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—Y así fue como Santa consiguió a su destinado

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—Y así fue como Santa consiguió a su destinado...

Las elfas suspiraron conmovidas por la historia de amor. Howard sorbió de su espumoso y humeante café. Había oído los murmullos de los empleados; confundidos por el casamiento súbito del señor de las nieves. Quiso aclarar las dudas resumiéndoles toda la anécdota que escuchó de la propia boca de Santa. Funcionó tomarse el tiempo para hacerlo. Ellos acabaron enternecidos, deseando lo mejor a la pareja. Las puertas de la cocina fueron abiertas estrepitosamente, Maverick apareció largando maldiciones.

—La chef los está esperando desde hace rato. —dijo, totalmente exaltado. La nariz se le ensanchaba a cada palabra, similar a un toro furioso— ¿Se puede saber por qué demoran tanto?

Los meseros se pusieron rectos. Sus rostros palidecieron ante el regaño de Maverick. No tardaron en reaccionar; alejándose del mesón y tomando los carros repletos de platillos por trasladar al gran salón. El administrador depositó la taza en el fregadero y caminó hacia el malhumorado elfo. Una vez se hallaron a solas, dijo:

—Tranquilo. —abaneó la maneo, restando importancia al asunto— Solo estábamos chismeando un rato.

—¿Chismeando? —arrugó el entrecejo— ¿Pierdes tiempo de ese modo en un día tan importante?

—Tú lo haces siempre. —escupió una risa— No te hagas el digno, Mave.

—Hoy es la boda del joven Nicholas. Deberías dar el ejemplo. —regañó con severidad.

—Suenas igual que a mi yo del dos mil veintitrés

Howard se fijó en la ropa de Maverick. Vestía esmoquin negro y zapatos a juego. Una camisa blanca abotonada a la perfección; no poseía ni una arruga. Lo único que desentonaba era su corbata. Sufrió un tic en el ojo al verla mal anudada. No soportó tal daño en su imagen. Sin pedir permiso, estiró las manos y desató la prenda para arreglarla de manera más estética y favorable.

—¿Te pasa algo? —preguntó Maverick, alargando el cuello para brindar más acceso.

—Nada ¿Y tú? —Se mordió el labio y tiró de la tela para crear el moño— ¿Te preocupa algo por primera vez?

—Para nada. Tengo mi discurso hecho ya.

Howard sonrió, contento de la obra de arte que hizo. Planchó las solapas del chaleco con las manos; al llegar al borde del mismo, fue sujetado de las muñecas. Miró a través de sus espesas pestañas al responsable.

—Eres tú lo que en verdad me inquieta. —Maverick observó con paciencia sus facciones, casi con adoración— Necesito que te comportes.

El administrador alzó el mentón y enmarcó una sonrisa desafiante.

—¿Qué harás si no lo hago?

—Estás fuera de ti.

—Solo estoy siguiendo tus consejos. Quiero ser más suelto y divertido de ahora en adelante. —Le guiñó el ojo—. Por cierto, tómalo con calma. Es un festejo, no es trabajo.

𝑸𝒖𝒆𝒓𝒊𝒅𝒐 𝑺𝒂𝒏𝒕𝒂 © 🔭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora