Fin de semana.
Y, como era de esperarse, un grupo de vecinos estaban empezando una fiesta. Tenían la música muy alta y ya se habían acabado una botella del licor más fuerte. Era de esperarse de ellos ya que, son un grupo de universitarios que acabaron el segundo semestre de la universidad y, si algo suele escuchar Selene de ellos, es que dicen que se reúnen para beber hasta emborracharse y así soltar todo el estrés acumulado por sus estudios. Los entiende en esa parte, pero ella siempre ha pensado que existen muchas maneras para desestresarse, antes que emborracharse y lesionarse como les ha sucedido a prácticamente los siete chicos que se encuentran afuera.
–¡Vecina! ¿Quiere una cerveza? –ofreció uno de los chicos muy animado.
–No gracias. Estoy bien. –respondió Selene al abrir la puerta. Su mirada sin sentimientos hizo que el chico fuera molestado por sus amigos, ya que, también tenía la intensión de coquetearle a Selene y al fallar fue un punto de burla de solo unos cortos minutos.
Ya adentro, ella se puso sus audífonos para no tener que escuchar las canciones vulgares que sonaban a más de tres calles arriba. Sin embargo, de nada servía subirle al volumen desde su celular porque aun así en el fondo se entendía a la perfección la letra de las canciones que tenían sus vecinos. Era molesto. Ella solo quería escuchar una voz, y era la de su cantante favorito.
Al no aguantar un segundo más, Selene, guardó en una mochila su laptop para irse mejor a la casa donde vivió toda su infancia junto a sus familiares. No debía preocuparse en llevar ropa, sus cremas y aceites de cuerpo porque, ahí, tenía su propia habitación donde había todo lo que necesitaba.
En ese hogar, ahora solo se encontraba su tía. Nadie le hacía compañía, porque incluso, su hermano mayor, dos años antes se había mudado para Corea del Sur en busca de algo diferente. Recordar eso, le hizo pensar que quizás su tía estaba planeando unas vacaciones en Seúl para visitar a su sobrino y así pasar tiempo de calidad los tres.
–¿Tía Zaida? ¿Estás en casa?
–No mi amor. Estoy atendiendo a los últimos clientes. ¿Sucede algo? ¿Te sientes bien?
–Sí, todo está bien. Solo que, quiero quedarme allá, porque no sé si escuchas el escándalo que tienen mis vecinos.
–¡Claro mi amor! Anda a la casa. Recuerda que la llave está debajo del masetero de siempre. Yo llegaré antes de las siete y media y te llevaré tu postre favorito.
–Está bien tía. Ya saldré. Te estaré esperando.
Colgó la llamada y salió de la habitación con mucha prisa. Caminó hacia la parada de buses para llegar más rápido, prepararse algo de comer y descansar.
Al estar afuera de la gran casa de sus padres, muchos recuerdos invadieron su cabeza. Sacó la llave para abrir un portón de la cerca y seguir su paso por un camino de piedras blancas que ella, junto a su padre y hermano hicieron para cambiar un poco la presentación de la casa. Al estar en el portal, miró con melancolía todo a su alrededor. Los árboles que la vieron crecer, las plantas favoritas de su madre, las rosas y flores que lucen espectaculares gracias al riego y cuidado de su tía y la vieja mecedora donde solía su abuelo sentarse para descansar y deleitar su mirada en los tiempos de lluvia. Tantos recuerdos hermosos tocaban la puerta de su alma, así haciendo que de sus ojos unas lágrimas hicieran un doloroso recorrido por sus mejillas algo morenas. Soltó un suspiro y entró.
–Hola mamá. Hola papá. –pronunció entristecida, pero sonriendo frente a dos fotografías de sus padres. En donde también se encontraban dos urnas en color blanco con detalles en color oro, unas velas apagadas y un álbum de fotos de la familia. –Espero que se encuentren bien en el lugar que estén. Me imagino que a veces caminan juntos de la mano y se entregan ese amor tan puro que demostraban aquí en la tierra. Ese amor del que tuve la dicha de poder observar y del que espero algún día recibir, aunque, sé que tendré miedo de aceptar porque sabemos cuál podría ser el final. –hizo una pausa para encender las velas. –Sí, aún tengo miedo de ser feliz. No sé si algún día podré estar en paz con mi espíritu y con Dios por todo lo que me ha hecho vivir. Sin embargo, les confieso que, muy en el fondo deseo tener a alguien que pueda darme un amor tan leal como el que ustedes tuvieron. –suspiró y colocó su nueva canción favorita. –¿Saben? La voz de ese chico me hace sentir tan bien a pesar de que no compartamos el mismo idioma. Me hace sentir como si mi corazón soltara latidos que llevan una frecuencia de devoción. Es como, si ese chico misterioso y del que sé que, nunca conoceré, abrazara mi alma y colocara dentro de ella ese sosiego que podía encontrar en ustedes. Es algo extraordinario lo que me hace sentir ese chico. –sonrió. Pero una sonrisa verdadera y con ese sentimiento de alegría.
Minutos después. Selene terminó de hablar con sus padres. Se dirigió en tomar un baño para luego prepararse su cena favorita. Huevos revueltos mezclados con un tomate, pimiento y trozos de jamón. Un pan tostado embarrado con mantequilla, unas aceitunas verdes y un batido de plátano.
–¿Selene? –llamó su tía Zaida al entrar a la casa. Al no escuchar una respuesta, siguió el sonido de una canción que llamó mucho su atención por la letra, y la condujo hasta la cocina. Encontró a su sobrina hipnotizada viendo a un chico tocar la guitarra y además comiendo. D –¿Desde cuándo escuchas canciones coreanas?
Selene escupió de su batido al escuchar la voz de su tía detrás de ella. Se llevó un susto tremendo que casi la hace ahogar.
–¿Cómo supiste que es coreana?
–Porque es un nuevo idioma que estoy aprendiendo como un pasatiempo.
–¿Cómo un pasatiempo o para impresionar a alguien?
Zaida sonrió y sirvió un poco del batido que quedaba en la licuadora. –¿Comiste?
Selene la miró con una ceja levantada. –Tengo mi plato frente a ti, tía.
–¿El chico solo muestra cómo toca la guitarra y no su rostro? –cambió de tema rápido al sentirse nerviosa por la pregunta que le hizo su sobrina.
–Sí. Él es todo un misterio en Corea del Sur. –respondió cortante al tener su mirada en la pantalla de su laptop. –¿Por qué mencionaste lo de las vacaciones a Seúl? Pensé que Axel vendría unos días acá.
–Lo mencioné para que él no tenga que venir hasta acá y así no tenga que perder su trabajo. ¿Qué te parece?
–Lo pensaré. –se levantó para fregar los trastes.
–¿Por cuántos días? Además, no tienes que pensarlo. Tan solo imagínate que justamente cuando estemos llegando a Seúl, ¡Pum! –chocó sus manos. –Te topas con ese cantante misterioso, se enamoran y terminan casándose.
Selene apagó el grifo para no gastar tanta agua y quedó observando a su tía confundida por la gran imaginación que tuvo al decir algo tan imposible como el resumen de una historia de amor de un misterioso cantante y una mortal.
–Al parecer la bienvenida a tus cincuenta te trajo ese espíritu adolescente que solía contar mi mamá. ¿O estás leyendo novelas juveniles?
–Solo no lo pienses mucho. De verdad quiero ir a visitar a Axel. Además, ¿quién sabe si tu amor está Seúl?
–¡Um! Dudo que mi amor esté en Seúl o en esta vida. Hasta mañana tía. –se despidió con esa distancia afectiva que siempre ha tenido. Tomó su laptop y se dirigió a su habitación.
Zaida cuando estaba por tomar su celular para llamar a su sobrino, recordó la diferencia de horas que había entre ambos países. Quería contarle la conversación que tuvo con su sobrina y el semblante algo diferente que mostró al estar escuchando al cantante misterioso de Seúl. Para ella se le hizo algo positivo ese cambio que tenía Selene, ya que, eso significaba que existía esa esperanza de que, ella volviera a ser esa chica enérgica y feliz que solía ser.
Una felicidadrecorrió en ella de tan solo recordar ese momento y la diminuta sonrisa queadornaba el hermoso rostro de su amada sobrina. Una sonrisa que, a pesar de serpequeña, daba esa sensación de que, un cambio positivo vendría.
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Mi amor en Seúl
RomanceGracias a los trágicos momentos que Selene ha tenido vivir, se ha convertido en una persona fría y muy distante. Para nivelar su tristeza, siempre escucha una lista de canciones de un cantante misterioso de Corea del Sur. En la voz de él encuentra m...