"Yo soy Sakura Haruno"

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Sakura Haruno, una estudiante de enfermería. Inteligente, hermosa, independiente pero algo indecisa, desordenada y bastante malhumorada.
A menudo peleaba un poco con mis padres, ellos no estaban de acuerdo en que estudiara enfermería. Decían que sería muy costoso y complicado, pero a mí me encantan los retos, lidiar con mis padres, la escuela, y un trabajo del sueldo mínimo no era muy sano para mi. A menudo me la vivía estudiando en mi habitación, y cuando salía con mi mejor amiga Ino era un alivio realmente. Aunque tenía una apariencia de zombie en ese momento.

-¿Sakura?- Ino me llamo mientras estaba distraída. -¡Sakura!- Me exalte cuando grito mi nombre.

-¿Eh?-  mire a verla y acomode mi pelo -Si solo me quedé pensando...- estaba muy distraída.

Ino rio un poco mientras tomaba un sorbo de su botella de agua, estábamos sentadas en una banca del parque para relajarnos. Ambas estábamos mirando alrededor, habían niños pequeños jugando, algunas parejas enamoradas, y varios vendedores de dulces.

-Mi relación con Sai es estupenda.- Sai era el novio de Ino, eran una pareja muy linda a decir verdad. Yo me había mantenido soltera por bastante tiempo. -¿Y tú Sakura? ¿Todavía no buscas a un Romeo?- La mire de reojo.

-La universidad me tiene muy ocupada, no me he podido permitir conocer a personas nuevas.- Mi vida social era terrible, no tenía muchos amigos, no tenía pareja, y mi vida era dormir, comer, ir a la universidad y estudiar.

Ino al escucharme solo sonrió, era una gran amiga realmente. Ino se encontró con su novio, Sai. Rápidamente me dejó sentada sola y se fue a saludarlo. Mire fijamente como se iba la única vida social que tenía, sabía que iban a hacer sus cosas de pareja así que me pare y di una vuelta alrededor. Todo se veía hermoso y brillante, era un lugar muy activo. Pero necesitaba calma y tranquilidad alguna.

Llegué a un lugar algo desolado y me senté, busque en mi mochila uno de mis cuadernos y lo abri. Empeze a dar una pequeña repasada a los apuntes más recientes, cuando escuché ruidos. Cuando voltee hacia atrás había un pequeño felino.

Era un gato color negro hermoso, parecía ser salvaje porque no tenía algún collar para poder reconocer al dueño. Rápidamente el pequeño felino camino hasta mis piernas frotándose contra ellas.

-Parece que eres algo amoroso eh.- Agarre al gato con mis dos manos, lo puse en mi regazo dónde se acurrucó y empezó a ronronear. -Me pregunto porque no tienes dueño, si eres un gran gatito.- Lo acaricie.

Dure unas 2 horas repasando, mis ojos ardían. En todo ese tiempo el pequeño minino estuvo a mi lado. Al mirar hacia el cielo había amenaza de lluvia, me puse de pie y me disponía a caminar cuando mire al gato una vez más. Verlo en un estado de abandono a mi parecer me hizo sentir lastima por el, no tenía nadie que lo protegiera, nadie que lo alimentará y nadie que le proporcionará un techo.

Agarre al pequeño y lo puse en mi mochila, empeze a caminar. En el camino encontré una tienda pequeña, no dejaban pasar mascotas. Así que espere que el gato se mantuviera en silencio. Entre y camine hasta el pasillo de comida para mascotas, vi varias opciones de comida, habían sobres, costales pequeños, y latas. Opte por un costal pequeño y un sobre.

-Meow- El gato soltó un maullido, trague saliva nerviosa ya que la gente alrededor me volteó a ver. -Oh miau... Miau... Comida para mí... Mi gato... Miau...- En ese momento quería salir a la lluvia y que me cayera un rayo encima.

Camine con apuro y pague, llegué a mi casa un poco empapada. Tome de la alacena un plato pequeño donde heche comida para que el pequeño comiera.

-Por tu culpa tuve que fingir demencia en la tienda...- Le dije mientras lo veía comer, pero era adorable. ¿Quien podría regañar a un animalito tan hermoso como el?

Yo me fui hasta mi habitación donde me quité la ropa mojada y me puse mi pijama, unos rasguños en mi puerta llamaron mi atención. La abrí y el felino entro corriendo, rápidamente salto a mi cama y de acurrucó, a mi me dió mucha ternura.

Deje mi secadora a un lado y apague la luz, camine hasta mi cama dónde me acosté en silencio al lado del pequeño. Tenía una corazonada, algo iba a salir bien. Todos tenían la creencia de que los gatos negros eran de mala suerte, yo sentía que este pequeño me traería algo bueno. Se acurrucó a mi lado y lentamente cerré los ojos, quedándome dormida por completo. El cansancio tomo el control de mi cuerpo, y yo me desaparecí en la comodidad de mi cama, en la calidez de mi cuarto, y en la compañía de mi gato. Suke, ese sería su nombre, no tenía significado alguno. Pero para mí, el minino valía mucho.

Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora