocer su paradero sino también por no haberla defendido en el pasado.

―Tu tienes sus mismos ojos café...― mencionó Markus

―No te fuerces hablando de estas cosas, pronto te pondrás mejor.― respondió Zeta

Un silencio pesado inundó la habitación.

―¿Sabes? He vivido por 150 años y ya no me siento capaz de seguir en este mundo, mi cuerpo, mi mente ya no son como antes y no quiero ser una carga para ustedes. Por eso quiero que uses tu poder de la muerte en mi y hagas descansar a este viejo.― dijo Markus

―Pero... pero no quiero hacer eso, ¿Cuando mueras, a donde iras? ¿Realmente hay otro lugar después de la muerte? ¿No tienes miedo?― respondió Zeta

―Es lo que siempre quise saber Zeta, déjame saberlo.―

En eso Fei interrumpe la conversación abriendo la puerta de golpe, ella los oyó del otro lado, escuchar esas palabras de su padre la rompía, esta se acerca a Markus con los ojos cristalinos, sus lágrimas eran diferentes, pues al llorar estas eran gotas doradas como el oro, lo cual llamó la atención del pelinegro.

―Zeta, hay algo que debes saber sobre Fei, ella al igual que tu es una híbrido de humano-monstruo, ella viene de una especie familiar de los fénix. Fei, mi preciosa hija. Yo en realidad... no fui tratado como un héroe para todas las personas, muchas veces fui tachado como un parásito que se metía en la mente de las personas y me temían, como un zeiga....―

―¿Que es un zeiga?― preguntó Zeta

―Es mejor que no lo sepas.― respondió el anciano

Los dos jóvenes presentes sabían perfectamente que una vez que este portador falleciera su llave no iría a un siguiente portador, ya que nunca tuvo descendencia. Para eso Fei tenía la tarea de llevar la llave al castillo de los portadores y entregársela.

―Si es realmente lo que deseas...cumpliré tu deseo.― dice Zeta con una voz a punto de quebrarse

―Gracias.―

El día soleado era tan agradable por fuera de aquella casa pero dentro de ella dos muchachos lloraban desconsoladamente por la muerte de un gran hombre. (...)

―Entonces ¿Es aquí donde nuestros caminos se separan?― dijo Fei sentada en un árbol viendo como Zeta empacaba provisiones en las alforjas de un caballo negro.

―Así es.― respondió el pelinegro

Ambos sentían un vacío pese a no mencionarlo, por su parte la pelirroja miraba con curiosidad la llave de su padre, sabía que era la voluntad de él pero detestaba la idea de que otro tomara su lugar.

―¿Qué se requiere para ser el próximo portador de una llave?― preguntó Fei

―Hasta el momento solo se saben dos formas, o eres un descendiente sanguíneo o esa misma llave te elige y por lo general esto último lo hace por medio de una prueba.― respondió Zeta

―¿Qué tipo de prueba?―

―Markus nunca lo mencionó y dudo que él también lo supiese, tiene algo de sentido ya que la familia de los portadores espejo son los únicos a los que se les confió esa información, imagínate que cayera en manos de los enemig...― en ese momento Zeta recordó a su padre

―Qué mala suerte.― respondió la muchacha decepcionada

Zeta se queda unos segundos en silencio pero luego agrega

―Markus, una vez me comentó que antes de ser elegido por su llave este tenía sueños premonitorios, puede que en parte esa sea su prueba.―

―Seguramente...pero eso tampoco me ayuda porque yo nunca he soñado, espero que estés feliz ¡Te salvaste de que entre en tus sueños!― dijo Fei para luego lanzarse del árbol lo cual asusta al pelinegro y corre para atraparla pero la pelirroja antes de caer en los brazos de Zeta se transforma en un ave fénix frente a sus ojos.

―Ja, cada día me sorprendes, cuídate Fei.― dijo Zeta sonriendo mientras dejaba que Fei se apoyara en su brazo.

La pelirroja vuelve a su forma humana y sosteniendo la muñeca del chico se arrodilla y le entrega un anillo rojo.

―No pienses otra cosa, este anillo era mío y de Markus, con esto aunque estemos a miles de kilómetros de distancia nos podremos encontrar fácilmente. Quiero que lo tengas, es lo que él hubiera querido.― dijo la pelirroja

Zeta acepta su anillo y parten en direcciones opuestas, el pelinegro por su lado tenía un mapa con múltiples marcas que él quería visitar mientras que Fei daba comienzo a su viaje hacia el castillo de los portadores.

Las corrientes de aire estaban a su favor, hacía mucho tiempo desde que Fei volaba largas distancias y mientras llevaba consigo la llave de Markus en su pico, de entre las nubes ella ve a la distancia un arcoíris gigante, casi el triple de su tamaño.

— ¿Un arcoíris aquí? eso es inusual.— piensa la pelirroja

Ella no era consciente de lo que pasaría después pues de un momento a otro el arcoíris se desplazaría directo a su dirección lo cual alertó a Fei, todo pasó en menos de un segundo, el arcoíris la atravesó pero no le causo ningún daño más que un pequeño susto, aún así algo en su entorno no le cuadraba en lo absoluto.

—¿Por qué, porque sobrevuelo rectángulos de piedra?—

En la confusión y sin tiempo a evaluar la situación Fei comienza a asfixiarse, el aire que respiraba lo sentía muy contaminado, casi como estar respirando humo directamente, es allí donde ve otro arcoíris, ella no lo duda y lo cruza cerrando los ojos y al volver a abrirlos, ve debajo de ella como su entorno volvió a la normalidad.

Ella desconcertada reanuda la mirada al frente donde el reino de la portadora espejo se divisaba, Fei duplica su velocidad hasta volverse un misil directo a la ventana de una de las torres ignorando la previa experiencia, pues creyó que la causa fue una alucinación residual de la llave que transportaba.

La Gran DefensaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora