Track 17 Dear Girl

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—¿La vida no te dejó elegir tu destino? —Dice Sven interrumpiendo mis pensamientos, no me di cuenta que llegó.

—Algo así —Respondo y seco mis lágrimas.

No hay autos, no hay personas, apenas unos postes que con dificultad alumbran la calle, hace mucho frío...

—Sé muy bien cómo te sientes —Pone su mano en mi mejilla y la acaricia— Ven, hay un lugar que debes conocer.

—Sven, creo que debería irme a casa, llevo ya mucho tiempo sin avisar donde estoy ¿Quieres acompañarme?

—El regaño es el mismo si vas ahora que un par de horas después —Dice seguro y calmado para luego desprender una leve sonrisa que me llena de confianza— Ven, no te aseguro un paraíso, solo una compañía sincera para enfrentar el mundo.

—Está bien —Termino de limpiar mis lagrimas.

De repente tengo Dejavús, porque Sven levanta la mano y para un taxi, abre la puerta para que suba y una vez los dos acomodados le dice al conductor a donde ir, aunque no alcanzó a escuchar no me preocupo, porque me apego a Sven, tan que sin darme cuenta él está arrimado al asiento y parte de la puerta mientras yo lo abrazo y pongo mi cabeza en su pecho.

Cierro los ojos y me siento segura, respiro profundo y acaricia mi cabello muy despacio, con delicadeza, cierro los ojos y logró conciliar el sueño.

<<Minutos después>>

—Allen —Escucho su voz tan dulce— Ya llegamos, despierta.

Abro los ojos despacio.

—Quisiera quedarme así —Digo en voz baja.

—Lo sé —Acaricia mi espalda— Yo también, pero hay que seguir.

—¿A dónde me piensas llevar?

—A donde nada te pueda lastimar, donde tengas la seguridad de que siempre te voy a cuidar.

—Eres mi lugar seguro, siempre me rescatas de mi vida caótica y triste. Me salvas.

Levanto la cabeza y lo miro, me acerco un poco más, me observa calmado y atento, como siempre. Nuestros latidos se sincronizan, es una señal, lo sé. No pienso en nada, solo en el momento, veo sus labios y pestañeo una vez, me acercó lentamente, cierro los ojos para besarlo, siento muy de cerca sus labios de los míos y...

—Allen —Escucho su voz tan dulce— Ya llegamos, levántate.

Abro los ojos de golpe. Fue un sueño, bueno, al menos me salvó de mi tristeza, de nuevo.

Levanto la vista lentamente y lo miro a los ojos.

—Quisiera... —Digo mientras me doy cuenta que estaba soñando, bueno, al menos dormí abrazándolo— Saber a dónde vamos.

—Ya verás.

Me levanto despacio, me quito de encima y veo la ventana con gotas de lluvia por fuera, dormí tan plácidamente que ni la lluvia me despertó, por suerte ya escampó.

Nos bajamos del taxi, este sitio no se me hace familiar, son casi las 8:30 de la noche y no hay muchas personas, solo unas calles de piedra y casas muy antiguas, creo que es el centro histórico de Quito.

—¿A dónde vamos? —Pregunto mientras el taxi se marcha.

—Ahí —Señala una iglesia mientras atravesamos una plaza.

—¿Me trajiste a rezar? —Pregunto curiosa— No he ido a una iglesia en años, mi fe no es tan fuerte que digamos.

—No venimos a eso —Añade— No te preocupes, yo tampoco creo en la iglesia, solo en Dios —Llegamos.

Creo Que Me GustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora