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—No confió en ti, Alastor —Husk rio abiertamente mientras Alastor tenia un leve tic en el ojo—, no tomare esto, tengo buen olfato —comentó tocando la punta de su nariz con una de sus garras.

Alastor que aun sostenía un trago de coñac en las manos frunció cada vez mas el ceño.

—¿Vas a despreciar una bebida mía que hice con tanto esfuerzo?

—Alastor, se que todo el mundo piensa que eres bueno mintiendo, pero realmente en ocasiones eres jodidamente transparente —apuntó divertido poniéndose de pie—, no eres un mesero en este lugar para traerme tragos que no te pedí y en segundo lugar. Tu único trabajo aquí es ser el hosts hasta que alguien mas llegue y asegurarte de que nadie salga sin pagar lo que le corresponde. Es todo.

—Mi tarea no es tan sencilla como eso —gruñó entre dientes.

—Claro que lo es.

—No. Claro, es sencillo liderar con los pecadores y sus miradas de horror al verme aunque sean clientes frecuentes, como si esperaran un día llegar y no verme —dijo divertido—, pero es muy diferente tener que soportar las expresiones de burla de los otros overlords. Ninguno de ellos tiene clase y aun así se atreven a venir aquí, verme con esas miradas de burla y condescendencia —se quejó mirando de lado a lado esperando que su voz no hubiera atraído miradas innecesarias—, es frustrante.

—Te puedes acostumbrar, lo has hecho bien los últimos meses.

—Pamplinas.

—Lo digo en serio —aseguro—, pero volviendo al tema. Llévate eso, no pienso tomarlo.

—Oh, querido amigo, deberías de confiar más en-

—Lo siento, pero no. Han pasado 7 meses desde que llegaste aquí y has intentado matarme al menos en 16 ocasiones diferentes, no beberé ni comeré nada de lo que me ofrezcas —soltó ocasionando que Alastor cerrara la boca—, y cuento esas ocasiones desde las que me entere, maldito loco.

—Pues el otro día comiste de mi jambalaya y aquí sigues —insistió ya forzando la sonrisa.

—Por suerte, ese veneno no era tan fuerte.

—Seguro eras alérgico a los mariscos —volvió a decir, está vez llevándose un dedo al mentón.

—Créeme, no fue eso —dijo Husk divertido. Alastor a veces era todo un personaje.

Vio Alastor bufar molesto antes de desaparecer el trago y darse vuelta para seguir con sus rondines. Al menos lo había intentado.

Desde que habían llegado al acuerdo de que por buena conducta su contrato podría reducirse, su comportamiento se había vuelto muy taciturno, desde la perspectiva de Husk. Bien podría ser el mejor empleado que jamás hubiera tenido sacando diversas tareas pendientes o bien podría estarse comiendo a alguien que lo miro más de la cuenta. Era como tirar una moneda al aire y esperar que siempre cayera sello.

Suspiro caminando en el sentido contrario, con dirección al bar. Últimamente las cosas iban demasiado bien. Gracias a la presencia de Alastor sus ingresos se habían multiplicado, pues sus deudores preferían pagar antes que ser devorados violentamente por el demonio de la radio. Si había algo que nunca admitiría es que ese cabrón tenia razón, su reputación si que lo precedía.

Pero todo eso también tenia sus desventajas.

Los días malos, como de pronto comenzó a llamarlos, algún pleito se desarrollaba dentro del hotel; en la mayoría de las ocasiones Alastor podía someterlos sin llegar a destruir nada, pero en otras, no tenia tanta suerte. Como la ocasión en que la banda de pez tiburón se negaron a pagar su cuenta. Alastor no solo no se comporto, le arranco la cabeza y devoro sus entrañas delante de sus secuaces solo para asegurarse de infundir un miedo a otros. Fue efectivo porque pagaron, pero el resto del día los pecadores no fueron por miedo a que el demonio de la radio siguiera molesto.

Y días como esos eran malos para las finanzas.

Al llegar y tomar asiento en la barra se relajo un poco, Eso le traía recuerdos. Hacia muchas décadas que las cosas habían cambiado para el, le tomo algo de tiempo entender como todo funcionaba ahí abajo y para cuando lo hizo, la mayoría de los overlord ya se habían hecho de un nombre y un territorio.

El por otra parte, se había vuelto un obsesivo por las apuestas, tal como en vida, continuó en muerte. Disfrutando la adrenalina de apostar un todo por un nada. Sin la seguridad de que funcionaria, simplemente disfrutando el momento. Eso era lo que en un primer momento lo llevo a pensar que iría muy lejos ahí abajo, sabia muy bien sus trucos, conocía cada juego al derecho y aleves; pero nada de eso lo preparo para lo que paso con Valentino después.

Aun recordaba ese día en el que había ingresado en el único casino que poseía en aquel entonces. Lo conocía, seria muy estúpido para no hacerlo, sin embargo, no entendió porque es que el había pedido jugar específicamente con el. Había mucha más gente jugando ese día. Más tarde descubriría porque tanta insistencia.

El juego se había desarrollado con normalidad hasta la mitad de la partida, cuando notó un extraño patrón en las cartas de Valentino. De vez en cuando hacia dos movimientos a la izquierda en sus cartas antes de doblar la muñeca hacia la derecha. Pensó que era su imaginación, pero cuándo las fichas comenzaron a bajar de su lado y crecer del lado de Valentino, ya era demasiado tarde para hacer algo.

Iba a retirarse, claro que lo iba a hacer porque el dinero era algo que su casino podría recuperar rápidamente, sin embargo, Valentino sabía que palabras usar para convencer a las personas.

¿Y si apostamos con almas?

Nunca había tenido la necesidad de hacer eso, porque siempre había sido precavido; pero su ego en ese momento lo cegó. Creyó que al darse cuenta de la trampa ya no podría seguirla haciendo, pero se equivocó. Valentino continuó ganando sin importar que cartas quitará o pusiera. Estaba arreglado. O eso había pensado Husk cuando su reserva de poder quedo excesivamente baja. Cuando ya solo le quedaba un puñado de almas por apostar, incluida la suya, Valentino hizo una nueva propuesta.

¿Y si trabajas para mí?

En ese momento supo que había caído en su juego. Lo había acorralado como un animal callejero en el final de un túnel sin salida. Sin mucho poder y con sus posibilidades de ganancia muy bajas, tomo una decisión que aunque le dolió en su orgullo, mas tarde se felicitaría por ello.

Quizá yo no soy lo que estas buscando, este juego termina acá.

Oh, es una pena y justo estaba empezando, pero no te preocupes querido amigo si necesitas ayuda o reconsideras mi oferta, puedes irme a buscar.

Sabia porque se lo decía. Lo había dejado en una posición vulnerable. Prácticamente ya no era diferente del resto de pecadores, pero mientras mantuviera un poco de su poder, aunque fuera un poco, aun podría recuperarse. Fue entonces cuando recurrió al único que sabia que hacia tratos de ese tipo, pero con intereses terribles.

Alastor, el demonio de la radio.

Y eso lo llevaba de vuelta a ese momento en que por primera vez vio una cara que jamás pensó ver.

Angel Dust.

Angel Dust

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El Overlord del Azar [Huskerdust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora