Mi amor en Seúl

Capítulo 8

Era la tarde en que Selene se estaba graduando de su último año en el colegio. Pasó al escenario a buscar su diploma. Posó para las fotos que tomaron y al estar regresando a su lugar, pasó frente a sus padres quienes, la abrazaron con mucha fuerza. Al soltarla, su abuelo la abrazó también y la felicitó. Luego, su hermano y su tía Zaida lo hicieron también. Todos a su alrededor vieron la felicidad de la familia y aplaudieron con más energía. Había sido un momento tan hermoso que, algunos fotógrafos de inmediato giraron sus cámaras para captar ese instante.

Por seguido, Selene se encontraba con toda su familia celebrando en el portal de la enorme casa. Su padre estaba preparando unas carnes en su parrilla. Su madre se encontraba bailando junto a su padre y hermana Zaida. Su hermano los grababa entre carcajadas.

–¡Guao abuelo! ¿Quién diría que aun tienes tu vibras de la juventud? –comentó Selene al acercarse a ellos mientras se unía al baile.

–Siempre las tendré hija mía, así que, cuando Axel o tú se casen, ahí estaré bailando.

Esas palabras hicieron que Selene y Axel rieran aún más fuerte. Si había algo que, a Selene le encantaba, era el ambiente familiar que podía disfrutar con sus personas más especiales en la vida. Le encantaba verlos a todos divertirse y sonreír sin cansarse.

De repente, la música se bajó. Selene entre el desespero, comenzó a llamar a sus familiares. De la nada, empezó a llover y un fuerte grito por parte de su tía Zaida, que provenía desde la calle, la hizo alarmarse. Salió de su casa y al cruzar el portón, ahora se encontraba en la vía donde había tenido el accidente. La naturaleza a su alrededor era hermosa, pero a la vez tenebrosa. Comenzó a sentir miedo. Cayó de rodillas en la calle sintiéndose agitada y escuchó el motor de un carro que se aproximaba. Aquel carro, era el de su padre, y justo frente a ella, perdió el control, se volcó y cayó en donde parecía ser la parte principal de una casa ajena.

Al revivir tal momento en su sueño, cerró sus ojos con mucha fuerza. Y al abrirlo, se dio cuenta que se encontraba dentro del auto, de la misma manera en que se encontraba cuando se accidentó.

–¡YA! ¡YAAA! ¡QUIERO QUE ESTO PARE, POR FAVOR! ¡NO QUIERO ESTAR AQUÍ! –pedía a gritos desesperadamente entre lágrimas.

De sopetón, Selene se despertó de su pesadilla. En segundos empezó a llorar desconsoladamente. Su respiración se descontroló y sus latidos iban a gran velocidad a cada milisegundo que pasaba.

–Mamá. Papá. Abuelo. Mejor amiga. Maestra. ¿Por qué se fueron de mi vida? –enunció con dolor. –Ustedes no debieron partir porque primero tuvimos que crecer juntos. –agregó al estar en una posición fetal en su cama.

Cuando empezó a sentir que su cuerpo quería temblar, rápidamente agarró su celular y sus audífonos para colocar sus canciones de terapia. La voz del chico la atrapó. Cerró sus ojos para disfrutar más de la melodía mientras se imaginaba cómo podría ser el rostro del chico. Volvió a abrirlos y soltó una última lágrima.

–Es increíble y extraño al mismo tiempo, en la manera en que puedo relajarme al escuchar tu voz, sentirme calmada y todo en un idioma tan distinto. –susurró para ella misma. –quizás estás destinado a salvar vidas y a ser un escape para personas como yo, con tu maravillosa voz, chico misterioso. –agregó mientras volvía a cerrar sus ojos lentamente.

Su mente, cuerpo, alma y espíritu se calmaron tanto que, en cuestión de tres minutos quedó completamente dormida.

Por la tarde.

Después de su día de trabajo, Selene se encontraba saliendo de su habitación. Otra vez, el grupo de jóvenes universitarios, se encontraban con su música a todo volumen y empezando una borrachera. De repente, uno de los chicos al intentar impresionar a Selene haciendo un truco con un balón de fútbol, lo que hizo fue resbalarse con un charco de agua que había cerca de él. Esto hizo que todos sus amigos volvieran a molestarlo y a reírse en su cara a carcajadas. A ella no le dio importancia porque sabía que, solo lo hizo para llamar su atención, algo que es muy difícil obtener, y siguió con rumbo al local de su tía ya que, además de que se iba a ir a dormir a su casa, le había pedido el favor de que fuera al local porque necesitaba hablar algo urgente con ella.