CAPÍTULO 6 - TRATO

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Un mes antes en una taberna, una noche mercenarios celebraban otra semana de trabajo exitoso, las historias que cada uno contaba de sus grandes hazañas y el cómo las mujeres coqueteaban con ellos hacía alegre el ambiente.

―Ahora es mi turno de contar una historia.― respondió un hombre de avanzada edad

―¡Silencio todos, el viejo contará una historia jajaja!― respondió otro mercenario

―Esta es la soria, la historia de cundo, cuando me enamore.―

Los hombres contuvieron sus risas, estaba muy tomado y se le notaba al hablar, algo que ellos vieron muy gracioso.

―¿Que paso cuando te enamoraste?― dijo una voz desconocida, los mercenarios se miraron entre ellos pero no encontraron a quien lanzó esa pregunta

―Así... todo empezó en mi juventud, era un caballero fiel al portador de la estrella en ese entonces y las innumerables batallas contra monstruos eran mi pan de cada día, uno no sabía si morirías ese día así que luchaba con todas mis fuerzas hasta el final. Así fue, hasta que una noche mientras limpiaba mis manos en una cascada oí la voz melodiosa de una mujer, era hipnotizante y sin pensarlo me adentré entre las rocas hasta que la vi, una sirena de lacio y largo cabello negro. Ella al verme me pidió con angustia mi ayuda para que la devuelva al mar pues una enorme ola la había empujado hasta terminar en ese lugar. Yo claro, sin pensarlo la tome entre mis brazos y la cargue por todo el camino hasta llegar a la playa donde al sumergirla un poco, supe que debía soltarla pero en sus ojos y en los míos nos decíamos lo contrario, fue amor a primera vista.

―Detente allí viejo, ya dejaste a tres llorando en una esquina.― bromeó uno de los mercenarios

―Déjame terminar idiota. Todos los días la visitaba. Y meses después ella me sorprendió cargando una bebe sirena, era mi hija, una híbrido humano-sirena. No podía creer que algo así fuera posible pero allí estaba, la prueba frente a mis ojos y tuvo una razón más que suficiente para demostrar lo buen padre que podría ser. Alimentos, amor incondicional y muchos juguetes, era primerizo pero me las arreglé para que a mi hija no le faltase nada. Y para cuando celebramos su octavo cumpleaños descubrimos que ella podía convertir su cola de sirena en pies humanos con mucha facilidad (...) pero también que le costaba respirar tanto en tierra como en mar y unos días después falleció por ahogamiento. Esos eran los riesgos de la hibridación, el cuerpo de los monstruos y el cuerpo de los humanos muchas veces no son compatibles, traen beneficios si, como un cuerpo resistente o habilidades de transformación pero lo de adentro es un completo caos y muchas veces esos hijos no viven tanto.― dijo el viejo con tristeza en su mirada.

Los mercenarios quedaron en silencio mientras las mujeres lo consolaban tras oír su historia, todos en la taberna que lo oyeron terminaron tristes por su historia. Todos menos un encapuchado que abandonó el lugar tras oír aquella historia.

―Índice de vida bajo, con este ya van 18 casos recopilados de hibridación y todas cumplen ese patrón, en el caso de esa niña, sus pulmones fueron los afectados y en mi caso...sigue siendo mi corazón.― dijo el extraño sujeto que anotaba en una libreta quien al quitarse su capucha no era nada más y nada menos que Zeta.

Dos meses pasaron desde su separación con Fei, el pelinegro se la pasaba viajando para recopilar datos de hibridación pues recientemente los latidos de su corazón eran irregulares sufriendo mini ataques que lo preocupaban.

―¡Nada!― gritó el pelinegro golpeando el suelo rocoso de la cueva en la que descansaba

Tras ello, su puño por el impacto comenzó a sangrar, este intenta sanar el sangrado con su mano derecha pero era inútil, su poder no funcionaba en el mismo.

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