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La casa de los Choi, o mejor dicho, la mansión de los Choi era espectacular. Las paredes pintadas de un hermoso color rojo vino y los grandes candelabros hicieron que Mingi se sintiera como si toda su vida hubiese vivido en una choza... lo cual no estaba muy alejado de la realidad, o al menos antes de que se hubiese teletransportado a ese mundo donde era asquerosamente millonario. La belleza del hogar de los Choi era tanta que casi tenía a Mingi perdido, solo que otra cosa, o más bien alguien más le estaba haciendo imposible apartar la mirada.

Claro, para su maldita mala suerte, este ser era Yunho. Ese imbécil lo tenía cansado. Tenía un traje blanco que se ceñía a su figura, las mangas largas blancas finalizaban con un elegante vuelo, pero más que su ropa, el rostro de Yunho era lo mejor. Ugh, Yunho de mierda, Mingi estaba convencido de que pensaba así solo porque su omega... solo porque Yunho estaba en celo, y al ahora estar unidos (tristemente y probablemente de por vida) eso despertaba el celo de Mingi. Ja, alguien había estado investigando sobre estos temas (dígase Mingi, quien durante el viaje en auto deportivo a la residencia Choi, se la había pasado investigando sobre los vínculos entre destinos y esa mierda. Coñazo, estaba harto). Yunho miró orgulloso el interior de la mansión, y Mingi sabía que estaba pensando algo como: "Soy un excelente diseñador".

Solo que no era así, porque mientras Mingi se imaginaba eso, en realidad Yunho estaba pensando: "Diablo, qué redondito se le ve el culo a Mingi con esos pantalones; déjame no verlo mucho para que no se espante, que ese hombre ya me tiene miedo".

—¡Mingi! —una voz que nunca había escuchado lo llamó, se dio la vuelta buscando a esta persona y vio a un hombre, que no olía a absolutamente nada, solo a un rico perfume masculino, pero nada de olor propio. El hombre tenía ojos rasgados, y un cuerpo que... puta madre, parecía un atleta. El hombre le sonreía y al verlo bien, a Mingi se le hizo algo reconocido, aunque sabía que nunca en su vida lo había visto en persona.

Sin embargo, su boca se movió antes de que él se pudiera dar cuenta:

—¡San! ¿Cómo estás? —mirando a Yunho buscando ayuda, Mingi abrazó por unos segundos a San, quien era considerablemente más bajo que él, pero aún así mucho más alto que Yunho. San le dio unas palmadas en el hombro sin dejar de sonreír— ¿Quién es? —susurró, atrayendo a Yunho a su lado y entrelazando su brazo con el de él.

—En nuestro universo, San es un jugador de voleibol —ah, por eso se le había hecho conocido a Mingi—. En este mundo es otro empresario, te criaste con él y son buenos amigos. Como te dije antes [véase el capítulo 6], es un beta —Yunho dijo en voz baja—. Deberías presentarme...

—Te odio, Yunho, de verdad que lo hago —masculló el streamer, poniéndose rígido de golpe—. San, amigo, este es... Jeong Yunho, un... —un loco que me está volviendo más loco de lo que él está— un omega que es... mi omega... lamentabl-

—Un gusto, Sr. Song —San tomó la mano de Yunho y dejó un beso, interrumpiendo a Mingi. Ah... Mingi se sintió celoso, ¿y por qué mierda lo llamaba "Sr. Song"? ¡Mingi nunca se casaría con Yunho y jamás de los jamases dejaría que tuviese su apellido! ¡Nunca!— Hoy es un gran día, porque cuando ustedes se presenten como pareja, haré lo que habíamos planeado la semana pasada, Mingi.

—Ah... —qué diablo— jaja... ¿me recuerdas qué estábamos planeando la semana pasada? —rascó su nuca con la mano que no estaba sosteniendo el brazo de Yunho— Han sido días locos, demasiado... por eso no recuerdo.

—Wow... encontrar tu destino realmente te vuelve un chiflado, ¿eh? —San rio, negando— Hicimos un pacto de sangre, ¿sigues sin recordarlo? El día en que presentes a tu pareja, yo le revelaré al mundo que he salido durante cinco años con el omega más lindo del universo... ¿ya recuerdas?

El Streamer [Yungi - ATEEZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora