Capítulo 21

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NOTA: Hoy, día 29 de abril, se cumple oficialmente un año y  tres meses desde que terminé de escribir este preciado libro, así que quiero dejar dos capítulos para agradecer todo el apoyo que estoy recibiendo ;). 

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HESKEL

Era estresante oír las quejas de mi hermano sobre el palacio. Que si este cuadro, que si la corona... ¿Para qué narices quería más territorio? Pasaron dos semanas desde que desterró a Freya al mar. Admitiré que los primeros dos días me los pasé tratando de buscarla con la excusa de que hacía buen tiempo. Zain fue bastante cruel a la hora de robarle el trono, pero me alegro. Solo era un obstáculo con nombre hacia el triunfo. Lo que nadie sabía es que yo planeaba clavarle la daga por la espada. Solo necesitaba una semana más y la muerte de mi hermano sonaría tan natural que no sospecharían de mí. Salí como habitualmente a la zona del jardín; durante mis visitas a la torre del Correcaminos le cogí cierto cariño a ese sitio. Lo primero que hice fue asomarme a ver los peces. Esta vez no fue mi rostro el que se reflejó; sino el de la rubia. Ahora estaba más pálida y el azul de sus ojos no brillaba tanto, pero permanecían vivos. 

Metí la mano. Una sorpresa fue el agua gélida. Sus facciones desaparecieron por completo. Ya era hora de retomar mis clases de buceo, ¿no? Cuando metí los pies pensé que tocaría fondo, pero al no sentir nada me permití hundir también el torso. Fue entonces cuando comprobé que no era un lago completamente normal. Sumergí mi cuerpo completo y tardé unos minutos hasta poder abrir los ojos y ver con claridad. Gracias madre por heredarme tal habilidad. Nadé y nadé; incluso me planteé volver a subir, pero no lo hice. Una luz verde al fondo llamó mi atención. Seguí adentrándome hasta que una jaula se hizo visible; lo que había dentro era aún más... raro. Era una chica, de cabello largo. Estaba encogida, abrazando sus rodillas. Sus manos y tobillos estaban atados a algas. Me agarré a los barrotes y traté de llamar su mirada. ¿Por qué alguien estaría encerrado en el fondo del mar? Logré que girara la cabeza, alarmada. Mis ojos se abrieron más de lo normal, expresando sorpresa.Ella era Freya. A la que semanas atrás le habían arrebatado su propio reinado. Se acercó y se sentó delante de mí.

— ¿Qué haces aquí? —Preguntó. Me sorprendió la claridad con la que hablaba a pesar de estar en un lago. Me fijé en sus orejas; tenían similitud con las de un elfo. Eran muy bonitas y se adecuaban a la forma de su rostro. Espera, ¿qué? —. ¿Me buscabas? 

—No. —Frunció el ceño—. Vi tu reflejo en el lago y decidí... Decidí. —Finalicé.

—Veo que sabes respirar bajo el agua.—Para nada. Ahora mismo solo estás alucinando de lo sola que estás. —Me alegré al ver que le saqué una sonrisa—. ¿Cómo llegaste a estar encerrada?

—Tu hermano, ¿no quedó claro? Me envió al océano y el dios del mar pensó que era un simple mortal que no merecía estar en la faz de la tierra. —Explicó.

—Llevas dos semanas aquí abajo y sobrevives bien. ¿Cómo puede ser? No has comido nada.—Supongo que desmayarse y tragar agua es una buena forma de distraerme para no pasar hambre. 

Aparté la mirada. Me parecía que sufría demasiado para tan solo tener diecinueve años. Si el hecho de que la haya mandado a lo más profundo del mar ya me parecía horrible, no quiero ni  imaginar el que esté sintiendo estando encerrada en una jaula.Oí que alguien gritaba mi nombre, así que dirigí la mirada al cielo. Tragué saliva al ver la figura de mi hermano paseándose de brazos cruzados. 

—Nos veremos, Freya Sellbrind. 

—No dejes que te controlen nunca, Heskel Grambridge.

Y, terminada la conversación, me impulsé hacia arriba pensando en cómo pagar al rey con la misma moneda. 

La TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora