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Capítulo 6

¡Las serpientes son amigables!

...

Harry sentía que la cabeza le daba vueltas. No llevaba mucho de haber ingresado al salón, pero los minutos con el profesor Binns definitivamente se sentía como siglos. Dolorosos siglos que deseaba jamás volver a revivir una vez llegó a su mayoría de edad.

El viejo y sus historias..

El aula estaba sumida en un silencio incómodo, roto únicamente por la monótona voz del profesor Binns que data de historia en historia. Flotaba sobre los estudiantes, cada vez más sumidos en el aburrimiento.

Estaba sentado en la última fila junto a la ventana, encontró un poco más interesante el lago negro junto al salon. Perdido en pensamientos sobre recientes cambios que produjeron las decisiones que ha tomado. ¿Cómo puede evitar estos cambios? No sería bueno obtener un futuro totalmente distinto al que conoce.

De hecho, estaba viviendo uno en este momento. Recuerda que su primera clase no fue con este profesor. Otra cosa más que no le agradeció a su yo impulsivo.

Draco, sentado a su lado, garabateaba en su pergamino con una pluma igual o más aburrido que él. Casi extrañaba las lecciones privadas de su padre. Y eso era preocupante. Pansy, Theo y Blaise, dispersos por la sala, lanzaban miradas ocasionales a Harry.

El profesor Binns, tras hablar sobre una guerra que sabrá merlín si existió, se posó frente a Harry. Había notado la falta de atención que este demostraba con su contenido, y decidió ponerlo a prueba.

—Sr. Potter, ¿podría ilustrarnos sobre las implicaciones del Tratado de Tres Varitas en la sociedad mágica contemporánea? —Peguntó en un tono que sugería ansiedad de verlo fallar.

¿Esto siquiera pasó en una clase que no fuera pociones? Usualmente los profesores pasaban de él. Nunca fue un genio innato o algo por el estilo. Ese era el sello de Hermione.

Lo estaba orillando a ser humillado de la peor manera.

Sin embargo, no era el  joven "inexperto" que aparentemente ser. Contaba con la sabiduría, la perspectiva, y la realidad tras morir y regresar a la vida.

—El Tratado de Tres Varitas, profesor, marcó un hito en la cooperación mágica internacional. Y también estableció un precedente para la protección de los derechos de los seres no humanos en el mundo mágico. —Explicó, con una pequeña sonrisa tirando de su labios.

Cierto Gryffindor de cabello rojizo y ojos envidiosos, aún bajo un hechizo de control indefectible, frunció el ceño ante la respuesta de Harry.

—Suerte de principiante. —Murmuró.

En realidad fue un comentario que llegó hasta el último rincón de Howgarts, si le preguntan a Harry, que desarrolló una audición el doble de fuerte. Aquí se armaría una fea pelea.

Es que son idiotas.

Lo predijo, puesto que las palabras fueron chispa que encendió la pólvora. En cuestión de segundos, un duelo poco amigable estalló entre los Gryffindor y los Slytherin, con hechizos volando por toda la sala y estudiantes buscando refugio bajo las mesas. Él se mantuvo al margen, su expresión una mezcla de frustración y resignación. 

Mientras tanto, Draco y su trío de serpientes se mantuvieron cerca, protegiéndolo en silencio, no con hechizos u ofreciendo puños, sino con su mera presencia. Un recordatorio de que, a pesar de todo, Harry no estaba solo.

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