Hermosa tristeza

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"Hermosa tristeza"

Las horas en Hogwarts habían pasado tranquilas. Esmeralda se había juntado solamente con dos personas en esos últimos días: Luna y Oliver. Más que nada con Oliver para sumar puntos a su casa. Se había dado cuenta de que el quidditch le importaba un poco y pudo vencer a Oliver en dos ocasiones. La primera cuando tiró la escoba y la segunda ayer, cuando Oliver quiso tirarla a ella de escoba como ella lo hizo con él, pero ella le esquivó agarrando la pelota y tirándola al arco, anotando un punto.

Por otro lado, con Luna había hablado y habían visto que tenían bastante en común. La tía de Luna era la madre de Luna. Lo que pasaba es que Luna había tomado el apellido de su padre, así que no tenían mucha conexión entre familias, ya que la familia Rosier solo quedaba yo y Luna Lovegood tenía más familiares de la parte de su padre. Aún así, habíamos congeniado y nos llevábamos bien; cada una sabía qué le gustaba a la otra y qué le disgustaba. Odiaban faltarse respeto, así que se llevaban bien pero no se trataban mal.

Por otro lado, Ginny y Weasley habían estado matando con la mirada a Esmeralda, y ella no se quedaba atrás. La sonrisa de Esmeralda hacia Ginny hacía que Ginny se enojara aún más. Esmeralda, por otro lado, no sabía por qué Ginny estaba contra ella, pero nosotros sí. Los lectores que habían leído casi toda la historia de este bello cuento sabían que Ginny le había dado amortentia a Harry, logrando que Harry se enamorara de ella. Pero como bien se dice en una parte de un libro que no hace falta describir… “El amor es más fuerte que cualquier hechizo”, y eso es lo que Esmeralda demostró cuando enamoró a Harry o, bueno, cuando Esmeralda miró a los ojos a Harry y, con el poder que le concedía ese relicario y su corazón que en poco se haría horrocrux, le sacó el hechizo a Harry. Harry, por otro lado, no tendría por qué haberse enamorado de Esmeralda, pero aún así se enamoró.

Hoy era un día distinto. Vendrían dos academias a Hogwarts: Beauxbatons y Durmstrang. Esmeralda había estado todo el día en su habitación; no tenía nada más importante que hacer y estaba algo aburrida. No quería charlar; hoy no. Hoy se cumplía el aniversario de la muerte de su padre, así que permanecía alejada de todo el mundo y, más que nada, de Harry, porque sabía que si Harry la agarraba, iban a terminar hablando y Harry terminaría dándole una moraleja.

— Vamos, Esmeralda, no puedes vivir ahí por siempre. — protestó Luna.

— Por favor, Luna, quiero estar sola, vete. —respondió Esmeralda.

— ¿Has estado 16 años y medio sola? ¿Quieres un año más? —contraatacó Luna.

Luna supo usar sus palabras, ya que Esmeralda se levantó, abrió la puerta y la miró.

— Está bien, tú ganas. ¿Qué haremos? — preguntó Esmeralda.

Por otro lado, Luna le respondió:

— Vamos, vendrán dos academias. Tenemos que ir a cantar el himno de Hogwarts. — Sonrió Luna.

Esmeralda no quiso ser imprudente ni maleducada, pero no pudo evitar soltar una risa.

— ¿Himno de...? ¿Vos acabas de decir que Hogwarts tiene un himno? — Preguntó Esmeralda mientras se colocaba en el marco de la puerta. A lo que Luna sintió.

— Sí, Esmeralda, tenemos un himno. Así que vamos, tengo 30 minutos para explicarte cómo es la letra. — La tomó del brazo y la sacó a la fuerza. Y ya cuando estaban caminando, atrás de ella se escuchó.

— Diamante en bruto, no sabía que tenías que ser arrastrada para venir. — Una voz ronca se asomó.

Rápidamente, Esmeralda se dio vuelta.

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