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Toby daba vueltas en la cama

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Toby daba vueltas en la cama. Esperaba caer en un sueño profundo después de llorar por un rato. Su corazón además de triste estaba exhausto, sin embargo, su mente no coincidía en absoluto. Los escenarios que se presentaban en su cabeza lo mantenían en vigilia. Memorias de los últimos dos años, buenas y malas, no importaba de que tipo fueran, todas dolían por igual. Sus ojos se hallaban secos, mas, las lágrimas caídas hicieron un mar en la cama; en el que se ahogaba, sin posibilidad remota de conseguir un salvavidas.

Se hizo un ovillo bajo las frazadas de algodón. Apretó los ojos y hundió la cara en la almohada, otra vez, aferrándose a la esperanza de agotarse y perder consciencia de una vez por todas. El reloj corrió tranquilo sobre la mesita de noche; testigo del omega atormentado en el colchón, por culpa de la velocidad de sus manecillas.

Batalló contra sí mismo un rato. Sin lograr establecerse en caminos oníricos o en su desgarradora realidad. Ni dormido ni despierto; de pie en la línea delgada que dividía ambos estados. Un lugar al que solía llamar el limbo del sueño.

Toby era consciente de los resortes oxidados clavados en su espalda, semejantes a las garras que antes habían cortado su piel, luego de enterarse que perdió a su primera cría. Hizo cuenta regresiva para apagar su nostalgia, pero esta continuó viva. Se estremeció al recordar las ocasiones en que su madre lo ayudaba a dormir para no importunar la llegada de Santa. El omega susurró a sus adentros que había sido un día largo y merecía descansar, no obstante, la voz perversa vociferaba su negativa, diciéndole que por el resto de su vida despertaría siendo eso: un omega defectuoso.

Sin lugar a dudas su malestar emocional se acrecentó, y no tardaría en externarlo.

Nicholas observaba en silencio, parado al lado de la cama. Fue cauteloso al entrar; la discreción era uno de sus poderes como Santa. Además de leer corazones ajenos. El corazón de Toby bombeaba a ritmo desosegado. Le disgustó bastante su sufrimiento. Era insólito que pasará por eso en Navidad. Su instinto protector no paraba de timbrar, exigiendo hacer algo por él. Paulatinamente salió de su escondite, dispuesto a intervenir.

Toby, a pesar de estar cubierto hasta las orejas, temblaba de frío.

Nicholas planeaba ser su abrigo. Se desvistió con lentitud y fue segregando feromonas. Incitando al omega a entrar en calor. Era hora de darle la dicha al desamparado. Sus prendas cayeron una a una al suelo. Las luces navideñas de las casas vecinas se filtraban por la ventana, borrando un mínimo las siluetas oscuras que asechaban al hombre en la cama.

Toby sintió el alivio cuando su mente fue despejada. Fue muy repentino. Muy oportuno. Respiró profundo, agradeció la calma, y se dispuso a dormir las horas que quedaban. Sin saber que otros planes estaban hechos para él. De nuevo, lo interrumpieron calambres en la panza. Abrazó su abdomen con fuerza, y se encorvó, reconociendo ese síntoma de antes. Siempre ocurría cuando su celo se acercaba, pero, el suyo aún demoraba semanas en llegar. ¿Qué sucedía con su cuerpo?

𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑺𝒂𝒏𝒕𝒂 © 🔭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora