El Overlord del Azar [Huskerdust]

Yeol (10)

Angel escucho un zumbido, su mirada borrosa veía la forma difusa de Val, escuchando que decía algo, pero sin lograr entenderlo.

Entonces, el sonido volvió de golpe y se llevo ambas manos a la cara, ese ultimo golpe que le había dado le dejaría el ojo inflamado al menos un día entero.

—Jodida perra, ¿crees que te pago para esto? —el lo levanto de un brazo y lo zarandeo, obligándolo con un par de manos a verlo—. ¿Quién te dio este vestido?

—Lo compre... —tartamudeo intentando alejarse—. Val, por favor.

—¡No me mientas! —otro golpe lo lanzo contra el borde del sillón, que se movió debido a como cayo contra él—. Maldita sea.

Ángel intento incorporarse, pero Valentino lo tomo del cabello y lo obligo a quedarse de rodillas en ese lugar. Con sus dos manos libres, tomo el vestido y lo rasgo delante de él. Ángel no dijo nada. Solo lloro en silencio.

Valentino al ver que no diría nada, lo pateo en el vientre, viéndolo caer sujetándose de lado.

—Pastelito, no me gusta tener que ser así contigo —volvió a intentarlo, esta vez agachándose frente a él—, ¿me dirás quien te lo dio?

—El demonio del Azar —soltó lo primero que se le vino a la cabeza, por algún motivo le dio miedo nombrar a Alastor.

Ante eso, Valentino miro hacia Vox que aun permanecía en la puerta.

—Parece que nuestro plan funciona, ¿ya confía en ti, Angel? —pregunto burlón Vox, viéndolo sollozar en el suelo.

—¿Ya lo cogiste, jodida zorra? —escupió de nuevo iracundo Valentino, porque ni siquiera sabia que tuvieran ese nivel de confianza.

—¡No! —jadeo Angel con miedo de que le golpeara el rostro de nuevo—. Me lo dieron para cumplir con la etiqueta del lugar —soltó aferrándose a sí mismo con temor.

Vox comenzó a reír.

—Se tomo muchas libertades solo para eso.

—Maldita perra, hija de-

—Espera, esto me parece bueno —interrumpió Vox al ver que lo golpearía de nuevo—. Si Husker, le compro un vestido, quiere decir que le gusta, entonces solo es cuestión de tiempo para que nuestro plan tome forma y se cumpla.

Valentino al entender entonces le sonrió a Angel.

—Bueno, debiste decirme de quien era, quizá no lo hubiera roto —rio poniéndose de pie saliendo por fin del cuarto.

Ángel miro hacia Vox.

—¿Por qué lo detuviste? —preguntó incorporándose torpemente en su lugar, sintiendo la sangre salir de su boca.

—Sentí que te había golpeado suficiente por hoy —comento cruzándose de brazos—. Te conviene mentirle a Val, no la cagues Angel. No te ayudare dos veces.

Entonces salió dejándolo solo.

Ángel comenzó a temblar, ¿Vox se dio cuenta que mintió?

No quería deberle nada a esa televisión con patas, pero ahora su suerte ya estaba echada.

—Carajo...