Diamante en bruto

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"Diamante en bruto"

Había dejado mi caja musical sonando la noche anterior y, para mi sorpresa, me había levantado tarde. Al abrir los ojos, vi que la luna estaba sobre mí, susurrándome cosas que no lograba entender, probablemente porque aún estaba medio dormida. Le pregunté a la luna qué pasaba, mientras ella solo alineaba la hora. Me di cuenta de que eran las 7:40, y yo debería haber estado en clase a las 7:20. Rápidamente me metí a bañar.

— Luna, deja mi ropa arriba de la cama, o mejor dicho, la túnica. — Grité alterada.

Había olvidado que en Hogwarts se usaba túnica en los días de clase. No podía simplemente vestirme con la ropa que quisiera, como los sábados y domingos. Dejé mi relicario a un lado y me apresuré a cambiarme. Mientras me ponía la túnica y la corbata, solo podía pensar en una cosa: ¿tendría buenos profesores? ¿Habría alguien que pudiera enseñarme literatura? Quería que el día fuera diferente, sin escuchar rumores sobre mi familia. Anhelaba conocer más sobre Hogwarts, su historia y sus fundadores. ¿Por qué mi familia estaba tan ligada a la angustia de la vida en esta escuela?

Salí del baño, me coloqué mi relicario que estaba sobre la lavadora y vi que Luna había dejado mi ropa organizada antes de irse a su clase. Cerré la puerta y me apresuré a salir. Mientras corría, me acomodaba la corbata y, sin querer, choqué con una chica de pelo rojizo. Ella me miró de arriba abajo y susurró algunas cosas que preferí no escuchar. Parecía alguien con quien no quería relacionarme. La miré y, sin disculparme, seguí corriendo. Aunque ella se quejó porque no me disculpé, no me importó. El respeto se da y se recibe, y yo no había recibido ningún gesto amable de su parte. Continué mi camino hasta la cocina, donde unos señores estaban cocinando, y agarré una manzana.

— Disculpen, es que en el comedor no había más. — Exclamé agitada.

Rápidamente salí y fui a mi primera clase de pociones. Entré y vi a un señor que me miró de arriba abajo y en voz alta dijo:

— Vaya. Pensé que me había librado de esa familia. — Se dio la vuelta y siguió en el pizarrón. — 10 puntos menos para Ravenclaw. La próxima vez, sé astuta y no engreída. — Soltó sin temor.

La verdad, me enojó un poco su comentario. En ningún momento había hecho algo mal. Rápidamente me senté al lado de una chica, Penelope Clearwater, quien me susurró:

— Tranquila, ese es Severus Snape. Nunca fue bueno con las personas, o bueno, no con nosotros. Y no te preocupes por los puntos, después podemos hablar de cómo recuperarlos. — Amablemente me ofreció.

Asentí. En toda la clase, el profesor solo podía quitar puntos a todas las casas, menos a Slytherin. Por alguna razón, protegía mucho al chico de pelo blanco que se hacía llamar "Draco Malfoy". La clase terminó y fuimos todos al gran comedor. Había compartido miradas con algunos chicos de Slytherin, después de Hufflepuff y por último de Gryffindor. Solo pude compartir una mirada con Ron Weasley, quien me miró en toda la clase con miedo y susurró cosas a su compañera, Hermione Granger. Me senté en mi mesa con los de mi casa y no hablé con ninguno; no sabía socializar y, al parecer, ellos tampoco querían hacerlo conmigo.

— Una pregunta — Dije en voz alta hacia los de mi casa. — ¿Cómo consigo puntos? Hoy en clase saqué 10, necesito recuperarlos y, si puedo, el doble.

Rápidamente alguien respondió:

— Juega Quidditch o mejora en clase y no te portes como una "engreída". — Expresó con sarcasmo.

Por lo visto, estaba usando un tono sarcástico, ya que me habían contado que Severus Snape era así con todos. Sonreí y asentí.

— ¿Con quién voy para hablar sobre Quidditch? — Preguntó Esmeralda, buscando una mirada que le respondiera.

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