Ilgop (7)

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No lo negaría. Estaba nervioso como el averno. Casi nunca, por no decir nunca, Valentino lo había enviado directamente a un overlord. Asmodeus era una cosa diferente porque el sexo con él era divertido y seguro. Sin embargo, no conocía la naturaleza de Husk. De Alastor había escuchado un poco gracias a lo que solía decir Vox y secundar Valentino.

No quería descubrir si su objetivo era bueno o malo.

Al entrar al casino, lo primero que pensó era que tenía una decoración muy elegante, tal cual habían escuchado a otros decir, sin embargo, eso paso a segundo plano cuando una cabellera pelirroja se cruzo en su camino y le corto el paso. Al bajar levemente la mirada, se topó con quien creía, era el demonio de la radio. Aquella eterna sonrisa tensa le hizo dar un paso atrás.

—Bienvenido, mi afeminado amigo —saludo en lo que Angel creyó fue uno de los peores intentos por lucir amable—, ¿Valentino te ha enviado?

Ángel casi se cago encima. La forma en la que Alastor le veía lo había asustado más que el mismo Valentino. Y en un tiempo récord. Su reputación le precedía.

—¿No puedo venir a divertirme sin que me mande esa larva con patas? —apresuro a responder tratando de evitar que Alastor se diera cuenta que su corazón se le iba a salir por la boca en cualquier segundo.

Alastor le vio de pies a cabeza, escudriñándolo, antes de volver a hablar con aquella radiofónica voz.

—Mmm, bien, te lo compro —inmediatamente se hizo a un lado sin dejar de sonreír—, diviértete querido y no olvides sonreír, nunca estas del todo vestido sin una sonrisa —inmediatamente una tétrica carcajada fue liberada por el mientras sus ojos se desviaban.

Angel sintió un leve tic en el ojo antes de reír nerviosamente y alejarse de él. Había logrado pasar al perro guardián. Ahora solo quedaba llegar al dueño.

Miro sobre su hombro mientras se alejaba solo para descubrir que la mirada penetrante de Alastor aun le seguía. Bueno, quizá se había apresurado al decir que lo había logrado saltar. Era obvio que no le quitaría un ojo de encima. Tener la atención del demonio de la radio nunca era algo bueno.

Ángel aparto ese pensamiento de su cabeza y se concentro en su objetivo. Particularmente ese día había salido presuroso del estudio, por lo que no había tenido tiempo de ponerse algo más adecuado a la situación, no obstante, confiaba en su belleza natural para poder atraer al más hetero de todos.

Fue directo a las mesas de apuesta en vivo. Dadas las indicaciones de Valentino que le dio después de esa reunión improvisada, este insistió en decir que ahí lo encontraría, pero se había equivocado. Ángel más o menos tenía una descripción de él, pero ninguna encajaba. No estaba ahí entre los apostadores

Bujo mientras se daba la vuelta, pues la mirada de más de uno había caído sobre él. Arrastro los pies hasta el bar que había visto de camino a aquel lugar. De pronto la ansiedad acudió a él, ¿y si no lograba su cometido y Valentino se enteraba? Un escalofrió le recorrió la columna solo de pensar en hacerlo enojar.

Al llegar un demonio se dio la vuelta y le sonrió coquetamente. Ángel simplemente rodo los ojos mientras se sentaba.

—¿Qué te puedo ofrecer, lindura?

—¿Qué quieres recomendarme?

—Un Angel —el tono meloso que uso hizo a Angel torcer sutilmente los labios.

—¿Tengo cara de que bebo ese tipo de bebidas?

—Tienes cara de que tomas cualquier tipo de bebidas —rio al decirlo—, ¿entonces?

—Bien, tú ganas, dámelo —unos instantes después la bebida se sirvió frente a él, antes de poder preguntar que tipo de licor contenía, el bartender se alejó. Aquello sorprendió a Angel. Por lo regular insistían en hablar con él.

El Overlord del Azar [Huskerdust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora