CAPÍTULO 5

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En un momento del pasado los ojos de varios nobles observan con asombro en un salón real como una bebe era elegida portadora de la llave naturaleza, donde además de eso sus compañeras guardianas quienes poseían partes del poder de su llave eran devueltas a ella.

―Es increíble, esa infante pudo almacenar todas las variantes de la llave naturaleza sin corromperse.― dijo un noble

―Es un milagro, ella es un milagro.― comentó otro

―Quiero verla padre.― dice una pequeña Luna de 5 años afuera del salón real

―Aún es muy pequeña para ti pero un día ella vivirá contigo en nuestro castillo y serán muy buenas amigas.― responde el rey cargando a la peli celeste entre sus brazos.

―Amiga...por favor...no me dejes como lo hizo mi familia.

Luna despierta de la impresión en medio de su cama, estaba soñando, esta suspira y gira la mirada hacia su ventana donde un inesperado visitante se posaba en su ventana.

―¿Un fénix?― dice la peli celeste notando la llave sobrenatural en el pico del ave

La fénix baja delicadamente la llave en su ventana.

―La llave de Markus... No me digas que...― dijo la princesa acercándose al fénix.

En eso, alguien toca la puerta, Luna pide un minuto pero el ave emprende el vuelo al instante sin darle tiempo a reaccionar.

―Princesa, son los líderes de otros reinos, quieren hablar con usted sobre el tema de las llaves.― dijo un sirviente del otro lado de la puerta

Luna, quien sostenía la llave de Markus en sus manos, le pide a su vasallo que informe la noticia de la partida del portador sobrenatural a los líderes mientras ella llevaría la llave a "ese" lugar. Su sirviente asiente y baja las escaleras con prisa mientras ella se toma unos minutos hasta salir y bajar también. Ella recorre los pasillos hasta llegar a una enorme puerta doble donde se detiene. Al entrar, ella recuerda el pasado cuando su padre la trajo a aquel lugar cuando era una niña

―¿Que es este lugar?― preguntó la pequeña

―Un lugar sagrado para los portadores.― respondió su padre

Luna se detiene en seco volviendo al presente, frente suyo se encontraba la pared de tierra donde los sabios años atrás encontraron las llaves. En medio, nueve altares de piedra destacaban donde las llaves de viejos portadores que no tuvieron la oportunidad de tener descendencia aguardaban a sus nuevos elegidos.

―Llave sol, llave dinosaurio y ahora sobrenatural, dos donde sus portadores murieron en batalla y uno que un fénix me entregó ¿Qué debería hacer?― dijo la peli celeste mientras colocaba la llave de Markus en uno de esos altares.

La muerte de Markus tomó por sorpresa a todos los líderes, el hecho de tener otra llave sin portador los preocupaba, siempre vivieron bajo la protección de las llaves y sus portadores.

―Si la noticia de que otra llave se quedó sin su portador se difunde, los monstruos nos atacaran.― dice un noble

―La pérdida de Markus se mantendrá en secreto entonces.― responde su compañero

Otro noble golpea la mesa.

―No podemos permitirnos otra pérdida, no mientras existan rumores de "esa" nueva especie.―

―Te refieres a...―

―Los zeigas.― interrumpe otro

Markus había muerto, pero lejos de llorar o estar tristes por su partida los nobles se dividieron en dos grupos, unos a favor de buscar nuevos portadores y otros en contra por miedo a ser traicionados como en el pasado tomando de ejemplo a la portadora Airi. Por otro lado, Luna estaba en medio tratando de mediar a ambos pero fue inútil así que abandonó la sala para tomar un respiro pero tras hacerlo es interrumpida por varias sirvientas.

—¡Reina Luna! ¡Es la portadora de la naturaleza! acaba de derribar el muro posterior del castillo que daba al bosque, creemos que se a fugado.— dijo una de ellas

—¿Que...?— dijo Luna, no quería creerlo pero esa noticia llegó como un baldazo de agua fría, está se retira y rápidamente va a la puerta secreta que va hacia el bosque.

—Árbol, árbol, por favor debes saber esto ¿Dónde está la portadora de la naturaleza?— dice Luna desesperadamente una vez que se encuentra frente al árbol flaco de varios ojos

—Temo que no podré ayudarla en esta ocasión.— dijo el árbol mediante telepatía

—¿Por qué?— preguntó ella

—Porque mis raíces no la perciben en ningún lado, es extraño, es como si hubiera desaparecido por completo.—

Dos meses habían pasado desde su conversación con el árbol, los nobles ponían en Luna una presión constante para encontrar a la portadora pero era inútil, no se daba con su paradero. Y así fue hasta que un día nublado, mientras volvía con sus caballeros de una expedición, ella se atrasó y terminó perdiéndose en el inmenso bosque, su caballo blanco estaba inquieto. Luna no lo sabía aún pero solo bastó el ataque sorpresa de una flecha para que su caballo la protegiera y saliera corriendo del lugar en dirección opuesta al ángulo de disparo usando los árboles de escudo. Todo fue tan repentino ¿Un atentado? Luna solo cerró sus ojos hasta llegar a unas ruinas abandonadas consumidas por la vegetación del bosque. Ella bajó de su caballo y se fijó que la flecha alcanzó el estómago de este, el momento no hizo más que empeorar pues gotas de lluvia comenzaron a caer, esta solo lo abrazó con mucha impotencia, sólo era cuestión de minutos para que su caballo, un regalo de la portadora de la naturaleza, fallezca en sus brazos. En eso, su caballo apoya su cabeza en el hombro de esta lo que ella cae de rodillas con tristeza por ese gesto.

―¿Princesa?― preguntó una voz masculina colocando su capa encima de ella para evitar que le caiga la lluvia

Luna mira hacia arriba, al verlo lo reconoce al instante pues cuando tenía 14 años interrumpió la reunión de su padre donde vio a un niño, la peli celeste recuerda después como su sirvienta en su habitación le decía todo sobre aquel niño, incluyendo su nombre.

―Zeta― murmuro Luna

El pelinegro se sorprende de que ella sepa su nombre, sonríe y ve el estado de su caballo por lo cual este le pide que meta a su caballo dentro de las ruinas para salvarlo. Adentro, él se quita su guante derecho y con su mano desnuda retira la flecha de un solo tirón y después usa su poder en el caballo logrando curarlo.

―Gracias... te estoy eternamente agradecida― dijo Luna tomando las manos del pelinegro con gratitud

―¿No te dan miedo mis manos?― menciona Zeta retrayendo sus manos por reflejo

―¿Por qué debería?―

La peli celeste toma las manos de este nuevamente y las acerca sin miedo a sus mejillas dejando a Zeta sin palabras. Ella era consciente que la mano izquierda no la lastimaría si esta estaba cubierta con su guante.

―¿Zeta? ¿Serías capaz de darme tu corazón?— preguntó Luna con sus mejillas rojas

El pelinegro la miró sorprendido por la inesperada pregunta que le hizo ella

—Te lo daría...Te lo daría una y tantas veces como quisieras— respondió inmediatamente apretando las manos de ella con firmeza. Solo unos segundos bastaron para que se abracen con fuerza, ambos se alegraron de compartir el mismo sentimiento.

—Qué corazón tan débil, caer de esa manera por los encantos de una mujer, recuerda nuestro trato Zeta...— dijo una voz en la cabeza del pelinegro

—Calla— murmuró Zeta

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