Toby estacionó frente la vivienda de su hermano menor. Apagó el motor, retiró la llave y la guardó en su abrigo de color crema. Preparándose para salir de la cómoda calidez de su auto, estiró los dedos dentro de los guantes blancos que usaba, mismos que conservó desde cinco años atrás, e irremediablemente, ya se le encogían. Ajustó el gorro sobre su cabeza y apretó la bufanda en su cuello. Amaba la navidad; pero, las temperaturas gélidas propias de la temporada, nunca han sido su íntimo amigo.
En su infancia, fue incapaz de disfrutar de los días nevados como otros niños de su edad. Especialmente por su condición de omega. Él era más propenso a resfriarse, gracias al frágil sistema inmunodeficiente que poseía. En ocasiones como esa; odiaba mucho su naturaleza indefensa.
Puso un pie en la carretera y sintió el viento como un rumor contra su mejilla, de forma desdeñosa, casi burlándose de su atuendo, y gozando de ser temido. El rubio relamió sus labios, asustado, por la resequedad que experimentaban. Diez horas de viaje de Horther City a Horther Village habían sido todo un sacrificio. Se abstuvo de beber agua para reducir las ganas de ir al baño. Por otro lado, la sed no fue gran inconveniente, gracias el clima que lo acompañaba.
Presionó un botón del control que colgaba en el llavero. El maletero fue abierto de inmediato. Toby sacó el equipaje y se dirigió a la entrada de la humilde casa. Atravesando el jardín, detalló la decoración de la fachada. Figuras emblemáticas de navidad clavados en el suelo. Había un muñeco hecho de nieve cerca de las escaleras del porche. Luces de variados colores en los bordes del techo y en los marcos de las ventanas. Internamente agradeció que no hubiera tanta nieve en su camino, sabía que tendría que agradecérselo a su cuñado luego, este era meticuloso, y era un gran favor que las botas no se le hundieran a cada pisada. Frente la puerta, apreció copos de nieve artificiales colgando del umbral, una oleada de orgullo lo cubrió de repente, y sus labios se estiraron en una sonrisa.
Toby recordó qué de pequeños, su hermano menor siempre compartía su adoración por tal accesorio. Ver ambientaba su propia casa con aquello; enorgullecía su alma. Se detuvo en la alfombra dando la bienvenida, escrito en cursiva y con elfos colgando de las letras. Timbró una sola vez y el sonido de campanas rebotó en el interior. Toby agrandó los ojos, impresionado de ese detalle. Era cierto, Liam pensaba en todo. Todo un fanático de la navidad. Tadeo se lo había advertido, mas, esperaba que estuviera exagerando. ¿Qué era lo siguiente? ¿Recibirlo vestido de Santa?
—Ho, Ho, Ho! Feliz navidad, niños. —cantó Liam al abrir la puerta. Vestía el traje del héroe de todo niño en esas épocas decembrinas. Toby quedó boquiabierto. Escupió una risa tiempo después, sin creer lo que veía. Liam se arrimó al marco de la puerta, una risilla salió de sus labios, tratando de acompañar la de su cuñado sin éxito, porque Toby se estaba burlando, y él sentía más pena que otra cosa— Oh, cuñado, eres tú. ¡Al fin llegaste! —celebró, encogido en su lugar. La risotada no cesó— Pensé que tendríamos que ir al aeropuerto por ti.
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𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑺𝒂𝒏𝒕𝒂 © 🔭
Short StoryToby Grant planeó pasar unas navidades tranquilas en Horther Village. Lo típico: reunión familiar, cenar, beber, bailar, abrir obsequios. Era todo lo que pedía para nochebuena. Pero, la magia de la época transpiraba en cada rincón, y sin que se dier...