Capitulo 49

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Los jardines estaban adornados con una multitud de flores exóticas y árboles frondosos, cuyas ramas se mecían suavemente con la brisa. Un sinfín de senderos serpenteaban entre los parterres de flores, creando un laberinto de belleza natural.

A medida que uno se acercaba al castillo, podía ver cómo las paredes de piedra se erguían imponentes, enmarcadas por elaboradas enredaderas y vidrieras brillantes que reflejaban la luz del sol en tonos dorados y rojizos.

Al entrar en el castillo, los invitados eran recibidos por pasillos amplios y ricamente decorados, con techos altos y arcos intrincados. Las paredes estaban adornadas con tapices elaborados y obras de arte impresionantes, cada una contando la historia del linaje del Owen y su Evelyn. Los cuales habían Sido colgados está misma mañana.

Después del desayuno Rixon y Briel se había excusado para retirarse ya que antes de la fiesta de emparejamiento y bienvenido al primer hijo de Owen y Evelyn los alfas habían solicitar una reunión con él.
No hacía falta que me dijera sobre qué. Era más que obvio que querían hablar sobre los lobatos y sobre Peter.

Después de que se fueran pase el resto del día sola con la compañía de un libro, estaba tan adentrada en sus páginas y en su mundo que un golpe en la puerta me hizo saltar del susto y regresar a la realidad.

Me apresuré a abrir la puerta y me encontré con una mujer joven y elegante, con una belleza clásica y una postura regia que refleja su posición en el castillo (Una doncella) .Tiene cabello oscuro, recogido en un moño ordenado, aunque algunos mechones sueltos suelen enmarcar delicadamente su rostro.

--Buen día, señorita. El rey ha ordenado que la preparemos para el evento que se llevará a cabo esta tarde. ¿Puedo pasar?

El nerviosismo subió por mi columna vértebral. Mara era la única que había visto mi cuerpo lleno de las cicatrices después de tomar mis medidas.
Evita pensar en eso mientras me hacía me hacía para dejarla entrar.

--si, claro. Adelante.

La doncella entró con un baúl demasiado grande color caoba. Al mirar el tamaño pensé de inmediato que era pesado pero también sabía que esa mujer no era humana y por la expresión en su cara podía notar que el peso de este no le importaba.
Ni lenta ni perezosa la doncella se dirigió directamente a la habitación donde dejo caer en la cama cientos de tela de cientos de colores y texturas.
Después rápidamente se dirigió al baño donde preparó la bañera con cientos de sales, aceites y pétalos de rosa que traía consigo en un frasco pequeño.
Me tense un poco y tara en mi interior igual. Traté de tranquilizarme sabía que las heridas y cicatrices que marcaba mi cuerpo no eran una vergüenza sino una señal de que había peleado y que seguían viva.

Me deslicé dentro de la bañera,  sentí el agua tibia sobre mi piel y olí el delicioso aroma de los aceites y sales que la doncella había agregado al agua. Esta no dijo nada cuando pasó una toalla húmeda sobre mi espada, sobre las cicatrices de latigazos que había obtenido en la manada mangata, tampoco dijo nada al cruzarse con las cicatrices en las muñecas de mis manos donde los grilletes habían dejado  huella.

--veamos que tenemos aquí - soltó la doncella mientras inspeccionaba el interior del baúl-

Yo la miré reflejada en el espejo del peinador. A decir verdad parecía que se lo habían entregado no mucho antes de llegar aquí por su expresión de sorpresa y agrado que tenía en el rostro.
Me giré para verla de frente, ella se encontraba con los brazos en jarra observando las hermosas telas que se encontraban desmayada en la cama.

--¿tardará mucho confeccionando el vestido? -pregunté algo más tranquila-

Era la segunda vez que hablaba después de que era mujer ingresar a la habitación.
La doncella se volvió a mirarme y sonrió.

Gran Lobo FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora