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— Hola, soy Jimin. Encantado de conocerte.
Las palabras salen de sus labios con una frialdad que hiela el aire entre ellos, y Yoongi siente como si un puñal se clavara en su corazón al escuchar la falta de reconocimiento en la voz de Jimin.
—Hola, Jimin. Soy Min Yoongi. Es un placer conocerte. — dice con voz ronca apartando su mirada de Jimin.
A pesar de su intento de sonar sereno, la angustia se refleja en los ojos de Yoongi mientras lucha por ocultar sus emociones. La tensión entre ellos es palpable, y el peso del pasado se cierne sobre ellos como una sombra.
Hyungsang observa la tensión palpable entre Jimin y Yoongi, sin entender completamente la razón detrás de ella. Sin embargo, decide romper el hielo y abordar la situación de manera directa.
— Bien, Yoongi. Jimin será el encargado de tu seguridad durante la gira. Por favor sé amable, ya hemos perdido a varias personas del equipo y realmente lo necesitamos.
Yoongi no dice nada, solo lucha por mantener la compostura mientras Jimin sale de la habitación, pero una vez que está solo, las lágrimas comienzan a deslizarse por sus mejillas sin restricción alguna. Se siente abrumado por la intensidad de las emociones que lo embargan, incapaz de contener el torrente de dolor y arrepentimiento que lo consume.
Las lágrimas caen silenciosamente mientras se deja caer en una silla cercana, su cuerpo temblando con el peso de sus emociones abrumadoras. Se cubre el rostro con las manos, tratando de contener los sollozos que amenazan con escapar de su garganta.
La culpa lo consume, recordándole cada error que cometió en el pasado y el dolor que infligió a Jimin al abandonarlo sin una palabra de despedida. Se siente perdido y solo, atormentado por el recuerdo de los momentos felices que compartieron y la cruel realidad de lo que han perdido.
A pesar de sus esfuerzos por mantenerse fuerte, las lágrimas continúan fluyendo, un recordatorio constante de su propio sufrimiento y la devastación que dejó a su paso.
🩵
Jimin se queda afuera de la habitación de Yoongi, sus oídos captando el sonido de los sollozos que emanan del interior. Una oleada de empatía lo invade al recordar su propia experiencia de sentirse perdido y solo, llorando en silencio por un amor perdido.
El eco de los sollozos de Yoongi le recuerda sus propias lágrimas derramadas en la oscuridad, la sensación de desesperación que lo envolvía mientras se enfrentaba a la cruel realidad de ser dejado sin explicación ni despedida. A pesar del tiempo que ha pasado desde entonces, el dolor de aquella experiencia sigue fresco en su memoria, una cicatriz emocional que nunca sanará por completo.
Jimin se encuentra dividido entre la compasión por el dolor de Yoongi y la incomodidad de revivir sus propias heridas pasadas. Por un momento, se queda allí, contemplando la puerta cerrada con indecisión, atrapado entre el impulso de consolar a Yoongi y la necesidad de protegerse a sí mismo de la agonía de recordar su propio sufrimiento.
Finalmente, toma una respiración profunda y se aleja de la habitación.
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