Pasaron dos semanas.
Dos semanas en las que Axel no dejaba de llamar a su hermanita, no solo para preguntar cómo estaba, sino también para convencerla de que se mudaran. Selene al escuchar todo lo que ella se perdía, siempre remataba a su hermano diciéndole que, el alto costo de vida sería un factor más para no moverse de su país.
Axel insistía día y noche. No iba a darse por vencido. Cuando tenía su tiempo libre, llamaba para mandarle fotos de los lugares más hermosos de la ciudad y videos. Esto a Selene le estaba empezando a gustar porque ya se sentía en las calles de Seúl caminando y lo que más le llamó la atención era cuando su hermano le comentó de las tiendas de conveniencia las cuales aún algunas a altas horas de la noche estaban a toda disposición.
Estando sola en su cuarto de alquiler, se ponía a ver videos de la ciudad de Corea del sur. Las comidas tradicionales le llamaban mucho su atención y qué hablar de los espectáculos que hacían los artistas. A lo que aprendió Selene, se les llamaba "bandas de k-pop". Quedó asombrada por cómo bailaban, la energía y todo el esfuerzo que demostraban mientras cantaban. Pero, la única persona con la que quería deleitar sus oídos, era con aquel chico, surcoreano y misterioso. Se ponía a pensar en, qué pasaría si, de repente por mucha casualidad lo conociera estando en Seúl. Sabe que la ciudad es grande y que esa casualidad solo lleva un uno por ciento de probabilidades.
Antes de terminar la noche, Selene ahora se ponía a practicar un poco del idioma. Frases fáciles y básicas. Ya estaba decidida.
A la mañana siguiente, estaba llegando tarde al trabajo. Corría como desquiciada por todo el centro de la ciudad para llegar al menos un minuto tarde al edificio.
–¿Ya llegaron todos los trabajadores? –preguntó el joven Tapia al director de departamento. Su único amigo en la empresa.
–No. Selene no ha llegado. –respondió mientras veía su celular.
–Esto es extraño. Ella nunca llega tarde. ¿Será que le pasó algo?
–¡Ah, cierto! Se me olvidó entregarte esto. –el joven le pasó un sobre a su amigo.
–¿Qué es esto?
–La renuncia de Selene. Al parecer se mudará a otro país y ya fue contratada.
Para Lucas escuchar tales palabras, hizo que su mundo se cayera. Se sentó brusco en su silla, teniendo una mirada perdida y mostrándose dolido.
–¡Señor Tapia! Disculpe por mi tardanza. –enunció Selene de una manera brusca al entrar a la oficina. –Necesito... Necesito... Hablar...
–Toma asiento Selene.
Ella se acercó a unas sillas. El joven director le entregó una botella con agua, del cual ella se bebió la mitad en segundos. Soltó el aliento de cansancio que sentía y sostuvo esa postura firme y fría que la caracteriza.
–Tengo una pregunta. Usted sabe que, en este trabajo, la mayoría de las veces solo traduzco documentos, en sí, los más importantes y secretos para usted. Entonces, quería saber si existe la posibilidad de seguir trabajando para la empresa desde otro país.
Lucas primero miró a Selene confundido. Su ceño estaba exageradamente unido. Luego miró a su amigo como si sospechara que él tuviera un complot con Selene porque, con lo que hace unos minutos le dijo, parte de ello se estaba volviendo realidad. Sin embargo, él sabía que ella no era ese tipo de personas en lo absoluto.
Soltó un suspiro que contenía esa sensación de que no fuera verdad lo que salió de su mejor trabajadora.
–¿Trabajar desde otro país?
–Sí.
Lucas empezó a apretar sus manos mientras veía a su amigo y le hacía ese gesto de querer ahorcarlo. Para Selene, la situación se estaba volviendo muy extraña por la reacción de su jefe.
–¿Otro país?
Selene tomó aire con calma y lo soltó con fuerza para demostrar que su pregunta estaba siendo de estorbo. –Sí, señor Tapia.
–Creo que, es una decisión muy arriesgada. Además, debemos tener en cuenta que, nuestra empresa opera en muy pocos países de Europa en caso de que sea por allá tu destino y en ciertos países de Asia.
–Solo tres, en sí. Y, disculpen que me meta en la conversación.
–Gracias Paul. También debes tomar en cuenta que, trabajar desde otro país puede ser algo complicado cuando se trata de las zonas horarias. Solo eso me mantiene preocupado porque, si se tratara por comunicación, por correo es más que suficiente.
–Por cierto, Selene, tu disculpa mi imprudencia, pero ¿a dónde tienes pensado mudarte? Antes de que respondas, yo quisiera decir que, eres una excelente trabajadora. Demuestras que tienes una capacidad mental muy fuerte y eres muy inteligente para tomar decisiones y para enfrentarte a los desafíos que hemos tenido en la empresa. Has sido y siempre serás un pilar muy importante más que para la empresa, para nosotros.
–Muchas gracias por todo el alago señor Vázquez. Siempre intento dar lo mejor de mí. Y, el país al que tengo pensado mudarme, es Corea del Sur. Sí, sé que es un cambio muy radical, pero, quiero hacerlo por mi tía y por otras razones más personales.
El bolígrafo que sostenía Lucas, lo dejó caer contra mesa haciendo que ambos pusieran su atención en él. Entrelazó sus dedos y con sus dedos pulgares sostenía su mentón. Su mirada no podía transmitir nada ante los presentes. Pero, Paul podía leer a la perfección su postura. No se sentía ni molesto, ni decepcionado. Solo estaba teniendo una mezcla de sentimientos en su mundo donde su corazón latía normal, pero en cada palpitación expulsaba melancolía.
–¿Por qué me tuve que dejar llevar por mis sentimientos?
–¿Disculpe?
Paul miró espantado a su amigo al escuchar a la perfección el pensamiento que dejó escapar en voz alta. Le empezó hacer gestos para que reaccionara, a lo que su amigo se dio cuenta.
Lucas aclaró la garganta y se volvió a incorporar.
–Lo que quiero decir, mi querida Selene, es que, te daré la oportunidad de que sigas trabajando con nosotros desde Corea del Sur, pero, primero te dejaré en claro que, haremos un intento de un mes para ver qué tal nos va y si no veo buen rendimiento, lastimosamente me veré en la obligación de despedirte.
–No se preocupe señor Tapia. Nos irá bien. Verá que, no me va a despedir porque seguiré dando lo mejor de mí y ese esfuerzo que tanto he demostrado y he sido caracterizada en esta empresa. –habló con firmeza y con su mirada puesta directamente a los ojos de su jefe.
–¡Oh Dios mío! ¡Esta chica me encanta! Esa seguridad con la que hablas, es la misma que muestras al caminar. ¡Vaya mujer! –emitió Paul con una sonrisa.
–Te acompaño hasta la puerta. –Lucas se colocó de pies y acompañó a Selene hasta la puerta.
Al darse la vuelta, miró a su amigo y volvió a colocar sus manos frente a él, en el aire, fingiendo que tomaba a Paul del cuello.
–Deja de hacer eso. Me asustas. Toma asiento mejor.
Lucas hizo caso a su amigo y se sentó a un lado de él. Ambos soltaron un suspiro.
–¿Por qué me quieres matar? Yo no hice nada.
–Porque tu invocaste esto desde un comienzo.
–Deja de decir tonterías que esto no va contigo. Es más, hoy saldremos, beberemos y te presentaré a una mujer muy hermosa. Es la hija del dueño de...
–No me interesa de quien sea hija la mujer. Nunca habrá una que se le iguale a Selene.
–No todas las mujeres deben ser iguales. No están obligadas. Cada una tienen una esencia totalmente diferente. Un aura y un brillo que las distingue y las hace especiales. Verás que encontrarás a alguien de un brillo diferente que te cautivará.
Lucas se animó un poco. Sonó la espalda de su amigo y salió para caminar un poco.
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Mi amor en Seúl
RomanceGracias a los trágicos momentos que Selene ha tenido vivir, se ha convertido en una persona fría y muy distante. Para nivelar su tristeza, siempre escucha una lista de canciones de un cantante misterioso de Corea del Sur. En la voz de él encuentra m...