Capítulo 8

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Me mantuve quieta en mi lugar, con la mirada fija en aquel desconocido.

-Disculpa pero¿Quien eres?

-Que descortés de mi parte. Mi nombre es Ernesto. Soy un antiguo compañero de tu madre. Pero no te quedes ahí parada, después de todo es tu casa.

Una vez entré al apartamento había una extraña tensión en el ambiente.

-Mi niña. Me alegro que por fin estés de vuelta ¿Que tal te fue en el viaje?

-Nos fue fantástico mamá, pero no quiero interrumpir tu charla. Me daré una ducha. En cuanto a usted, fue un placer conocerlo.

-El gusto es mío, señorita.

Nada más entré a mi habitación apoyé mi espalda en la puerta mientras repasaba mentalmente lo que haría a continuación.

No creo que encarar a mi madre ahora sea buena idea, además es poco probable que me diga algo. Me siento una pésima hija por desconfiar de ella pero necesito corroborar que no está involucrada en lo que sea que este pasando.
Deje la mochila en la silla del escritorio, tomé algo de ropa cómoda y entré al baño. Cuando el agua tibia hizo contacto con mi cuerpo un suspiro de cansancio escapó de mis labios.
Realmente espero que este asunto se aclare rápido.

Eran aproximadamente las 9 de la noche cuando salí de la ducha con el cabello un poco húmedo pero más relajada.
Me dejé caer en la cama, mientras con la vista recorría la decoración de mi habitación hasta llegar a esa pared en la que había colgado las fotografías que más me gustan. Mi cámara estaba sobre el escritorio.
Un nudo se formó en mi garganta y un sentimiento de nostalgia se instaló en mi pecho al recordar a mi padre.
Era esa clase de persona que con solo mirarla a los ojos, transmitía calma. Siempre seguro de sí mismo, inteligente y sobre todo amable.
Fue quien me regaló mi primera cámara cuando tenía 6 años.
Recuerdo que ese día, me llevó a un hermoso lago que se encuentra cerca del bosque que hay a las afueras de la ciudad, no muy lejos de aquí. Sin dudas uno de mis lugares favoritos. Aquel lago significa mucho para mi.

Me levanté a paso tranquilo hacia mi desordenado escritorio, y una vez estuve lo suficiente cerca abrí uno de los cajones donde guardaba aquel antiguo álbum de fotos, que entre sus hojas guardaba aquellos momentos de mi infancia que me gustaría atesorar por siempre.
Abrí el álbum directamente en la página que se encontraba marcada con una cinta verde. Observé las fotografías de la última vez que visité el lago con mi padre. En ellas se podía apreciar la belleza de aquella zona natural.

En la superficie del lago, las flores de loto, con sus pétalos de color rosa pálido y centros amarillos cálidos, se elevaban sobre las hojas flotantes de color verde esmeralda. Formaban tapices coloridos que daban color a las tranquilas aguas. Los árboles altísimos, con sus troncos robustos y follaje verde, se erguían a lo largo de la orilla del lago. Sus ramas se extendían sobre el agua, proyectando sombras danzantes sobre la superficie. En la orilla, se podía vislumbrar la vida que bullía bajo la superficie del lago. El agua cristalina permitía ver hasta el fondo del lago, revelando un ecosistema de plantas y peces.

Estar allí siempre me hacia sentir segura y libre. Tan sólo ver aquellas fotos me transportaba a esos paisajes donde viví tantas cosas junto a mi padre.
Sequé las lágrimas que escaparon de mis ojos y sonreí con nostalgia.
Organicé un poco el escritorio y volví a guardar el álbum antes de ir a sentarme en mi cama. Recordé entonces el documento que había tomado de aquel sitio.

Cuando llegamos a la mansión, para evitar que alguien lo encontrara, lo escondí en el fondo de mi billetera la cual ahora estaba en uno de los bolsillos de mi mochila.
Me volví a poner de pie para dirigirme a dicha mochila y comenzar a buscar ese documento.

Una vez lo encontré, me quedé analizando la información que tenía hasta ahora. Busqué un cuaderno en el cual solía apuntar mis ideas para el estudio fotográfico de mis sueños para escribir en el todo lo que descubriera.

Oficinas Bilgi

El lugar en el que estuve secuestrada y donde comenzaría mi investigación.

Decidí salir a buscar algo de comer a la cocina. Mi madre todavía estaba despierta, pero su rostro expresaba cansancio. Las marcadas ojeras, piel un poco pálida y la inseguridad plasmada en su semblante me decía claramente que algo la preocupaba. Pero al preguntar obtuve la misma respuesta de siempre.

"No hay nada de que preocuparse cariño"

Pero tengo bastantes razones para dudar de eso.
Y solo volveré a estar completamente tranquila cuando todo este lio se resuelva, porque aunque me gustaría decir lo contrario, una cosa es segura.

Mi madre me oculta algo pero...

¿Qué es?




Nota de la autora:

Holaa. Lamento la inactividad. He tenido unas semanas difíciles y se me complicó escribir.
Pero tengo ideas y muchas ganas de escribir.

Gracias por el apoyo.
Besos misteriosos para ustedes.

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