En el trabajo, Selene se encontraba traduciendo los documentos que nunca dejan de llegar al departamento de idiomas. Era algo tedioso tener que pasar largas horas sentada, tecleando y con los ojos en una pantalla blanca que, a la final causa mucha molestia a la vista.
–Buenas tardes Selene. El señor Tapia manda a decir que te necesita en su oficina. –avisó la joven secretaria. Se dio la vuelta para seguir entregando unos informes a otros departamentos.
–El señor Tapia pareciera que gustara de ti. –comentó Laura al acercarse con su silla.
Selene la miró disgustada. –Solo porque me necesite no significa que guste de mí.
–Pero, no lo digo yo.
–Laura, continúa con tu trabajo. –ordenó unos de sus compañeros de grupo.
Esto hizo que una Selene, con mirada seria y de sospecha, pusiera sus ojos marrones y fríos en todos sus compañeros quienes se encontraban mirándola como si quisieran decir lo que sucedía.
–¡Alicia, la secretaria, comentó en la cafetería que vio cuando el señor Tapia dejó unos chocolates en tu gaveta! –confesó uno de sus compañeros al no aguantar la mirada de ella.
–Y también rumoró que, vio desde la cafetería de al frente, cuando te subiste al auto del señor a la hora de la salida. –agregó a los segundos otras de sus compañeras con hombros encogidos.
Selene no dijo nada y salió de su departamento, así logrando que todos soltaran el aire pesado que sentían. Algunos miraron mal a Laura por haber soltado algo que sabían que, para Selene no era nada importante. Estaban enojados porque, solo debía quedar así, como un rumor insignificante y que no les incumbía.
–Buenas tardes, señor Tapia. Escuché que me necesitaba.
–No me digas así. Te dije que se siente extraño.
–Solo lo hago por respeto. ¿Qué necesitaba?
–Necesito que me acompañes a un evento con unos de nuestros socios del extranjero que tienen una sucursal en nuestro país y necesito que seas mi intérprete.
–Está bien. ¿A dónde es?
–Por la vía Los Pinos.
A Selene se le cambió de inmediato su semblante y esto lo pudo notar de inmediato Lucas.
–¿Sucede algo?
–No. Solo iré por mis cosas y lo alcanzo.
–Está bien. –Lucas le sonrió y abrió la puerta para que saliera de primera.
Unos minutos después, se encontraban en aquella vía donde el mayor trauma de Selene tomaba riendas en ella. En el auto solo iba ella con Lucas, quien, al ser un buen conductor, una parte de ella se sentía confiada de que, nada malo sucedería. Miró por la ventana para desviar sus pensamientos y vio la neblina de aquella tarde de invierno. Esto la hizo sentir más nerviosa.
–Si quieres pon tus canciones favoritas para que distraigas un poco tu cabeza. –comentó Lucas al notar lo nerviosa e incómoda que se veía Selene. Se sentía algo preocupado.
Ella rápidamente conectó su celular y puso las canciones. Sus sentimientos se empezaron a nivelar poco a poco con el ritmo y la voz armónica del chico misterioso. Su corazón encontraba la calma y su mente se despejaba. Hasta que, le pidió a Lucas que frenara. Él lo hizo sin decir nada y notó como ella observaba a casi unos metros, tres corazones azules que se encontraban pintados en la vía.
–Recuerdo cuando leí la noticia. Pensé lo difícil que iba a ser para los familiares de esas personas superar tres pérdidas así de la nada. –emitió con pena. –Cuando leí que el auto se volcó y cayó al barranco donde había una casa, pensé que había sido un milagro que los dueños de esa propiedad no se encontraran en ese momento durmiendo o teniendo un momento familiar en casa. Sino ¿te imaginas la magnitud de ese accidente?
Selene miró a Lucas y él se encontraba con sus ojos puestos en la vía. Parecía como si, en su mente se estuviera creando ese escenario del accidente e imaginando el dolor de los desconocidos que tuvieron que soportar la pérdida de tres familiares. Para ella, fue un alivio de que su jefe no supiera que esos corazones azules se trataban de sus padres y su abuelo. No quería que nadie le mostrara compasión o tristeza por lo que pasó. Ya no quería volver a escuchar un: "lamentó tu pérdida". Había sido suficiente en el momento en que se encontraba estudiando su primera carrera a los dieciocho años.
–Creo que debo girar a la izquierda. –dijo al volver a poner en marcha su auto.
Saber eso, para Selene había sido un alivio porque, no quería seguir en esa misma vía. Le causaba un escalofrío por todo el cuerpo el simple hecho de estar justamente en el mismo lugar donde inclusive, ella sintió que perdió la vida también.
Llegaron al evento después de unos minutos y Selene hacía un buen trabajo al traducir de manera consecutiva cada palabra que decían los socios y socias del extranjero. Muchos la felicitaron por su manera tan educada en dirigirse hacia los demás, por la pronunciación de nativa que tenía al hablar y por haber sido una persona muy eficiente para romper las barreras que había entre dos idiomas así ofreciendo una comunicación asertiva y eficaz.
–Creo que debería aumentar tu sueldo. –habló Lucas al llegar sin previo aviso al balcón donde se encontraba Selene asolas, respirando del aire puro, sintiendo la brisa fría y viendo las montañas a la lejanía.
–¿Por qué lo dice?
–Hay dos directores ejecutivos de otras empresas que, quedaron encantados por la práctica que tienes al hablar un segundo idioma. Y, hay otro que me comentó que, pudiste traducir del portugués al inglés y al español. Comentan que fuiste una herramienta muy útil para unir lazos entre dos países y culturas totalmente diferentes. Bueno, tres países.
–¿Una herramienta? ¿Me vieron la cara de un objeto?
–Lo sé. Sé que eso se escucha feo y nada profesional.
–¿Ya nos vamos?
–Sí, si quieres puedes ir a esperarme en la puerta principal mientras busco el auto.
Selene solo asintió. Ambos se dieron la vuelta y tomaron caminos diferentes.
Ella estando en la parte principal del edificio, se encontraba disfrutando de la lluvia que recién había empezado a caer. De repente, un auto negro, que a simple vista lucía de lujo y que costaba millones, se estacionó al frente. Luego, dos guardaespaldas sacaron unos paraguas para tapar a quien parecía ser una persona de estatus social elevado y el gran jefe. Bajaron las escaleras rápidamente. Y, lo que captó la atención de Selene, es que, los guardias llevaban un broche de la bandera de Corea del Sur. Lo primero que pensó fue que, quizás era una señal que le estaba mandando el universo para que aceptara las vacaciones que su tía estaba planeando y así compartir algo nuevo con su pequeña familia.
Por más que quiso ver la cara del que parecía el jefe, no pudo porque el paraguas tapó su rostro. Repentinamente, uno de los guardias se acercó a Selene y le entregó un paraguas. Ella no accedió de inmediato.
–Por favor, tómalo. El joven pidió que se lo diera para que usted evitara un resfriado. –dijo el guardia en inglés, de una manera tan educada que, a la final, Selene terminó aceptando.
–Le agradece a su jefe de mi parte. –emitió en el mismo idioma.
El guardia solo asintió con una sonrisa y se devolvió. Selene solo permaneció viendo como el auto se iba, creando en ella una duda de cómo sería el rostro de aquel hombre caballeroso y recordando si lo pudo haber visto en algún momento en todo el transcurso del evento. Sus dudas crecían y lo primero que pensó fue en, esperar a que la página oficial de la empresa, subiera las fotos que tomaron en el evento y así reconocer una próxima vez al hombre.
Lucas llamó a Selenedesde la ventana del carro. Ella reaccionó y al abrir el paraguas, notó en elmango de madera que había unas letras en coreano. Quizás era un nombre o unafrase.
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Mi amor en Seúl
RomansGracias a los trágicos momentos que Selene ha tenido vivir, se ha convertido en una persona fría y muy distante. Para nivelar su tristeza, siempre escucha una lista de canciones de un cantante misterioso de Corea del Sur. En la voz de él encuentra m...