𝙲𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 𝙸𝚅

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Luego de aquel día en la cafetería, Joe y Max se habían ido sin más, solamente se despidieron porque trabajarían en la rehabilitación de Joe, lo que carecía de sentido debido a que mi hermano era médico pediatra. ¿Respecto a esa llamada? Con Ruby considerábamos la idea de no continuar con el proyecto, simplemente Ruby se auto convencía e intentaba lo mismo de que era un proyecto demasiado grande para nosotras.
En estos momentos, me encontraba sola en mi casa, mi madre se había ido a sus recurrentes tardes con amigas y mi hermano había vuelto a Pensilvania con su prometida. Max siempre volvía a Audrey, sin importar que.

Ambos se habían conocido en la universidad, pero Audrey en ningún momento pensó en dejar a Max, y aunque él podía ser un idiota cada vez que se lo proponía, Audrey siempre sería el centro de su mundo, él podría viajar a través de todo el mundo por ella, lo cual solía hacer en algunas festividades ya que Audrey provenía de Australia. No debía qué, yo no tenía derecho, pero en más de una ocasión me había preguntado, ¿Por qué Joe no había hecho lo mismo por mí?¿Realmente fue más fácil para él terminar?

En todos estos años, sabía que él aún seguía en contacto con mi hermano, pero yo ni siquiera había guardado su e-mail. Aunque no era necesario ya que lo sabía de memoria. Pero no sabía su número de teléfono, si tenía una nueva dirección de correo electrónico, ningún medio para contactarme con él. Fue en el momento en que decidí tomar mi móvil y acceder a Instagram. Nunca lo había buscado, de hecho era una persona que tenía bloqueada, pero decidí desbloquearlo y poder interrogar su nueva vida. Pero no había mucho. Todas sus fotos eran del equipo, de su fundación que sabía que mi madre era voluntaria, pero no había ninguna foto visible de aquella chica de la que se solía hablar.

El timbre de casa me sacó del móvil justo cuando iba a comenzar a buscar en las personas que él seguía. No volvería a hacerlo, interrogar en su vida privada no sería más que volver una herida que ya había sido cerrada, al menos eso prefería creer.

—Oliv—  Se veía extraño, mi mirada siempre iba directo a sus ojos, intentando encontrar algo que ni siquiera yo sabía lo que buscaba en ellos.

—Joe— ¿Qué hacía en mi puerta? ¿Por qué estaba aquí?

—Uhm, yo venía por Max. Mencionó que me ayudaría con algunos asuntos en el pueblo.—
Si, Max se había marchado ya hace dos días.

—Max volvió a Pensilvania, puedes llamarlo.—

En el preciso momento en donde mis sentimientos comenzaban a picar en mis ojos con toda la intención de soltar una lágrima traicionera, es donde quise cerrar con todas mis fuerzas la puerta principal. Pero Joe era un deportista nato, con los reflejos de un animal, el problema fue cuando lo que se interpuso entre mi puerta y el cierre fue su mano lesionada.

El grito de Joe probablemente se sintió en todo el lugar, su rostro estaba completamente rojo y lágrimas salían de sus ojos.

¡Cabrón! Pensé en mi mente. Yo lloré más por ti y no me ves aquí quejándome. Después de ese pensamiento, al verlo retorcerse del dolor y recordar que esa lesión lo había hecho perder mucho opté por ser una humana racional y no el cavernícola que él era.

—No debiste hacer eso, ¿te encuentras bien?— Romper el hielo no era mi especialidad, aseguraba que el tipo no estaba pasando su mejor momento.

—Hielo, por favor.— Su voz no era más que un susurro adolorido, en ese momento mi alma se partía en dos. Pero, joder, ahora debía dejarlo pasar.

Solamente me hice a un costado permitiéndole entrar mientras hacía el camino que seguramente él recordaba a nuestra nueva y hermosa cocina remodelada por Ruby y yo.

—No te olvides de cerrar la puerta, solamente intenta no apretarte la mano nuevamente.— Se lo merecía.

Tome una bolsa de frijoles del congelador, tenía la esperanza de que se descongelaran rápido y él se fuera a su casa.

About You.|| Joe Burrow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora